Burlar al Diablo. Napoleon Hill
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Durante algunos minutos me sentí asustado. La experiencia no se parecía a ninguna que hubiera vivido antes. Di la vuelta y caminé rápidamente hasta llegar a casa. Al aproximarme a casa, observé a mis tres hijos mirando por una de las ventanas a los hijos de nuestro vecino, quienes estaban vistiendo un árbol de Navidad en la casa contigua.
Entonces recordé que era la época navideña. Es más, recordé, con una profunda sensación de angustia que nunca antes había experimentado, que no habría un árbol de Navidad en nuestra casa. La mirada de desilusión en los rostros de mis hijos hizo que me percatara dolorosamente de ese hecho.
Entré a la casa, me senté ante la máquina de escribir y comencé de inmediato a convertir en escritos mis hallazgos sobre las causas del éxito y del fracaso. Al colocar la primera hoja en la máquina de escribir, me vi interrumpido por la misma sensación que me había inundado al encontrarme al aire libre unas horas antes y entonces vino a mi mente este pensamiento:
“Tu misión en la vida es completar la primera ideología mundial sobre el éxito personal. Has estado tratando en vano de escapar a tu tarea y cada esfuerzo que has hecho te ha llevado al fracaso. Estás buscando la felicidad. Aprende esta lección, de una vez por todas, ¡que sólo encontrarás la felicidad si ayudas a otros a encontrarla! Has sido un estudiante testarudo. Debías ser curado de tu insensatez a través de la frustración. En unos cuantos años a partir de este momento, todo el mundo vivirá una experiencia que colocará a millones de personas en la necesidad de seguir la ideología que tú has sido instruido a completar. Habrá llegado entonces tu gran oportunidad de encontrar la felicidad al ofrecer un servicio útil. Ve a trabajar y no te detengas hasta haber completado y publicado los manuscritos que has iniciado.”
¡Estaba consciente de haber llegado, por fin, al final del arcoíris de la vida, y me sentía feliz!
La duda hace su aparición
El conjuro, si es que así se le puede llamar a la experiencia, desapareció. Comencé a escribir. Poco después, mi razón me sugirió que me estaba aventurando en una misión de tontos. La idea de un hombre abatido y casi apagado, presumiendo escribir una ideología de éxito personal, parecía tan ridícula, que me reí escandalosamente y quizás hasta con desprecio.
Me retorcí en mi silla, pasé los dedos por mi cabello e intenté buscar un pretexto para justificarme a mí mismo por sacar la hoja de papel de mi máquina de escribir antes de ponerme realmente a escribir; sin embargo, la necesidad de continuar era más fuerte que el deseo de renunciar. Me reconcilié con mi tarea y seguí adelante.
Nota de Sharon: “La necesidad de continuar era más fuerte que el deseo de renunciar.” ¿Recuerdas ese momento en el que deseabas renunciar, pero algo te obligaba a seguir adelante? Puede haber sido tu “otro yo”.
Viendo ahora en retrospectiva, a la luz de todo lo que ha pasado, puedo ver que todas esas pequeñas experiencias de adversidad por las que he pasado, se encuentran entre mis experiencias más afortunadas y provechosas. Fueron bendiciones ocultas porque me obligaron a seguir trabajando, lo cual finalmente me brindó la oportunidad de convertirme en alguien más útil para el mundo de lo que hubiera sido si hubiese triunfado en cualquier otro plan o propósito.
Durante casi tres meses trabajé en esos manuscritos, completándolos durante los primeros meses del año 1924. Tan pronto como estuvieron terminados, de nuevo me sentí tentado por el deseo de volver al gran juego americano de los negocios.
Sucumbiendo al encanto, adquirí el Metropolitan Business College en Cleveland, Ohio, y comencé a hacer planes para aumentar su capacidad. Para finales de 1924 habíamos crecido y nos habíamos expandido, añadiendo nuevos cursos hasta que ya estábamos creando un negocio con casi el doble del mejor récord anterior que la escuela hubiera alguna vez conocido.
De nuevo el virus del descontento comenzó a hacerse sentir en mi sangre. De nuevo supe que no encontraría la felicidad en ese tipo de misión. Entregué el negocio a mis socios y me concentré en la plataforma del discurso, ofreciendo conferencias sobre la ideología del éxito a la organización a la cual le había dedicado muchos de mis años anteriores.
Una noche tenía programada una conferencia en Canton, Ohio. La suerte o lo que a veces parezca configurar el destino de los hombres sin importar cuánto luchen contra él, de nuevo hizo su aparición en el escenario y me colocó frente a frente con una experiencia dolorosa.
Entre mi audiencia de Canton se encontraba Don R. Mellett, editor del Daily News de Canton. El señor Mellett se interesó tanto en la ideología del éxito personal sobre la que hablé esa noche, que me invitó a reunirme con él al día siguiente.
Esa visita resultó en un acuerdo de sociedad que tendría lugar el primer día del siguiente mes de enero, cuando el señor Mellett planeaba renunciar como editor del Daily News para hacerse cargo del negocio y de la promoción de la ideología sobre la que yo estaba trabajando.
Sin embargo, en julio de 1926 el señor Mellett fue asesinado por Pat McDermott, un personaje del inframundo, y por un policía de Canton, Ohio, quienes fueron sentenciados a cadena perpetua. Fue asesinado por exponer en su periódico una conexión entre los contrabandistas y varios miembros de la fuerza policiaca de Canton. Fue uno de los crímenes más impactantes que produjo la era de la prohibición.
Nota de Sharon: el asesinato, en julio de 1926, del “periodista combatiente” Donald Ring Mellett, editor del Daily News de Canton, Ohio, fue uno de los crímenes más difundidos durante los años veinte. En 1925, Mellett había descubierto una amplia corrupción al interior de la fuerza policiaca de Canton, emprendiendo así una campaña editorial en contra del vicio y la corrupción dirigida, entre otros, al Jefe de la Policía de Canton. Si bien no se ve reflejado en el relato de Hill, se sabe que Hill pidió al alcalde de Ohio iniciar una investigación sobre la corrupción.
Personajes locales del inframundo y al menos un policía de Canton contrataron a Patrick McDermott, un ex convicto de Pensilvania, para silenciar a Mellett, quien fue acribillado a balazos a las afueras de su domicilio. Se dice que los gatilleros también estaban esperando a Hill; sin embargo, una fortuita avería en su automóvil lo alejó del camino del agravio. El New York Times informó, en un artículo del 17 de julio de 1926 titulado “Más amenazas de muerte tras el asesinato del editor de Canton”, que los ciudadanos de Canton señalaron “estamos aterrorizados por las amenazas de más asesinatos por parte de los jefes de apostadores, contrabandistas y otros criminales”. Tal y como lo relató Hill, al enterarse del asesinato de Mellett, y tras haber recibido una advertencia anónima para salir del país, se dirigió a Virginia Occidental. En gran parte, gracias al trabajo de un detective privado contratado por el Fiscal del Condado de Stark, McDermott, dos gatilleros de la localidad y un ex detective de la policía, fueron finalmente acusados del asesinato de Mellett.
La casualidad (?) salvó mi vida
A la mañana siguiente del asesinato del señor Mellett, recibí una llamada telefónica anónima para avisarme que tenía yo una hora para salir de Canton, podía irme de manera voluntaria en el lapso de esa hora; pero que si me esperaba más tiempo, seguramente me iría en una caja de pino. Mi sociedad mercantil con el señor Mellett aparentemente había sido malinterpretada. Sus asesinos evidentemente creían que yo estaba directamente conectado con la denuncia que él estaba haciendo en sus diarios.
No esperé a que terminara el plazo de una hora, sino que de inmediato subí a mi automóvil y conduje hasta