Oporto responsable. Manuel Jorge Marmelo
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El turismo responsable agrupa diferentes tipos de viajes con un elemento común: minimizar los impactos negativos del turismo en el entorno y maximizar las contribuciones positivas del mismo en las comunidades locales. Viajar responsablemente no es sinónimo de penurias, sacrificios, ecologismo o tercer mundo... lo que pretende es convertir cada viaje en algo único y auténtico a la vez que deja una huella positiva en el destino.
Bajo el paraguas de turismo responsable se agrupan conceptos como turismo justo, turismo sostenible, ecoturismo y turismo de sensaciones.
El turismo responsable está orientado a los viajeros que a la hora de elegir apuestan por lo auténtico, por lo diferente, por enriquecerse y por la conservación del patrimonio cultural y natural.
El turismo responsable afecta a todos los aspectos del viaje: cultura (disfrute del patrimonio cultural del lugar y de sus costumbres y tradiciones sin intentar influir en ellas); espacio y entorno (el paso del viajero ha de afectar lo menos posible a la naturaleza), y gentes (detenerse a comprender los diferentes modos de vida de un modo respetuoso).
El turismo responsable está relacionado con la curiosidad por descubrir y entender lo nuevo, lo diferente… y disfrutar de ello.
Decálogo del viajero responsable
1. Abre tu mente a nuevas culturas y tradiciones y sé tolerante ante la diversidad.
2. Respeta los derechos humanos; cualquier forma de explotación vulnera los objetivos del viaje.
3. Ayuda a conservar el entorno natural y procura no dejar otra huella que la de tu calzado.
4. Respeta el patrimonio artístico, arqueológico y cultural del destino.
5. Si compras regalos, procura que estos sean expresión de la cultura local.
6. Cuando planifiques tu viaje, elige aquellos proveedores que se preocupan por los derechos humanos y por el medio ambiente.
7. Utiliza los recursos naturales con moderación y procura minimizar la generación de residuos.
8. Disfruta con las costumbres, gastronomía y tradiciones de la cultura local.
9. Si visitas espacios sensibles, infórmate antes cómo hacerlo.
10. Contribuye al desarrollo de un turismo responsable, justo y sostenible.
Rua da Ribeira.
OPORTO RESPONSABLE
Hay muchos Oportos en Oporto y esta guía ha de ser una ayuda para su descubrimiento: de ese Oporto «deliciosamente atrasado» que vio Mayol, el personaje de Vila-Matas, pero también del Oporto monumental reflejado en la talla dorada de la iglesia de San Francisco o en las fachadas de granito de algunos edificios. Después, el Oporto donde se come bien y se bebe mejor, y el Oporto de los jardines románticos, de las plazas amplias y recientemente remodeladas, y también del Oporto contemporáneo del Museu de Serralves y del metro más moderno de Europa, y el Oporto de Alvaro Siza Vieira y Souto Moura, y el Oporto cosmopolita de la Casa da Música diseñada por Rem Koolhaas. Y así sucesivamente, un Oporto detrás del otro —dependiendo del tiempo que se tenga para descubrir la ciudad y sumergirse en ella con mayor o menor profundidad—.
Suba las escaleras y callejones del centro histórico. Deténgase en el Adro da Sé para contemplar el escenario único que se disfruta desde allí. Planifique un final de tarde a orillas del río Duero, tras un paseo cogidos de la mano (o no) entre los árboles de los jardines del Palácio de Cristal. Descienda del Passeio das Virtudes hasta el río por el rumoroso jardín encajado en las terrazas entre laderas. Deténgase a tomar un café en el Majestic. Entre en el Mercado do Bolhão y localice, en la antigua Cadeia da Relação, la ventana por la que el escritor ochocentista Camilo Castelo Branco, allí encerrado, contemplaba el retrato más bello de una ciudad que parece congelada en el tiempo. Organice un picnic en el Parque da Cidade, un paseo en Serralves, una visita al barrio de galerías de artes plásticas. Suba los 240 escalones que conducen a lo alto de la Torre dos Clérigos y contemple la ciudad a través de los ojos de un gigante. Y, si puede, vuelva de nuevo en febrero, cuando la ciudad se llena de esa luz festiva e inverosímil de las magnolias en flor.
Cómo es Oporto
A pesar de no tener el atractivo de las grandes metrópolis turísticas del mundo, Oporto es una ciudad calurosa y de una belleza hecha de pequeños encantos. Rápidamente encandila a quien la visita y contamina todos sus sentidos.
Subiendo hacia el Duero, desde el sur hasta su desembocadura, nos detenemos junto a la orilla y, al mirar enfrente, surge ante nosotros la ciudad de Oporto. Asomada al río, se extiende perezosa hasta donde alcanza la vista, mientras se desliza y salta de colina en colina llena de brío, equilibrada sobre las escarpas graníticas en una eterna precariedad. Desde el primer instante nos damos cuenta de que la segunda mayor ciudad portuguesa alberga una historia rica y un pasado lleno de contradicciones.
Sobresaliendo entre los apiñados tejados y las pequeñas casas que conforman su núcleo más antiguo y pobre, la ciudad nos muestra sus colosos de granito, los antiguos palacios y las iglesias-fortaleza, los agrestes peñascos, las grandes edificaciones y las sólidas murallas que parecen sostener la ciudad, impidiendo que se precipite al río. Todo ello enmarcado por el emblemático puente de hierro con dos tableros, llamado puente Luís I, proyectado por Téophile Seyrig (discípulo de Eiffel), cuya espectacular imagen evocaremos tras el viaje.
Si el tiempo acompaña, podremos disfrutar de las vistas desde el muelle de Gaia. Para entonces ya tendremos a nuestra espalda las bodegas del vino de oporto y, más adelante, los típicos barcos rabelos colocados en línea a lo largo del río, que conservan la memoria de antaño, cuando los toneles del néctar que dio a conocer el nombre de la ciudad por todo el mundo eran transportados río Duero abajo en estos frágiles barcos que algunas veces eran tirados desde la orilla por hombres o por animales, la única forma por aquel entonces de vencer las dificultades, hoy en día superadas mediante la construcción de embalses, de un río indómito. Tiempos legendarios que nos conformaremos simplemente con evocar e imaginar, mientras nos preparamos para salir a descubrir una ciudad cargada de historias y vicisitudes.
Oporto puede ser considerada una ciudad de extraordinaria belleza si se la visita con detenimiento. No es el portuense quien lo afirma, sino el viajero que ya conoce algunas de las grandes capitales. Oporto puede ser romántica y divertida, melancólica y pintoresca, histórica y contemporánea, típica y cosmopolita, bella y fea, monumental y hecha de pequeños detalles que llaman nuestra atención. Todo dependerá del punto de vista desde el que se la mire y del estado de ánimo del visitante. Por ello, se puede afirmar que la ciudad es bella y acogedora y que ofrece motivos más que suficientes para que se enamoren de ella todos los que se acerquen a ella por primera vez.
Panorámica desde el atrio de la Sé.
Debo confesar, como tripeiro que soy, es decir, natural de Oporto, que muchas veces lamento no tener tiempo para pasear por mi ciudad como lo hacen los visitantes,