Hacia una bioeconomía en América Latina y el Caribe en asociación con Europa. Ulrich Schürr

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Hacia una bioeconomía en América Latina y el Caribe en asociación con Europa - Ulrich Schürr

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Los usos de la biotecnología (productos, herramientas y procesos), incluyendo el cultivo de tejidos industriales, la selección asistida por marcadores en los cultivos y la ganadería, semillas/plantas GM, diagnóstico de base molecular, mejora la reproducción de los animales mediante técnicas moleculares, enzimas modificadas, microorganismos y levaduras, etc. Se aplican a lo largo de todo el espectro de usos agrícolas y, por extensión, tanto a la gestión de recursos naturales como a las industrias de alimentos, fibras y productos químicos así como al suministro de bioenergía. Dada la magnitud de las demandas, la biotecnología moderna está llamada a jugar un papel clave en la solución de los conflictos emergentes.14 15 Por medio de las oportunidades que ofrece en cuanto a nuevas opciones para el manejo de limitantes bióticas y abióticas para la producción y la productividad, la biotecnología está restableciendo los “límites” dentro de los cuales los procesos biológicos interactúan con los recursos naturales –suelo, agua, energía solar– y abriendo un nuevo abanico de oportunidades en la producción de alimentos, fibra y energía y en casi todos los sectores de la economía, incluyendo la industria farmacéutica y la industria en general. La biotecnología está provocando cambios tanto en la función de producción de una serie de sectores y productos, así como en la función de producción de la tecnología en sí misma, mediante la mejora de la eficiencia y la efectividad de los procesos de I+D. Los campos de aplicación son muy extensos, aunque cada vez es más evidente que, para beneficiarse de este potencial, son necesarios las inversiones sustanciales y los ajustes institucionales –que incluyan un ambiente regulatorio global favorable–.16

      Aunque existe una creciente evidencia de que la biotecnología será uno de los principales factores que configuren las futuras trayectorias tecnológicas tanto en la agricultura como en las industrias manufactureras (Katz et al. 2004), en el futuro más inmediato, sin embargo, es muy poco probable que podamos depender solo de la biotecnología. De este modo, los incrementos en la producción y la productividad seguirán viniendo de los sistemas convencionales de mejoramiento vegetal y animal, y de la mejora de las tecnologías químicas, con un uso más eficiente de los recursos. Las consideraciones agroecológicas se volverán asuntos cada vez más importantes. En lugar de ir de una revolución “verde” a una revolución de “genes”, la situación más probable es una de “hibridación” tecnológica y “fusión”, con un cambio de las tecnologías actuales intensivas en energía, a alternativas en las que todos ganen, que aumenten la productividad y que al mismo tiempo generen beneficios relacionados con el manejo de los recursos naturales; o a tecnologías de conservación que contribuyan a incrementar la productividad agrícola y en las que la biotecnología desempeñe un papel mucho más importante en el conjunto de herramientas de investigación y desarrollo tecnológico (“ómicas” y otras técnicas moleculares), que a nivel de producto. La diferencia entre los entornos tecnológicos “tradicionales” (o convencionales) y los “modernos” se hace también menos relevante a medida que las tecnologías de la información y de gestión se “mezclan” con herramientas biotecnológicas y conocimientos tradicionales sobre la base de los requerimientos específicos de la ubicación. Ya se encuentran en desarrollo avances en este sentido con paradigmas ecológicos y ambientales a los que se incorporan esfuerzos de ecointensificación.

      4. Las biorrefinerías y los bioproductos abarcan el sector y los procesos bioenergéticos orientados a la sustitución de insumos industriales derivados de combustibles fósiles. Algunos ejemplos son el etanol vegetal, el biodiésel, el biogás y diferentes actividades orientadas a la química verde. Las biorrefinerías y los bioproductos son componentes clave en el concepto de bioeconomía y, en esencia, son iguales a las refinerías de petróleo: instalaciones destinadas a la transformación de la biomasa en un amplio espectro de productos comercializables y energía. Su importancia tiene que ver con la mejora de la eficacia y el espectro de productos de origen biológico. La eficiencia resulta principalmente de la posibilidad de descomponer las materias primas en diferentes cadenas de productos y de reducir el costo de los productos primarios. Las biorrefinerías generan valor porque añaden posibilidades de actividades agrícolas y transforman la naturaleza de sus vínculos con el resto de la economía, particularmente con el sector industrial.

      En este sentido, las biorrefinerías son las piedras angulares de la respuesta de la bioeconomía a los altos precios del petróleo y la necesidad de capital. Mediante el mejor rendimiento del ciclo de vida de sus productos también son críticas en el desempeño ambiental de una serie de industrias y productos de consumo. Igualmente, las biorrefinerías ofrecen la posibilidad de una estructura de vinculación más diversificada entre la agricultura y el resto de la economía y, por tanto, un uso mucho más eficiente de los recursos de biomasa. Un buen ejemplo de este tipo de relaciones se refleja en la alimentación animal: al biorrefinar las materias primas para la alimentación animal, se puede obtener una mejor calidad de alimentación y muchos subproductos no útiles para el animal, pero útiles en otras cadenas de valor.17 Además, las tecnologías de biorrefinería a pequeña escala son capaces de funcionar con diferentes materias primas que requieren baja inversión por unidad de producto y velocidad de marcha y pueden multiplicar los impactos en el ámbito local. Sin embargo, la evolución actual de la región está esencialmente restringida a la producción de biocombustibles con poca explotación de potenciales más amplios, sobre todo en lo que respecta al valor añadido y a las oportunidades de desarrollo local. Los problemas que deben tratarse en este sentido se relacionan con una mejor comprensión del concepto de biorrefinería y de las estrategias alternativas de producción de biomasa que disminuyan los factores restrictivos. Estos conceptos deben tener en cuenta la naturaleza de los vínculos entre las nuevas materias primas de origen biológico, los insumos y las cadenas de valor existentes, así como acciones explícitas que aseguren que los productores agrícolas –en particular los pequeños– y los rurales creen y conservan el valor de la bioeconomía.

      5. Una mayor eficiencia de las cadenas de valor engloba actividades que 1) reducen las pérdidas de poscosecha en cualquier nivel en que se están produciendo y que 2) tratan de definir los vínculos de mercado necesarios para productos biológicos innovadores. Al igualar la bioeconomía con los conceptos de sostenibilidad se comete un error muy común, porque debe quedar claro que las opciones de base biológica no son de por sí más sostenibles. El uso excesivo de recursos es siempre un tema latente y la eficiencia de este uso no tiene menos importancia en la bioeconomía que en los enfoques convencionales. Sin embargo, la cuestión más importante está ligada al conflicto potencial en el logro de los objetivos de la bioeconomía para satisfacer las crecientes demandas globales de alimento/pienso/combustible (50-70 % sobre los niveles actuales) sin más invasión de bosques y tierras marginales y al mismo tiempo utilizando parte de los esfuerzos de producción de biomasa para reemplazar el uso actual de los recursos fósiles. Cómo conciliar estas tendencias aparentemente contradictorias es uno de los desafíos clave en la transición hacia la bioeconomía, para el que no hay soluciones únicas ni sencillas. Los equilibrios finales serán sin duda una mezcla compleja de muchas nuevas estrategias, en aspectos como la diversificación y la expansión de las fuentes de biomasa, un uso más eficiente y estrategias de procesamiento.

      Respecto al último punto un desafío inmediato en la transición es una cadena de valor más eficiente puesto que en la actualidad, más del 40 % de lo que se produce en realidad se pierde antes de llegar a su uso final (PNUMA 2011). Esto representa una gran oportunidad para empezar a avanzar en las estrategias de la bioeconomía, sin crear conflictos adicionales y presiones sobre la base de los recursos naturales. Deben abordarse cuestiones como cuáles son las opciones tecnológicas, logísticas y políticas para mejorar la eficiencia de la cadena. Además, un aspecto que a menudo se olvida es el reciclaje y la reutilización de los nutrientes y otros recursos en la producción agrícola que tienen que ser regenerados durante el proceso a partir de los productos de origen biológico que se obtengan al final.

      6. Los servicios ecosistémicos abarcan los procesos por medio de los cuales el medio ambiente produce los recursos utilizados por los seres humanos, como el aire fresco, el agua, los alimentos y los materiales.18 Dada la naturaleza especial de la relación y las interacciones entre los recursos naturales

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