Florecer juntos. Miriam Subirana

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Florecer juntos - Miriam Subirana Psicología

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de hacer algo, pero nuestra lógica, nuestra mente, nuestras creencias, nos dicen: «No, no, por aquí, no, por allá». Después piensas: «Tendría que haber hecho lo que intuía». No confiamos en esta intuición porque hay muchas mezclas de deseos, miedos, opiniones y creencias que interfieren.

      La intuición es la facultad de una consciencia despierta. Con ella te das cuenta de lo que ocurre dentro y fuera, y tienes una visión global. La intuición es un acceso directo, sin pasar por lo racional, a una información de la que normalmente no somos conscientes. Es la capacidad que tenemos de saber algo sin una base lógica. Sabes algo sin saber cómo lo sabes, lo intuyes y aciertas. La intuición te ayuda a mantener el rumbo en momentos de incertidumbre. Te conecta con tu brújula interior, con la estrella que te guía.

      La autenticidad

      Podría llamarse también la pureza, la sinceridad, la honestidad, la transparencia. Hoy en día, vemos que abunda la corrupción, la mentira, el engaño, porque nos hemos alejado del corazón del ser y residimos en la periferia: en personajes, identidades, roles y etiquetas temporales y pasajeras.

      En la autenticidad del ser, uno se libera de falsas identidades, de personajes que uno no es. Es una libertad que nos lleva a ser felices. La base de la felicidad es la libertad. Viviendo la autenticidad del núcleo positivo, sientes la verdadera plenitud del ser: plenitud que no viene de fuera hacia dentro, sino que emerge y se transmite de dentro hacia fuera. En su estado auténtico, no carece de nada esencial.

      El poder personal

      Cuando estamos vinculados con nuestras raíces internas, vivimos la convicción de que podemos. Podemos ser lo que somos y podemos estar bien. «Nada hay tan indestructible como un hombre convencido. Ningún obstáculo es infranqueable cuando hay verdadera fe».3

      Somos singulares. No temamos brillar, ser únicos y ser diferentes. Nuestra singularidad personal es el regalo que podemos aportar al mundo y a nuestras relaciones. Nos enriquecemos al darnos y compartir. El coaching apreciativo honra la singularidad de cada uno, su excepcionalidad y los elementos esenciales y diferenciales que la persona aporta al proceso. Cada uno es especial, diferente y único. Quien es singular es original, notable, sorprendente, excelente, extraordinario, raro, distinto, peculiar, atípico, diferente, excepcional y misterioso. Nuestra singularidad se enaltece al compartirla ya que somos seres sociales y nos necesitamos unos a otros para ser y potenciar lo que somos, para convivir y compartir, para florecer.

      Con la indagación apreciativa descubrimos la singularidad de cada uno, la potenciamos y la despertamos; así todo el talento y la capacidad personal florecen. Si además meditas, la meditación te ayuda a escuchar la voz que sintoniza con tu ser originalmente pacífico, auténtico, amoroso, sabio y fuerte porque está enraizado en tu esencia. Al meditar accedes al corazón del ser, al templo del ser que no ha sido contaminado por los miedos, el egoísmo, la avaricia, la negatividad, lo inútil ni lo superfluo. Conectas con el núcleo positivo que te revitaliza y te da fuerzas para vivir lo auténtico que reside en ti y que eres tú.

      3. En busca de la liberación

      Para vivir tu esencia, en tu núcleo positivo, que consiste en lo que he expuesto en el capítulo 2, necesitas permitírtelo y liberarte de miedos, de creencias limitantes, de sentimientos de culpa y rencor. La persona cuyo espíritu se libera de ellos controla su mente, dirige su pensamiento y mantiene centrada su atención. Su corazón está en paz, e irradia energía positiva y de amor. Su acción está alineada con sus valores, decisión y voluntad. Su ser convive fluyendo con los otros.

      Nuestra capacidad creadora de escoger qué pensamos y qué sentimos en cada momento y cómo respondemos en cada situación es nuestra fuerza y nuestra libertad. Sin embargo, nuestras creencias nos limitan, nuestro pasado nos condiciona y nuestros miedos nos impiden vivir nuestros sueños más profundos. Si queremos vivir liberados de condicionamientos autolimitadores, hemos de conocernos mejor, cuestionar nuestras creencias, limpiar el almacén de los recuerdos que nos mantienen anclados en el pasado, y vencer nuestros miedos, que nos frenan y bloquean nuestra inmensa energía creativa. Para acompañarnos unos a otros a vivir con este espíritu de libertad, podemos preguntarnos ¿estás seguro? Cada vez que alguien haga una afirmación rotunda, podemos hacer que se cuestione sus convicciones para abrirse a incorporar otras perspectivas.

      En los próximos capítulos explicaré cómo la mirada apreciativa en el acompañamiento a personas y el coaching apreciativo contribuyen al proceso de liberación. Ahora, aquí, te explico lo que podemos lograr. En la parte III del libro, comparto contigo cómo lo conseguimos y qué principios y etapas podemos seguir.

      Para florecer juntos es importante comprender los hábitos que hemos creado, que nos influyen, condicionan y atan. No nacimos con ellos, sino que los fuimos creando. Algunos son hábitos que nos privan de nuestra libertad personal; otros limitan nuestro potencial. Puede incluso que estos hábitos lleguen a generar una esclavitud o adicción a nivel emocional y mental. Algunos hábitos se han cultivado en el seno de unas relaciones que, finalmente, se volvieron dependientes y tóxicas.

      La libertad consiste en ser capaces de pensar, experimentar y expresar nuestros pensamientos y sentimientos, sin ser condicionados por factores externos ni por las tendencias negativas de nuestra personalidad, y sin causar dolor. Sí, debemos tener en cuenta los factores circunstanciales y las relaciones, el momento y el lugar, pero no actuar como víctimas de todo ello, sino cuidando y cuidándonos. El que actúa como víctima siente que no puede gobernar su vida porque sus relaciones mandan y las circunstancias lo abruman y confunden. De todas maneras, si nos sentimos condicionados, seamos conscientes de ello y de la posibilidad de elegir otras perspectivas. Y, según las condiciones, elegir lo mejor para cuidarnos y cuidar.

      Se trata de ser capaces de vivir en las emociones positivas, en los sentimientos que enaltecen nuestra vida, y en plantear con asertividad las conversaciones que nos importan y nos llevan a avanzar. Es poder transitar por las emociones negativas sin ahogarnos en ellas.

      Para vivir con mayor libertad, aprendamos a plantearnos las preguntas poderosas que serán como llaves que nos abrirán puertas. Esto nos ayudará a ampliar nuestra visión y a ser más conscientes. Plantearnos las preguntas adecuadas nos ayuda a recibir las respuestas necesarias. Aunque tengamos la respuesta delante de nosotros, si no nos hemos planteado la pregunta, no recibiremos ni captaremos la respuesta. Si podemos formular la pregunta, veremos que la respuesta está en el umbral de nuestra puerta.

      Para formular la pregunta que nos abrirá y liberará, debemos entender el contexto, y que vivimos basándonos en un conjunto de creencias que forman nuestra visión de la vida, nuestras actitudes, nuestras decisiones y nuestros comportamientos. Estas creencias son sociológicas, psicológicas, culturales, políticas, religiosas y espirituales. Son creencias acerca de lo que es bueno y de lo que es malo; del bien y del mal; acerca de lo que es éxito y lo que es fracaso. Y así un sinfín de creencias que forman nuestros condicionamientos y status quo en el cual vivimos. Con los principios apreciativos nos abrimos a otras perspectivas y aprendemos a cuestionar apreciativamente; si no lo hiciéramos así, provocaríamos una actitud defensiva y de mayor anclaje en las propias convicciones.

      ¿Qué es lo que te lleva a estar convencido de algo?, ¿estás seguro? ¿Pueden liberarnos las creencias? o, en definitiva, ¿hemos de trascender ciertas creencias? En la experiencia del silencio contemplativo lo trascendemos todo, incluido nuestro yo individualista y dual. Entramos en la dimensión de la claridad pura. Como bien expresa Pablo d’Ors (2012): «Cuando ya no tienes ni eres nada, estás por fin en liberad. Eres el territorio interior mismo: no solo estás en tu patria, eres tu patria». En esta peregrinación hacia tu patria, el destino de la libertad no está lejos ni fuera; está a un segundo y a un milímetro de distancia. Eres tú y está en ti.

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