Jamás te olvidé - Otra vez tú. Patricia Thayer
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De repente, Ana tuvo una idea.
–¿Todavía quieres pescar allí?
Hank hizo una pausa.
–¿Lo dices en serio? Esa zona de Big Hole River es increíble. Podría mandar grupos todos los días, aunque el dinero de verdad está en los viajes nocturnos y de fin de semana –le enseñó la tabla en la que apuntaba las tarifas que pagaban los pescadores por hacer esa clase de viajes.
Perpleja, Ana le invitó al rancho para visitar la zona en cuestión. Solo quedaba convencer a Vance. ¿Se pondría de parte de Colt o la apoyaría?
Capítulo 5
TRAS haber ido al hospital Vance se fue a casa por la tarde. La visita no había servido de mucho. Colt apenas era consciente de su presencia. Había intentando hablar de los asuntos del rancho, pero el anciano no parecía interesado en el tema.
De camino a casa, había parado en el Big Sky Grill para comprar algo de cena. Lo único que quería esa noche era cenar e irse a la cama. Al bajar de la camioneta, oyó que alguien le llamaba por su nombre. Se dio la vuelta y allí estaba Ana. Iba hacia él por el camino del granero.
Le sonreía… El pulso se le aceleró. Ya no podría dormir por la noche.
–¿Por qué tanta prisa?
–Estoy emocionada –le dijo, apenas sin aire.
Tenía una carpeta en la mano.
–¿Tienes un minuto?
–Claro.
–¿Te importa que entremos? Así voy cenando.
–Oh, lo siento. Deberías comer. Ya vuelvo luego.
Él la agarró del brazo para que no se fuera.
–No te vayas. Quiero decir que… es una tontería que vuelvas a la casa. Ven conmigo.
–Solo si comes mientras hablo.
Caminaron hasta el porche.
–Bueno, eso suena bien.
Una vez dentro, Vance encendió la luz y fue hacia el área del comedor. Puso la bolsa de comida sobre la mesa y colgó el sombrero de la puerta.
–¿Quieres algo de beber? –abrió la nevera–. Tengo refrescos y leche.
–Nada. Gracias.
Ana miró a su alrededor. La decoración era minuciosa, detallista… Era la casa de un hombre, pero todo estaba limpio y ordenado.
–¿Te gusta lo que ves?
Ana se volvió hacia él.
–Lo siento. Nunca te imaginé en una casa.
Vance puso dos refrescos sobre la mesa.
–Me imaginabas en una habitación, encima del granero.
–No. No te imaginaba en el granero. Es que… tienes muy buen gusto… con la decoración. Regresó a la mesa y se sentó.
–Y, para que conste, papá no debió dejarte vivir en el granero.
–Creo que trataba de proteger a sus cuatro hijas. Y era un apartamento encima del granero.
De repente, Ana le agradeció el refresco.
–Por favor, come –dijo y le dio un sorbo.
Vance se sentó frente a ella. Abrió la lata de refresco y bebió.
–Muy bien, ¿qué es tan importante que no puede esperar a mañana? –le preguntó mientras abría el sobre de la comida.
–¿Sabías que papá rechazó una propuesta de negocio de Hank Clarkson? Hank le ofreció dinero por dejar que sus pescadores pescaran en el rancho.
Vance se encogió de hombros y tomó un trozo de carne.
–Hace mucho sí que oí algún rumor. Pensé que no habían logrado ponerse de acuerdo.
Ana abrió la carpeta.
–Bueno, si se hubieran puesto de acuerdo, el rancho hubiera ganado mucho dinero.
Vance siguió comiendo.
–Te escucho.
–Esta tarde fui al pueblo a recoger algo de ropa de mi apartamento. Después pasé por Clarkson’s Trading Post para ver a mi amiga Sarah. Hank Clarkson me preguntó por papá y entonces me habló de esa zona de Big Hole River que está dentro del rancho.
Vance la observaba, hipnotizado por el movimiento de su cabello sobre la exquisita piel de sus hombros.
–Parece que Hank tiene varios clientes que quieren pescar en un área privada del río.
Sacó un papel en el que figuraban las tarifas que pagaban los pescadores.
–Podríamos ganar una parte de ese dinero.
–¿Y eso va a ser antes o después de que Hank y el guía se queden su comisión?
–Bueno, antes, pero él nos proporciona al guía y los botes. No obstante, sigue siendo dinero. Hank también me dijo que podríamos sacar mucho más si tuviera alojamiento para organizar excursiones nocturnas.
Al ver su entusiasmo, Vance se dio cuenta de que había posibilidades.
–Yo he pescado en el río y las truchas son grandes. Puede que no sea la solución a todos nuestros problemas, a menos que…
Los ojos de Ana se iluminaron.
–A menos que…
–Muchas cosas. ¿Quieres hacer esto temporalmente, o va a ser algo permanente?
–Con todas las dificultades que ha habido en los últimos años, deberíamos ver adónde nos lleva todo esto.
A Vance le gustaba la idea cada vez más.
–¿Quieres que contratemos a nuestro propio guía? ¿Quieres hacer un albergue?
Ana se encogió de hombros.
–No lo sé. ¿Qué te parece?
–¿No deberías hablar con tus hermanas?
Ana sacudió la cabeza.
–Primero, seguramente no conseguiré que tomen una decisión. Esto es algo que podemos hacer ahora mismo. Hank me aseguró que puede conseguir clientes que paguen pronto y no quiero perder esta oportunidad –le miró a los ojos–. ¿Es una locura invertir en algo así?
–Como no hay mucho dinero para