Jugando a ser Dios. Manuel López Michelone

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Jugando a ser Dios - Manuel López Michelone

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de Von Neumann, ya existen programas que permiten probar las ideas en cuestión.4

      Pero hay más dificultades: los organismos vivos son finitos y se reproducen en un tiempo finito. El problema con los autómatas de Von Neumann es que el constructor universal sigue reglas muy precisas y, por ende, genera una réplica de la máquina original sin siquiera saber lo que está haciendo y no sabe cuándo detenerse, lo que causa una regresión infinita. Por ello, él decidió incorporar un mecanismo extra, el cual llamó “unidad supervisora”, que ocasiona una dificultad inesperada: hace más compleja aún a la máquina por replicar. De esta manera se evita la replicación infinita, pues el mapa describe al constructor universal y a la unidad supervisora. Cuando hay que hacer un nuevo mapa, éste es su propio mapa. Ahora entonces se interpreta de dos formas, primero como un conjunto de instrucciones que deben seguirse para hacer un cierto tipo de máquina, y luego la unidad supervisora cambia al segundo modo, las instrucciones en el mapa son ignoradas. El mapa solamente es el material para realizar la copia.

      Lo notable de esta descripción de los autómatas de Von Neumann es que siguen el modelo de replicación del adn. En la época en que desarrollaba este trabajo aún no se sabía cómo se replicaba el código genético de los seres vivos. Watson y Crick demostraron que el mecanismo descrito por el científico húngaro-estadunidense era prácticamente el mismo del adn. Se llegó a la conclusión de que no se necesita una fuerza mística o intangible (como la fuerza vital de la que hablaba el extraordinario físico Niels Bohr) para explicar cómo se replican las cadenas de adn. Esto caló hondo en la mente de los biólogos de la época, sepultando de forma inevitable la idea de que esta fuerza de vida, esta fuerza vital, era la que definía la diferencia entre seres vivos y objetos sin vida. De hecho, los biólogos han adoptado el punto de vista de Von Neumann que en esencia sostiene que la autorreplicación finalmente es organización, es decir, la habilidad de un sistema para contener una descripción de sí mismo y usar esa información para crear nuevas copias.

      La idea de una unidad supervisora incomoda en un principio, pero quizás en la concepción de Von Neumann sea una necesidad. En el ámbito computacional existen ejemplos de que la regresión infinita se impide cuando se utiliza una función recursiva. En cierto sentido, la recursión es un proceso basado en sí mismo, en su propia definición. Esto conlleva regresión infinita, a menos que se plantee una condición que elimine dicha situación. Por ejemplo, en Prolog podemos definir un predicado, member, el cual nos puede indicar si un elemento es parte de una lista. Para ello, lo definimos de esta manera:

      member(X, [X|_]). % member(X, [Cab|Cola]) es cierto si X = Cab

      % esto es, si X es cabeza de la lista

      member(X, [_|Tail]) :- % o si X es miembro de la cola,

      member(X, Tail) . % si member(X, Cola) es verdadero.

      Dicho de otra manera, la unidad supervisora de Von Neumann quizás no necesita ser tan compleja como podría esperarse en un inicio. Simplemente decide el modo de actuar de acuerdo con una simple condición binaria, de verdadero o falso.

      Von Neumann finalmente pudo probar con su juego de patrones celulares lo siguiente: “Hay patrones que pueden reproducirse a sí mismos”. Si se empieza con un patrón que se puede autorreplicar, eventualmente tendremos dos; después cuatro, ocho, etcétera. También logró demostrar que incluso con estas reglas sencillas la creación de máquinas que se autorreprodujeran sería un asunto complejo, que representaba aproximadamente 200 000 cuadrados del tablero en el que hacía la simulación.

      Von Neumann no solamente mostró que podía crear una máquina que se podía autorreplicar, sino que además corroboró que una máquina puede crear otra incluso más compleja que la original. Y aunque esto no ha tenido aplicación práctica, parece ser evidente que ocurre en la biología, y la prueba más fehaciente de ello es la evolución del ser humano, asunto que ha dejado de ser objeto de discusión.

      Es claro que las máquinas de Von Neumann no son seres vivos, pero lo que demostró es fundamental: que una serie de reglas basada en la lógica era suficiente para hacer máquinas que pueden reproducirse a sí mismas. Y volviendo a la biología, es razonable pensar en las células de los seres vivos como máquinas complejas que se autorreplican, y en esos términos la analogía con

      las máquinas de Von Neumann es bastante adecuada.

      En resumen, Von Neumann logró crear una definición de vida basándose en la teoría de la información, bajo el supuesto de que la reproducción biológica es en última instancia un evento meramente mecánico. He aquí las valiosas conclusiones de su trabajo:

      1 Un sistema vivo encapsula una descripción de sí mismo.

      2 Impide la regresión infinita (la recursión) incluyendo una descripción de la descripción en la descripción.

      3 Así, la descripción tiene un doble papel: es una descripción codificada del resto del sistema, y al mismo tiempo es una especie de modelo de trabajo (que no requiere decodificarse) del mismo.

      4 Hay una parte del sistema que se llama “unidad supervisora” que conoce este rol dual de la descripción y se asegura que la descripción se interprete de ambas maneras durante la reproducción.

      5 Hay otra parte, llamada “constructor universal”, que puede construir cualquier clase de objetos, incluyendo el sistema vivo, dadas las instrucciones correctas.

      6 La reproducción ocurre cuando la unidad supervisora instruye al constructor universal a construir una copia nueva del sistema, incluida la propia descripción.

      Es importante aclarar que Von Neumann, al referirse a la autorreplicación (o reproducción) de los autómatas celulares, habla de recursión, en donde el mapa genético está en el mismo autómata; es decir que lo definido está en la definición y esto es precisamente una condición indispensable para que haya autorreplicación.

      2 S. M. Ulam, Adventures of a Mathematician, University of California Press, 1976.

      3 De niños nos enseñan que lo definido no puede estar en la definición, pero esto no es cierto. Por ejemplo, podemos definir la operación factorial, que se anota con ‘!’ de forma recursiva. Decimos que n! = n (n – 1)! Y además que 0! = 1. Así entonces, 3! Se podrá calcular diciendo que 3! = 3 (2!); pero 2! = 2 (1!); pero 1! = 1 (0!); pero 0! = 1 entonces podemos regresar en los cálculos que tenemos pendientes: 1! = 1 (0!) = 1; 2! = 2 (1!) = 2; 3! = 3 (2!) = 6. Hay una historia en donde se decía que Iteratum humanum est, recursivitum divinum est cuyo autor era el creador del lenguaje Pascal, Niklaus Wirth (15 de febrero de 934-). Sin embargo, el propio Wirth ha desmentido constantemente esta afirmación y no se sabe a ciencia cierta por qué se le adjudica a él.

      4 Umberto Pesavento, entre 1992 y 1994, con 16 años de edad, programó las ideas de Von Neumann asesorado por Renato Nobili, que había emprendido esta tarea unos años atrás. El programa funciona en la plataforma Windows y fue compilado

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