La isla etaria. Virginia Guarinos
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Esta sociedad está produciendo una inversión de sentido (radical como jamás se había producido en ninguna otra sociedad del mundo), la cual hace que los modelos de vida hayan pasado de ser los ancianos a ser los jóvenes, de tal manera que los medios se están encargando de colocar actualmente a los jóvenes como modelos de cuerpo, de vida, de comportamiento, invirtiendo el sentido que esa relación había tenido en la sociedad durante milenios, en que los jóvenes no existían, porque eran la etapa intermedia entre el niño y el adulto. Y esto sucede más allá de la buena o mala voluntad de la gente que tiene que ver con los medios, puesto que, como veremos, tampoco es una acción de estos, sino de cómo los medios catalizan un profundo desplazamiento del modelo de vida, y sobre todo, del modo de saber que fueron los ancianos2.
La Teoría de la Vitalidad Etnolingüística, ya desde los años 70 del siglo XX, profundiza en la importancia del papel de los medios como elemento de fortaleza social y de influencia de los grupos en la sociedad3. La vitalidad es una medida de la fuerza de un grupo particular en la sociedad; es decir
del nivel de representación demográfica, apoyo institucional y estatus de los cuales disfruta (…) Un elemento fundamental de apoyo institucional es la representación de un grupo en los medios. Los medios son instituciones sociales claves y su apoyo es un indicador claro de un soporte más general para el posicionamiento de un grupo en la sociedad4.
En otras palabras, el contenido de los medios sobre un grupo social es un indicador de la fuerza y de la influencia de dicho grupo. Cuanta menor presencia del grupo en los medios, menor poder como grupo en su consideración por el resto de grupos sociales.
Dentro de esta parcela de estudios etarios, la perspectiva del edadismo se centra en la representación y consumo, como personajes y como receptores (a modo de espectadores, consumidores o usuarios), en este caso, de la tercera edad de modo discriminatorio o vejatorio. La definición de edadismo o etarismo se resume como “mantenimiento de estereotipos o actitudes prejuiciosas hacia una persona únicamente por el hecho de ser mayor”5. Si bien existe un edadismo positivo (no dañino) para algunos teóricos6, es poco común, siendo el edadismo negativo7 el más desarrollado y resurgido en el presente siglo8 como una de las tres grandes violencias, junto con la discriminación por género y por raza, paradójicamente, puesto que al mismo tiempo el de los jubilados es un sector deseado para el consumo, al menos en lo que a los medios se refiere, en un doble movimiento anti-age y pro-age9. A la vez que se resignifica el estereotipo del “viejoven”, se radicaliza y se omite por negación el estereotipo de vejez tradicionalmente entendido, silenciándolo porque “la ancianidad queda reflejada en el imaginario cultural como una situación indeseable frente a la que no queda sino la necesidad de combatirla, de alejarla por todos los medios, de enmascararla y disimularla”10. Tanto es así que, como afirma Zurian (además de Medina y Núñez)11
El término viejo(a) se ha convertido en un concepto negativo y la sociedad ha necesitado construir eufemismos para eliminar del imaginario los conceptos incómodos. En el caso de las mujeres, la terminología utilizada para describirlas es más negativa todavía, consolidando las imágenes desmoralizantes sobre el envejecimiento femenino12.
La asociación con la decrepitud, la enfermedad, la dependencia, la inutilidad, la pasividad, la fealdad, la debilidad provocan un rechazo social que se refleja en los medios de comunicación, a veces explícitamente, otras por omisión, mantenida junto con el perfil positivo de la vejez vigorosa, con la consecuente angustia que puede provocar en el propio espectador de estas edades13.
Este edadismo se plantea desde la misma selección del oyente como miembro activo en los estudios de medios. La representación de mayores de 65 años era de entre un 2.8 y 1.3, sobre 5.0 (siendo este el máximo, correspondiente a oyentes de entre 40 y 49 años), por debajo incluso de la franja de edad comprendida entre los 14 y 19 años, que cuenta con una representación del 3.614. Aun así, el Estudio General de Medios, primera oleada de 2020, demuestra que de las siete franjas de edad establecidas para análisis, la población de más de 65 años supone el 24,9 %15, es decir, que una cuarta parte de la audiencia española carece de temas específicos destinados a ella y son tema de representación únicamente cuando suponen un foco de interés informativo.
2.La tercera edad como oyente deseado
Así las cosas, el rastreo de programas o secciones de programas ofertados para la tercera edad entre las cuatro emisoras generalistas más escuchadas del territorio nacional (por este orden, Cadena SER, COPE, Onda Cero y RNE, según el último EGM) arroja un resultado mínimo.
Juntos paso a paso (RNE)16 es el programa de mayor relevancia, si bien su franja horaria de emisión (sábados, de 7.00 a 8.00) lo convierte en un producto de difícil alcance, a pesar de la buena voluntad del ente por cumplir con su función de servicio público, ofreciendo temas de interés a los mayores, no solo de salud, ni mucho menos. Entre dichos temas se contemplan desde ofertas culturales hasta problemas legales o de jubilación. Su director, Juan Fernández Vegue, por un lado equilibra de un modo ejemplar los temas de interés, semana tras semana, y, por otro, también reproduce una imagen del segmento poblacional realista y, por tanto, multiforme, sin caer ni en paternalismos ni en falsas estereotipias alejadas de las personas que se encuentran en estas edades.
También del ente público, puede oírse El legado de nuestros mayores (Radio 5, Juan Presa)17, ya fuera de emisión, pero que estuvo en activo, a modo de píldoras de 5 minutos, entre 2018 y 2019 (los domingos a las 8.00 de la mañana), recogiendo testimonios de vida de toda la generación que vivió la Guerra Civil española, con motivo de la proximidad de la efeméride de los 80 años de su finalización. Se puede decir que RNE ha estado siempre al lado de este sector, puesto que no se pueden olvidar los 20 años de programa de El club de la vida, en antena desde octubre de 1987 hasta 2007, con doble emisión en Radio 1 y Radio 5, los sábados y domingos, de 6.00 a 7.30, por donde pasaron insignes mayores como Gabriel Celaya, José Luis Sampedro, Olga Ramos o Gloria Fuertes, dirigido por Loles Díaz Aledo y pionero en el sector.
Con un horario mucho más asequible, los martes, de 12.00 a 13.00 se emite Palabras mayores (Radio Internacional), un programa de larga trayectoria, que ha pasado por distintas radios, dirigido por una de las pocas periodistas españolas especializadas en el universo de temas que incumben al envejecimiento poblacional, Juani Loro. Como su propia cabecera indica, se trata de un espacio centrado en noticias de actualidad y otras informaciones para la mejora de la calidad de vida del sector, viajes, cultura y nuevas tecnologías a su alcance. Como en Paso a paso, el tratamiento que se da al oyente es respetuoso con la realidad social y ofrece perspectivas de temas generales bajo la óptica de la ancianidad, desde literatura a política o ciencia, tratando con sutileza problemas de difícil encaramiento por parte de los oyentes, como analizar el Alzheimer desde su representación en el cine, por ejemplo.
Y hasta aquí llegan las grandes radios. Loables son los intentos de otras radios del tercer sector que de alguna manera y con mucho esfuerzo dirigen sus miradas a los mayores. Siendo universitarios, no podemos dejar de hacer referencia al programa El arte de envejecer, dirigido y coordinado por los psicólogos Manuel Salgado y María del Carmen R. Matute, que con carácter mensual ahonda en los perfiles de personas anónimas (algunas no tanto) mayores de 65 años, profundizando en sus inquietudes, intereses e historias de vida, dando la voz necesaria a quienes tienen tan poca en la actual radio18.
3.Radiofonistas de cierta edad
Si las