Hacia una bioeconomía en América Latina y el Caribe en asociación con Europa. Ulrich Schürr

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Hacia una bioeconomía en América Latina y el Caribe en asociación con Europa - Ulrich Schürr

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Canadá o España, y solo una fracción de las publicaciones chinas se desarrolla en el mismo campo. Además, existen grandes diferencias dentro de la ALC, con solo Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile que presentan cifras significativas (Trigo 2012). Una situación similar se registra en cuanto a las patentes en campos relevantes relacionados, que incluyen las áreas de cultivos y los procesos bioenergéticos (Cepal 2011).

      La relativa debilidad de las inversiones en investigación agrícola convencional es probablemente más perjudicial en términos de una estrategia inmediata para el desarrollo de la bioeconomía, que los bajos niveles de inversión en este campo. Es cierto que las deficiencias en las capacidades biotecnológicas bajan el valor potencial de los recursos de la biodiversidad, pero experiencias en todo el mundo demuestran claramente que un país no necesita tener la capacidad de desarrollar las nuevas tecnologías para poder beneficiarse de ellas. De hecho, en muy pocos casos todo el ciclo es interno. La mayor parte del éxito en las variedades GM tiene vínculos de transferencia de tecnología internacionales fuertes y significativos (Trigo et al. 2002). Lo que es esencial es la capacidad de investigación convencional para realizar retrocruces de los nuevos genes en un acervo genético comercial bien adaptado a las condiciones locales. La investigación convencional también es esencial como fuente de conocimientos sobre los suelos, las plagas y otros tipos de información agronómica. Esto proporciona la base para prácticas de ecointensificación novedosas. De hecho, en el corto/medio plazo, el escenario más probable será la “hibridación” tecnológica, en la que las prácticas de ecointensificación y los enfoques biotecnológicos compartirán el escenario para mover los procesos a niveles más altos de productividad sostenible. A largo plazo, este último, sin embargo, será esencial para cumplir con las normas alimentarias duales de seguridad y sostenibilidad del medio ambiente implícitas en el concepto de bioeconomía (Trigo et al. 2009).

      En el contexto anterior, un conjunto básico de preguntas que permiten avanzar hacia una bioeconomía sostenible se refiere a las áreas prioritarias de investigación que deben fortalecerse en el futuro (disciplinas, tipo de recursos, tipos de tecnologías, etc.), y a la búsqueda de criterios de inversión adecuados. También es fundamental una integración entre las ciencias básicas en el desarrollo de tecnologías y los sistemas de reparto y mecanismos eficaces de incentivos para que los actores productivos asuman los riesgos de incorporación a nuevos mercados: en la mayoría de los casos estos no están bien sintonizados. Los niveles de inversión en ciencia y tecnología, la colaboración interinstitucional, incluidas las empresas conjuntas público-privadas, entre otros, se convierten en elementos clave que deben ser reconocidos y tratados directamente si se desea establecer un ambiente apropiado para un sistema de investigación e innovación eficaz.

       Recursos humanos y participación social

      Una transición exitosa hacia la bioeconomía requerirá un intenso esfuerzo en el desarrollo de recursos humanos y en la mejora de los mecanismos de participación social. Los procesos de bioproductos requieren una nueva base tecnológica, que a su vez se refleje en una reorganización de la base de conocimientos científicos para la investigación y el desarrollo y también necesitan cambios en los niveles de producción y gestión ya que las bioestrategias son, por lo general, mucho más intensivas en conocimiento que los enfoques convencionales. Un buen ejemplo de estas tendencias son perspectivas agrícolas ecológicamente eficientes, en las que una innovación tecnológica exitosa sea altamente dependiente tanto de capacidades científicas biológicas sofisticadas como de recursos humanos necesarios en la producción (agricultores y servicios de extensión), capaces de entender y manejar la dinámica intrínseca de los procesos biológicos. A una escala más global, las bioestrategias también cambian los equilibrios establecidos en determinada sociedad (local, regional, nacional, internacional). Los patrones de acceso y de uso de recursos, la distribución de beneficios y muchos otros aspectos del status quo existente fueron modificados y crearon la necesidad de una mejor comprensión de las cuestiones en juego para evolucionar en una dirección correcta en los procesos de toma de decisiones en el contexto comunitario. Existe la necesidad de identificar y gestionar las compensaciones emergentes entre las antiguas y las nuevas actividades, las distintas escalas de aplicación y el corto y el largo plazos. Al mismo tiempo, las ideas y los procesos emergentes tienen que lidiar con el hecho de que el conocimiento disponible sobre los sistemas biológicos es generalmente bajo, mientras que los aspectos míticos, ideológicos e incluso religiosos están intrínsecamente ligados a los sistemas biológicos. Un mejor entrenamiento a todos los niveles, partiendo de una educación básica en adelante, programas de extensión, promoción de la capacidad empresarial y procesos de comunicación social de toma de decisiones son estrategias clave en este sentido.

       Apoyar el desarrollo de nuevos mercados

      Ya se están empezando a evidenciar acontecimientos futuros en situaciones actuales, pero todavía no se reflejan plenamente en las señales del mercado. En este contexto, las políticas y regulaciones públicas deben desempeñar un papel crítico y desencadenar nuevas respuestas. Los temas que necesitan elaborarse incluyen el desarrollo de las métricas apropiadas para los nuevos procesos –para que puedan ser monitoreados de manera adecuada–, la integración de ámbitos políticos ya mencionada (recursos naturales, agricultura, desarrollo rural, educación, ciencia y tecnología), la reorientación de las inversiones públicas en infraestructura, educación, ciencia y tecnología, junto con nuevos incentivos para redirigir la toma de decisiones del sector privado hacia nuevas áreas de actividad económica, la mejora de los marcos de derechos de propiedad intelectual que puedan incorporar efectivamente la naturaleza de los nuevos parámetros científicos y tecnológicos, así como el cambio del rol de los recursos naturales en los procesos económicos. Todo esto debe ir de la mano con otros aspectos como los marcos regulatorios de bioseguridad y el desarrollo de estándares de mercado para los bioproductos, entre otros. Las acciones respecto a los incentivos y las regulaciones para la bioeconomía deben apuntar más allá de los instrumentos de política económica, científica y tecnológica tradicionales. El aumento de las inversiones y una mejor ciencia centrada en las prioridades adecuadas son condiciones necesarias, pero deben acompañarse de otros instrumentos que aborden los asuntos de recursos humanos, derechos de propiedad intelectual, sistemas regulatorios de bioseguridad y otras acciones dirigidas a promover la innovación y el desarrollo de los nuevos mercados para los bioproductos.

      1. Los temas de propiedad intelectual tienen particular relevancia para ALC. En términos generales, la creciente importancia de la intensidad del conocimiento en los sistemas de producción y el surgimiento de la biotecnología provocan un desplazamiento notable del “espacio tecnológico” en la dirección del sector privado. La importancia de las tecnologías patentadas crece al enfrentarse al dominio de bienes públicos en la agricultura orientada convencionalmente. Esto exige una revisión profunda y continua de la investigación en tecnología, de las políticas de desarrollo y de los sistemas de organización, para reconocer los requisitos de gestión más complejos de los procesos de I+D. Además, es importante también para establecer las condiciones adecuadas para promover las inversiones y el acceso a tecnologías desarrolladas originalmente para otros entornos. Lo que ha estado ocurriendo en el área de los biocombustibles es un indicador de la importancia de la PI, en general, y de las patentes, en particular.

      Hasta inicios del 2008 se habían presentado en todo el mundo 2.796 patentes relacionadas con biocombustibles; 1.047 de ellas en el periodo 2006-2007.21 Más específicamente, los derechos de propiedad intelectual son un aspecto clave para percibir eficazmente el potencial de los recursos genéticos y la biodiversidad de la región, sobre todo porque a la fecha el marco para regular el reparto del acceso y de la distribución de los beneficios sigue estando en fase de desarrollo en su mayoría. Si bien muchos países de ALC están activos en el Convenio sobre

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