Burlar al Diablo. Napoleon Hill

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y gerente Earl Powell, a quien le expliqué mi plan y me retuvo de inmediato para capacitar a quince estudiantes cuidadosamente seleccionados a través de quienes se puso en marcha el plan.

      Mis ganancias por parte de ese retenedor fue más que suficiente para hacerme cargo de todos mis gastos durante los siguientes tres meses, hasta que las ganancias por la venta de mis libros comenzaron a llegar, incluyendo el costo de esa serie de habitaciones que tanto me preocupaba.

      Mi otro yo no me había decepcionado. El dinero que requería llegó a mis manos en el momento adecuado, justo como se me había asegurado que sucedería. Para entonces estaba convencido de que mi viaje a Filadelfia era una misión de tontos, tal y como mi mente había señalado que sería antes de salir de Virginia Occidental.

      A partir de ese momento hasta ahora todo lo que he necesitado ha llegado a mí, y esto a pesar del hecho de que el mundo ha pasado por un periodo de depresión económica, cuando las mínimas necesidades de la vida no siempre habían estado disponibles para todos. Algunas veces el arribo de las cosas materiales que necesitaba llegaron un poco tarde; pero puedo decir con certeza que mi otro yo siempre ha salido a mi encuentro en las encrucijadas con las que me he topado y me ha indicado qué camino seguir.

      El otro yo no tiene precedentes, no reconoce limitaciones ¡y siempre encuentra la manera de alcanzar las metas deseadas! Puede enfrentarse al fracaso temporal, más no al fracaso permanente. Estoy tan seguro de la veracidad de esta afirmación como lo estoy del hecho de haberme comprometido a escribir estas líneas.

      Nota de Sharon: “El otro yo puede enfrentarse al fracaso temporal, más no al fracaso permanente”. ¿Cuántas veces permitimos que un fracaso temporal nos afecte como si fuese un fracaso permanente, en vez de aprender de él y seguir adelante? Tal como Hill lo describe, él mismo enfrentó muchas adversidades durante su viaje, pero cada vez logró encontrar la semilla de mayor beneficio y avanzar hacia mayores éxitos.

      Mientras tanto, espero sinceramente que algunos de los millones de hombres y mujeres que han sido heridos por la depresión comercial y otras experiencias desagradables descubran en sí mismos a este extraño ente al que he llamado mi otro yo y que ese descubrimiento los guíe, como me ha guiado a mí, a una relación más íntima con esa fuente de poder que supera los obstáculos y domina las dificultades, en vez de ser dominados por ellos. ¡Existe un gran poder que descubrir en tu otro yo! Busca con fe y lo encontrarás.

      Nota de Sharon: el trabajo de Hill se publicó durante la Gran Depresión y ciertamente ayudó a millones de personas a encontrar la esperanza y el valor para vivir con la fe de que encontrarían su camino al éxito. Creo que podemos encontrar muchas semejanzas entre su época y la nuestra. Es durante los periodos de gran tensión que encontramos nuestra voluntad y nuestra fuerza interior. Con la actual incertidumbre económica, las personas están eligiendo ––o están siendo obligadas a–– encontrar nuevos caminos para sí mismas y sus familias y muchas de ellas encontrarán un gran éxito. Serán las grandes historias de éxito que estaremos leyendo en aproximadamente dos ó cinco años a partir de ahora. ¿Te encontrarás entre esas historias de éxito o seguirás manteniéndote al margen?

      Fracaso, una bendición oculta

      He hecho otro descubrimiento como resultado de esta presentación con mi “otro yo”, particularmente que existe una solución para cada problema auténtico, sin importar qué tan difícil pueda parecer.

      Nota de Sharon: “Existe una solución para cada problema auténtico, sin importar qué tan difícil pueda parecer.” Si bien es difícil reconocerlo cuando te encuentras en el ojo del huracán, la retrospectiva generalmente confirma que este concepto es verdad.

      También he descubierto que la semilla de un beneficio similar surge al experimentar el fracaso temporal, surge de toda derrota y de todo tipo de adversidad.

      Observa que no dije toda la flor del éxito, sino la semilla a partir de la cual esa flor puede germinar y crecer. No conozco ninguna excepción a esta regla. La semilla de la cual hablo puede no ser vista siempre, pero puedes estar seguro de que ahí está, de una u otra forma.

      No es mi intención comprender todo acerca de esta fuerza extraña que me redujo a la pobreza y necesidad, me llenó de temor e hizo renacer mi fe a través de la cual he tenido el privilegio de ayudar a miles de personas que tropiezan. Pero sé que semejante fuerza ha entrado en mi vida y que estoy haciendo todo lo posible para poner a otros en contacto con ella.

      Durante mi investigación de un cuarto de siglo sobre las causas del éxito y el fracaso, descubrí muchos principios de la verdad que han sido útiles para mí y otros, pero nada de lo que he observado me ha impresionado más que el descubrir que cada uno de los grandes líderes del pasado, cuyo registro he examinado, fue asediado por dificultades y se enfrentó al fracaso temporal antes de “llegar”.

      Nota de Sharon: “Cada uno de los grandes líderes del pasado fue asediado por dificultades y se enfrentó al fracaso temporal antes de llegar”. El fracaso y la derrota temporal forman parte del trayecto para encontrar el verdadero éxito.

      Desde Cristo hasta Edison, los hombres que han logrado más han sido aquellos que se enfrentaron con las formas más radicales de fracaso temporal. Esto parecería justificar la conclusión de que la Inteligencia Infinita tiene un plan o una ley mediante la cual los hombres superan muchos obstáculos antes de darles el privilegio del liderazgo o la oportunidad de otorgar un servicio útil de una forma notable.

      No desearía sujetarme de nuevo a las experiencias por las que pasé durante ese desafortunado día de Navidad del año 1923 y a esa memorable noche en que caminaba alrededor de la escuela en Virginia Occidental y combatí esa terrible batalla con temor; sin embargo, ni toda la riqueza del mundo me convencería de privarme del conocimiento que he adquirido a partir de esas experiencias.

      La fe tiene un nuevo significado para mí

      Sostengo que no sé con exactitud lo que es este otro yo; pero sé lo suficiente sobre él como para confiar con una fe absoluta en los momentos difíciles, cuando la capacidad común de razonamiento perece no ser adecuada para mis necesidades.

      La depresión económica que comenzó en el año 1929 trajo miseria a millones de personas; pero no nos deja olvidar que la experiencia también trajo muchas bendiciones, una de las más importantes es la noción de que existe algo infinitamente peor que ser obligado a trabajar, y es el ser obligado a no trabajar. En general, esa depresión fue más una bendición que una maldición si se analiza a la luz de los cambios que produjo en la mente de aquellos que fueron heridos por esta situación. Lo mismo sucede con cada experiencia que transforma los hábitos de los hombres y los obliga a recurrir al gran interior para solucionar sus problemas.

      Nota de Sharon: “Existe algo infinitamente peor que ser obligado a trabajar, y es el ser obligado a no trabajar. En general, esa Depresión fue más una bendición que una maldición si se analiza a la luz de los cambios que produjo.” ¿Acaso está Hill siendo rudo aquí o está viendo, más allá de la causa y el efecto inmediatos del desastre económico, al resultado espiritual primordial que surge de una verdadera crisis? ¿Pueden nuestras dificultades económicas actuales ser más una bendición que una maldición?

      El año que pasé en retraimiento en Virginia Occidental fue, seguramente, el castigo más severo de mi vida; pero la experiencia trajo bendiciones en forma de conocimientos que yo necesitaba y que disminuyeron el sufrimiento que me causó. Estos dos resultados ––el sufrimiento y el conocimiento adquirido a partir de esto–– eran inevitables. La Ley de la Compensación, la cual Emerson definió con tanta claridad, hizo que este resultado fuera natural y necesario.

      Nota de Sharon: Ralph Waldo Emerson

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