Diseño de Políticas Públicas, 4.a edición. Julio Franco Corzo
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El otro cambio importante en esta edición fue la sección de filtros de factibilidad. Decidí hacer modificaciones en la denominación de dos conceptos de factibilidad, dada la confusión que generaba para algunos lectores (cambié factibilidad financiera por presupuestal y factibilidad operativa por administrativa) y agregué una nueva factibilidad como resultado de la investigación de mi nuevo libro sobre elefantes blancos (factibilidad técnica). Adicionalmente, añadí ejemplos de cada tipo de análisis de factibilidad para que el lector pudiera tener más claridad sobre cómo se lleva a cabo esta práctica.
Finalmente, incorporé nuevos casos de elefantes blancos que ejemplifican la importancia de un buen diseño de política pública: una ciudad mexicana que pretendía ser un modelo internacional pero que está prácticamente deshabitada, una presa sin agua y un centro penitenciario sin reos.
Espero que este texto sea un buen compañero en el viaje del análisis de una política pública o en el diseño de un nuevo programa gubernamental.
Julio Franco Corzo
Septiembre de 2020
Prólogo
Dr. Luis F. Aguilar Villanueva
En México y en numerosos países, por diversas circunstancias y motivos, se extiende inquietantemente la pregunta acerca de si en las condiciones actuales los gobiernos son aún capaces de dirigir a sus sociedades. La pregunta no es casual ni académica, pues son muchas las evidencias que muestran que los gobiernos carecen de respuestas aceptables para numerosos problemas sociales que causan sufrimientos; envilecen la existencia de las personas y extinguen sus esperanzas.
En algunos países son terribles los problemas de un bajo crecimiento económico que provoca el desempleo de millones de jóvenes; mientras en otros, el incremento del crimen y la violencia es angustiante, así como desoladora la pobreza extrema y la inequidad que condenan a millones de personas a destinos precarios de vida. En otras naciones, las oportunidades educativas y de salud son reducidas o de calidad insuficiente, con el efecto de que poblaciones enteras no posean las capacidades básicas para desarrollar sus proyectos de vida; y casi en todos los países son crecientes los daños del cambio climático.
En el centro de estos problemas que enfrentan las sociedades se ubica el gobierno por sus decisiones erróneas de política, su limitada provisión de servicios públicos en cobertura y calidad, la pesadez de sus procesos, la hipertrofia costosa de su aparato administrativo, su imprevisión de futuros sociales ominosos o, peor aún, por causa de arbitrariedades, corrupción, inobservancia de la ley o incompetencia de sus dirigentes y gerentes.
Gobernar no ha sido nunca fácil y ahora lo es menos, hasta el punto que muchos se preguntan sombríamente si el gobierno pueda ser en el siglo xxi una agencia confiable de conducción de la sociedad, de solución de problemas, de producción de bienestar y seguridad, de creación de futuros de mejor calidad. Otros se preguntan, en un tono más moderado, si el modo tradicional (vertical, protagónico, dominante) de dirigir de los gobiernos, de proveer los bienes y servicios públicos y de relacionarse con los ciudadanos es todavía apropiado y eficaz; o sea, en cambio, algo más bien viejo y polvoso, que hay que dejar atrás de una buena vez si se quiere que las sociedades sean lugares que queremos y apreciamos porque no encontramos obstáculos ni amenazas para desarrollar nuestras potencialidades, capacidades y proyectos de vida.
Ante las numerosas fallas analíticas, financieras, administrativas y políticas de los gobiernos, que se amplifican y agudizan con las fallas ciudadanas, que van desde la transgresión a las leyes hasta el irrespeto, la violencia y la insolidaridad, es lógico y justificado exigir al gobierno, que es la agencia directiva y rectora de la sociedad, que sea capaz de anticipar y afrontar los problemas críticos de la vida en común y de tomar las decisiones idóneas para controlarlos, acotarlos, acaso resolverlos y liberarnos de los males y perjuicios que nos ocasionan.
La contradicción social más devastadora es tener gobiernos que no gobiernen, debido a que su incapacidad e ineficacia pone en riesgo la calidad de la convivencia y la probabilidad de la supervivencia.
La exigencia ciudadana por gobiernos que decidan acciones acertadas y efectivas para resolver problemas públicos, realizar objetivos de interés público, producir beneficios de alcance general es, precisamente, una exigencia de “políticas públicas”. En efecto, las acciones de los gobiernos legítimos que tienen como propósito realizar objetivos de interés público con eficacia y aún eficiencia es lo que, en términos genéricos pero no inexactos, se entiende por política pública.
El término comenzó a emplearse en México a partir de los años ochenta del pasado siglo en el ámbito académico, pero poco a poco se fue difundiendo en el ámbito de la política, de la sociedad civil y de los medios de comunicación, en razón de que el concepto destacaba que el atributo esencial de las acciones del gobierno republicano y democrático es la valoración de la ley pública, el cuidado del interés público y la capacidad y eficacia directiva, descalificando al mismo tiempo las arbitrariedades, ilegalidades, clientelismos, corrupciones, incompetencias y errores de las acciones gubernamentales.
Hoy, política pública es un término apreciado y de uso general en el discurso político y académico y ha dado origen en los gobiernos a direcciones, coordinaciones, departamentos de política pública.
A la exigencia de gobiernos genuinamente públicos y eficaces quiso dar respuesta la disciplina de Política Pública, desde que nació en los Estados Unidos en los años cincuenta del pasado siglo y desde que fue adoptada en México a fines de los años ochenta, al calor del movimiento político por la democratización del régimen y por la superación de la desastrosa crisis económica del país, causada por las decisiones equivocadas de política económica de los últimos gobiernos del antiguo régimen postrevolucionario.
La disciplina de Política Pública tiene como objeto de conocimiento el proceso mediante el cual los gobiernos toman sus decisiones directivas, y su objetivo consiste en mejorar la calidad y eficacia de su decisión directiva con base en el conocimiento.
El foco de la disciplina es la decisión de gobierno de los gobiernos y su propósito es lograr que las decisiones no sean sólo buenos propósitos, nobles intenciones y soberbios proyectos sociales sino que, con base en la información, el análisis, el cálculo, se materialicen en hechos sociales cuyos beneficios disfruten los ciudadanos. La tarea cognoscitiva de la disciplina es una forma de dar respuesta a la decepción, descontento, desconfianza social en la capacidad directiva de los gobiernos y, particularmente, de aquellos que son brillantes y hasta apantallantes en el discurso, pero débiles en la práctica y en su rendimiento y utilidad social; mientras cada vez más la legitimidad política de los gobiernos, la credibilidad y la confianza de la sociedad en ellos descansa en su desempeño social, en los resultados de valor que produce, en su capacidad de transformar las palabras políticas en hechos tangibles de beneficio social.
Este espíritu cognoscitivo y cívico de asegurar y mejorar la naturaleza pública y la eficacia de las acciones de los gobiernos inspira el libro Diseño de Políticas Públicas: una guía práctica para transformar ideas en proyectos viables de Julio Franco Corzo. La obra nos ofrece correctamente la sustancia de la disciplina de política pública, pero se caracteriza principalmente por ser fiel a su objetivo esencial y distintivo, que más que interesarse en teorizar respecto a cómo los gobiernos toman sus decisiones, se enfoca a incidir en las decisiones de gobierno, a mejorar su calidad analítica, su cálculo de consecuencias y costos, su diseño.
Característica