E-Pack Bianca y Deseo febrero 2021. Кэтти Уильямс
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Читать онлайн книгу E-Pack Bianca y Deseo febrero 2021 - Кэтти Уильямс страница 14
–He tenido cuidado, Piper. Estoy acostumbrado a cuidarme las espaldas y a no perder de vista lo que me rodea.
Dios bendito…
–Cada vez que dices cosas así, me siento más culpable.
–No es mi intención.
–Soy consciente de ello, lo que lo empeora todavía más.
–Esa no es la razón por la que estoy aquí.
–Obviamente. ¿Cómo vas a salvarme esta vez?
Apenas había pronunciado las palabras cuando deseó no haberlo hecho. Parecían engreídas y desagradecidas, lo que no podía estar más lejos de la realidad.
–No tengo ni idea.
Tardó un momento en registrar lo que le había oído decir.
–¿Perdón?
–Ya me has oído.
–Sí, pero estaba segura de haberte entendido mal. Si no, ¿para qué ibas a venir hasta aquí, arriesgándote a ser visto y a empeorar las cosas? En serio, Stone, ¿es que el tiempo que has pasado en la cárcel te ha secado la inteligencia? Porque esa es la cosa más estúpida que te he oído decir.
Recostándose en la silla, se tapó la cara con las manos durante unos segundos hasta que rompió a reír.
Su sonido, profundo y rico, hizo que la piel se le erizara y que partes de su anatomía en las que no quería pensar en aquel momento temblasen.
–Sí, seguramente no ha sido el movimiento más inteligente de mi vida.
¿Por qué hacerlo, entonces? En realidad, no quería preguntárselo, seguramente porque no estaba preparada para oír la respuesta.
Stone permaneció mirándola con una expresión tan… seria. Tan directa. Piper estaba sintiendo su mirada en el centro de las tripas, y una energía inquieta, incómoda y no deseada comenzó a crepitar bajo su piel.
Necesitaba moverse, así que se levantó y dio un par de pasos.
–Bueno, pues gracias por haberte pasado.
Pero no llegó lejos porque Stone se levantó y la sujetó por el brazo.
–Piper.
Con eso bastó. Con oírle decir su nombre. Pero detrás percibió mucho más: frustración, negación, deseo.
Igual era ella la que estaba proyectando sus sentimientos.
–¿Qué? –contestó, tirando de su brazo, intentando alejarse de aquellas sensaciones tan peligrosas. Pero él no la soltó, sino que se acercó más.
Había estado tan cerca como en aquel momento más veces de las que podía contar. De niños, dormían en la misma habitación. Muchas noches de verano buscaban un pedazo de hierba en la propiedad de su padrastro y se tumbaban, ella con la cabeza apoyada en su regazo, mientras competían por ver quién se sabía todos los nombres de las constelaciones. Incluso siendo ya adolescentes, antes de que las cosas cambiasen, se tocaban constantemente. Inocente intercambio.
Nada en aquel momento le pareció inocente, al menos a ella.
Por eso necesitaba sacar a Stone de allí, antes de hacer o decir algo inconveniente.
–¿Qué vas a hacer? –preguntó él.
Su calor le llegaba al costado y deliberadamente no se dio la vuelta hacia él, negándose a rendirse a aquella necesidad que se negaba a desaparecer.
–Piper…
–¿Qué?
–¿Qué vas a hacer?
–¿Sobre qué?
–Los periodistas que tienes acampados ante tu puerta.
Ah, ya. Eso.
–Bueno, un par de hombres de seguridad de mi padre están al llegar y ellos se encargarán de despejar la acera. Otra vez.
–Eso va a ser una solución temporal.
–Cierto. Por eso he contactado con una periodista local y le he concedido una entrevista en exclusiva.
–¿Que has hecho qué?
Había algo en su tono de voz que la hizo mirarlo. La ira brilló en sus ojos, que le recordaron aquella piedra de ojo de tigre que había comprado en un viaje al museo de historia natural siendo niña. La había escogido porque le recordaban a sus ojos, mezcla de marrón y dorado, en un patrón que la hipnotizaba.
–Vamos a vernos… –miró el reloj de la pared– en un par de horas.
–¿Por qué vas a hacerlo?
–Porque es el mejor modo de apartar su atención de mí. Una de mis pacientes ha tenido que entrar esta mañana abriéndose paso entre ellos. La mayoría de mis pacientes se están recuperando de experiencias traumáticas, Stone. ¿Te haces idea de lo devastadora que ha sido para ella esa situación? Temblaba como una hoja cuando entró. He tenido que retrasar las citas a todos mis clientes de hoy.
–No me imaginaba que eras de las personas a las que les importa tanto perder horas facturables.
La desilusión y la tristeza la invadieron. Quería estar enfadada, pero no lo lograba. Aquello era prueba más que clara de que Stone ya no la conocía, y eso dolía.
–Puede que ya no me conozcas, Stone, pero sabes de mí lo suficiente como para comprender que mis motivos no tienen absolutamente nada que ver con el dinero.
–Lo siento –dijo, arrepentido–. Sé que lo que te mueve es el deseo de ayudar a la gente.
Su disculpa le ayudó, pero no consiguió borrar del todo el dolor, o el lamento por lo que habían perdido.
–Pero eso no significa que lo de conceder una exclusiva sea una buena idea, Piper. Hablar con la prensa va a agitar el avispero y convertirte más aún en su objetivo, no menos.
Ella se encogió de hombros.
–No estoy de acuerdo. Les daré lo que ellos creen que quieren, y se marcharán.
–Tú sabrás. Llevas tiempo más que de sobra con ellos para comprender cómo funcionan. Ignóralos unos días y surgirá una historia más gorda que desviará su atención.
–¡Vamos, Stone! Tú no estuviste aquí. Te perdiste la tormenta mediática que siguió a la muerte de Blaine y tu confesión. Todo el mundo lleva años esperando conocer la historia completa.
–Pues ya pueden esperar cien más, porque no lo van a conseguir.
–Por supuesto que no, pero ignorar a los medios por completo no va a servir para que desaparezcan. Los distraerá un rato, sí, pero volverán. Si han pasado ya diez años y no han perdido