Burlar al Diablo. Napoleon Hill

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algo más.” En este diario fechado el 8 de enero de 1826, también escribió: “De todo eso lo que conocemos es un sistema de compensaciones.Todo defecto de cierta manera es compensado por otro.Todo sufrimiento es recompensado; todo sacrificio es compensado; toda deuda es pagada.”

      ¿Qué me depara el futuro en forma de contrariedad a través del fracaso temporal? Por supuesto que no tengo manera de saberlo. Lo que sí sé, sin embargo, es que ninguna experiencia en el futuro podría herirme tan profundamente como lo han hecho algunas otras en el pasado, porque ahora estoy aclarando los términos con mi otro yo.

      Desde que el otro yo se hizo cargo de mí he llegado a un útil conocimiento que nunca hubiera descubierto mientras mi antiguo ente de miedo permaneciera en el trono. Entre otras cosas, he aprendido que aquellos que se enfrentan con dificultades que parecen insuperables pueden superarlas, si así lo hacen, ayudarán a otros que tienen problemas mayores.

      El valor de dar antes de tratar de obtener

      Estoy seguro de que ningún esfuerzo que hagamos llegar a aquellos que se encuentran afligidos no puede dejar de tener alguna forma de adecuada recompensa. Dicha recompensa no siempre proviene de aquellos a quienes se otorga el servicio, sino de una fuente u otra.

      Sinceramente dudo que cualquier hombre pueda hacerse de los beneficios de su otro yo mientras se encuentre inmerso en la codicia y la avaricia, la envidia y el miedo; pero si me equivoco en esta conclusión, entonces seguiré teniendo la extraña distinción de ser un hombre que ha encontrado la paz mental y la felicidad a través de un punto de vista que no era convincente. ¡Preferiría estar equivocado y feliz, que estar en lo cierto e infeliz! ¡Pero este punto de vista no está equivocado!

      Mientras siga estando bien con mi otro yo podré adquirir todas las cosas materiales que necesito. Es más, podré encontrar la felicidad y la paz mental. ¿Qué más podría alguien más conseguir?

      El único motivo que me inspiró a escribir este libro fue el sincero deseo de ser útil a otros al compartirles todo aquello que estén preparados a aceptar de la espléndida fortuna que fue mía desde el momento en que descubrí a mi otro yo. Esta fortuna, felizmente, no puede ser medida únicamente en términos materiales o financieros porque es mucho más grande de lo que todas esas cosas representan.

      Las fortunas materiales y financieras, al ser reducidas a sus términos más líquidos, se miden en términos de balances bancarios, que no son más fuertes que los bancos. Esta otra fortuna de la que hablo sí es medible, no sólo en términos de paz mental y alegría, se manifiesta en aquellos que acostumbran rezar.

      Mi otro yo me ha enseñado a concentrarme en mi objetivo y a olvidarme, mientras rezo, del plan mediante el cual éste será alcanzado. No quiero decir que los objetos materiales pueden adquirirse sin un plan. Lo que estoy diciendo es que el poder que convierte nuestros pensamientos o deseos en realidades, tiene su origen en una Inteligencia Infinita que conoce más sobre planes que aquel que hace la oración.

      Para ponerlo de otra forma, ¿no sería prudente que, al rezar, le confiáramos a la Mente Universal que nos diera el mejor plan para alcanzar el objetivo de esa oración? Mi experiencia con la oración me ha enseñado que, muy a menudo, todo lo que resulta de la oración es un plan (si es que la oración es respondida), un plan adecuado para la obtención del objetivo de la oración, a través de medios naturales y materiales. El plan debe ser modificado a través del esfuerzo personal.

      No sé nada acerca de alguna forma de oración que pueda ser inducida a trabajar favorablemente en una mente que se encuentra matizada, en el menor de los grados, por el temor.

      Nota de Sharon: ¿es la oración una parte de tu vida? ¿Confías en que Dios te entregará el plan más adecuado para la obtención del objetivo de tu oración? ¿Acaso sabes que para que tu plan tenga éxito debes actuar?

      Una nueva manera de rezar

      Desde que me he familiarizado más con mi otro yo, mi manera de rezar es distinta. Solía rezar sólo cuando enfrentaba alguna dificultad. Ahora rezo, cada vez que puedo, antes de que la dificultad me alcance. Ahora rezo, no para obtener más de estos bienes mundanos y recibir mayores bendiciones, sino para ser merecedor de lo que ya tengo. He descubierto que este plan es mejor que el anterior.

      La Inteligencia Infinita no parece ofenderse en absoluto cuando le agradezco y le demuestro que estoy agradecido por las bendiciones que han coronado mis esfuerzos. Me quedé pasmado la primera vez que probé este plan de ofrecer una oración de gratitud por lo que ya poseía y descubrí la vasta fortuna que poseía sin haberla apreciado.

      Por ejemplo, descubrí que poseo un cuerpo sano que nunca ha sido seriamente dañado por la enfermedad. Tengo una mente razonablemente bien equilibrada. Tengo una creatividad a través de la cual puedo ofrecer un servicio útil a un gran número de personas. He sido bendecido con toda la libertad que deseo, tanto en el cuerpo como en el alma. Poseo un perdurable deseo de ayudar a aquellos que han sido menos afortunados. Descubrí que la felicidad, la más grande aspiración de la humanidad, puede ser mía fácilmente, haya o no depresión mercantil.

      Por último, pero de ninguna manera lo menos importante, descubrí que tengo el privilegio de acercarme a la Inteligencia Infinita, ya sea con el propósito de dar gracias por lo que ya poseo, para pedir más o para pedir ayuda.

      Sería muy útil que todo aquel que lea este libro haga un inventario de sus bienes intangibles. Un inventario así podría revelar algunas posesiones invaluables.

      Nota de Sharon: hagamos un inventario de nuestras bendiciones en la vida. Demos gracias por cada uno de los dones otorgados. Sé que cuando me encuentre en un momento adverso me obligaré a pensar en mi familia, mis amigos y las bendiciones que han traído a mi vida. Es el camino más rápido para superarlo y colocar mis adversidades temporales en perspectiva.

      Algunas señales que hemos pasado por alto

      ¡El mundo entero está experimentando un cambio de tales proporciones, que millones de personas se han visto agobiadas por la preocupación, la duda, la indecisión y el temor! Hoy es un momento espléndido para que aquellos que han llegado a la encrucijada de la duda intenten familiarizarse con sus otros yo.

      Todo aquel que desee hacerlo verá útil una lección de la Naturaleza. La observación demostrará que las estrellas brillarán cada noche en sus lugares acostumbrados; que el Sol continúa enviando sus rayos de calor provocando que la Madre Tierra produzca una sobreabundancia de alimento y vestido; que el agua continúa fluyendo por la colina; que los pájaros reciben del aire y los animales salvajes del bosque sus acostumbrados requerimientos de alimento; que un día útil le sigue a una noche de descanso; que el activo verano le sigue al inactivo invierno; que las estaciones van y vienen precisamente como lo hicieron antes de que comenzara la Depresión de 1929; que, en realidad, sólo la mente de los hombres ha dejado de funcionar normalmente y eso porque los hombres han llenado su mente de temor. La observación de estos sencillos hechos de la vida diaria, puede resultar útil como punto de partida para aquellos que desean sustituir el miedo por la fe.

      No soy un profeta; pero sí puedo, con toda la debida modestia, predecir que todo individuo tiene el poder para cambiar su estatus material o financiero cambiando primero la naturaleza de sus creencias. No confundas la palabra “creencia” con la palabra “deseo”. Ambas son distintas. Cualquiera es capaz de “desear” las ventajas financieras, materiales o espirituales, pero el elemento de la fe es el único poder seguro por medio del cual un deseo puede traducirse en una creencia, y una creencia en realidad.

      Y aquí mismo es el lugar adecuado para llamar la atención hacia un beneficio real que cualquiera puede experimentar utilizando voluntariamente la fe

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