Políticos y sacerdotes. Osho

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Políticos y sacerdotes - Osho Sabiduría Perenne

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que antes tenías una forma distinta y por eso no reconoces la de ahora. Ni siquiera reconoces tu propia foto en el vientre de tu madre. Si te enseñara una foto de tu vida pasada, ¿la reconocerías? Y sin necesidad de irse al vientre de tu madre, basta con que te enseñe una foto de cuando tenías tres meses, o seis, o nueve. Toda cambia constantemente.

      La muerte es una gran transformación.

      Me has preguntado qué papel tiene la renuncia en mi religión. Antes de contestarte, quiero que tengas en cuenta una cosa: la idea de renunciar está tan arraigada al conjunto de la humanidad que hasta quienes niegan la existencia de la vida después de la muerte siguen usando el mismo razonamiento. Se ha vuelto universal.

      En la India, por ejemplo, había una escuela de ateos denominados charvakas. Merece la pena entender el término charvaka. Sus enemigos —y cualquier religión es enemiga de los charvakas— quemaron todos sus libros y no nos ha llegado ni un solo libro suyo. Solo tenemos noticias de ellos a través de las críticas que hemos encontrado en las escrituras hinduistas, jainistas y budistas. De modo que nos podemos imaginar lo que decían, aunque no lo sepamos a ciencia cierta. Y estamos diciendo que los que destruyeron las escrituras de los charvakas eran religiosos. Es posible que asesinaran a muchos de ellos, porque hoy no queda ningún charvaka en la India. Las escrituras desprenden tanta hostilidad hacia los charvakas que esto nos lleva a pensar que su movimiento debía tener mucha fuerza. De lo contrario, ¿qué sentido tenía criticarlos si no había nadie que siguiera su filosofía?

      Las tres religiones nunca han dejado de criticar y hablar mal de los charvakas. Debía de ser una filosofía muy popular. De hecho, sigue siendo muy popular en todo mundo, aunque la gente no lo quiera reconocer porque son muy hipócritas. Si te fijas en lo que defiende esta filosofía, te darás cuenta de que el 99,9% de cada cien personas son charvakas. Da lo mismo que sean cristianos, hinduistas o musulmanes, eso solo es una fachada.

      Las escrituras de sus enemigos describen el significado de la palabra charvaka: comer, beber y disfrutar. Charvaka es una persona que cree en comer, comer y comer a través de los sentidos. No estoy diciendo que esto lo haya declarado un charvaka, aunque es posible. Las escrituras de sus enemigos aseguran que los charvakas decían: «No te preocupes, bebe, come y sé feliz, aunque tengas que pedir dinero prestado. Si tienes que pedirlo, hazlo, porque cuando te mueras, tú no estarás ahí para devolverlo y tampoco vendrá nadie a preguntarte: “¿Dónde está mi dinero?”. Todo se acaba con la muerte, así que no te preocupes por que los sacerdotes digan que vas a sufrir por tu karma. Disfruta de todas las formas que puedas. No dejes de hacerlo. Este es el único mundo que existe».

      Este es el significado que dieron sus enemigos al charvakismo, pero hay un documento de un enemigo de los charvakas —que debió de ser una persona muy liberal— que dice que, aunque ellos, los enemigos de los charvakas, han dado este significado a esta filosofía, para los charvakas esta es una filosofía dulce —este significado se deduce del nombre en sí—, y un charvaka es alguien que dice palabras melosas. Y sin duda es así, pero siguen atrapados en la misma forma de razonar.

      Las personas religiosas dicen: «Renuncia a este mundo para disfrutar del otro mundo». Y los charvakas dicen: «Si quieres disfrutar de este mundo, renuncia al otro». Están usando el mismo razonamiento. Aunque lo vean desde ángulos distintos, unos y otros dicen que hay que renunciar a algo. Los charvakas dicen que hay que renunciar al otro mundo: renuncia a Dios, al nirvana y al paraíso, porque no existen. Lo único que hay es esto, así que disfrútalo.

      La filosofía de Epicuro en Grecia decía lo mismo, y también se quedó atrapada en este razonamiento. Y lo mismo le sucedió a Karl Marx, porque no hay otro mundo. El primer impulso para poder disfrutar de este mundo es negar que haya otro. Primero hay que destruir el otro mundo, Dios no existe, ni el paraíso, ni el cielo, ni nada. No hay un alma que sobreviva; al morir el cuerpo, todo muere. Solo eres tu cuerpo, tu química, tu biología, tu fisiología, todo junto, tú eres el resultado de todas esas cosas. Es como un reloj que continúa moviéndose, pero eso no significa que detrás haya un alma moviendo las agujas. Si desmontas todas las piezas, no la encontrarás, solo verás que las piezas están agrupadas de una forma determinada. Si lo vuelves a montar, se moverá. Como decía Karl Marx: «La conciencia no existe independientemente, solo es un derivado». Por eso desaparece la conciencia al morir el cuerpo.

      ¿Por qué hay tanto interés en negar la existencia del otro mundo? Solo lo hacen por una razón: porque, si no niegas el otro mundo, no podrás disfrutar de este.

      Sin embargo, yo tengo un punto de vista completamente distinto al de todos ellos, ya sean religiosos, antirreligiosos, teístas o ateos. Yo no pertenezco a ninguno de esos grupos. Para mí sigue existiendo la vida, pero no hace falta llamarlo «el otro mundo». Es el mismo mundo, es una continuidad. El Ganges, cuando nace en el Himalaya solo es un riachuelo. Luego va bajando y se le unen otras cascadas y riachuelos, y se va haciendo cada vez más grande. Al salir del Himalaya se ha convertido en un gran río. Es difícil pensar que es el mismo río. Se puede ir hasta el punto de su nacimiento. Los hinduistas, que adoran a la vaca como si fuera una madre, han esculpido una cabeza de vaca en el nacimiento mismo del Ganges. El Ganges, siendo todavía diminuto, muy pequeño, discurre por esa cara.

      Al llegar a Benarés, el Ganges tiene un tamaño impresionante. Y cuando esta cerca de Calcuta, a punto de desembocar en el océano, el Ganges mismo es casi como un océano. Cuando llega ahí, es tan ancho que es difícil distinguir dónde está el océano y dónde está el río. Desemboca en el océano, pero sigue estando ahí. ¿A dónde puede ir? Es verdad, ha dejado de ser un río —es posible que parte del agua se evapore y se convierta en nubes, y otra parte se convierta en hielo y se desplace hacia el Ártico—, pero sigue estando ahí, no desaparece.

      Yo no estoy diciendo que tengas que renunciar a algo, no estoy diciendo que tengas que renunciar a este mundo para tener ese mundo, o que tengas que renunciar a ese mundo para tener este. No tienes que renunciar a nada.

      ¡Solo tienes que vivir! Dondequiera que estés y seas lo que seas, tienes que vivir intensamente, con totalidad.

      Si puedes disfrutar con totalidad este momento, este espacio, esta oportunidad que tienes a tu disposición, no hay duda de que entrarás en un plano de conciencia más elevado. Tendrás más entendimiento, más comprensión, serás más consciente. La vida seguirá. Solo depende de tu conciencia y de este momento presente que adquiera una forma más o menos elevada, que vaya hacia el sufrimiento o que vaya hacia el éxtasis. Por eso no te pido que renuncies a este mundo.

      En cierto modo, yo soy una persona fuera de lo común porque estoy en contra de las religiones. En la India hay personas religiosas que han publicado libros y artículos en mi contra, y también personas comunistas.

      En cierta ocasión, yo iba en un tren, y el presidente del Partido Comunista de la India, S.A. Dange, viajaba conmigo en el mismo compartimento. Su yerno acababa de publicar un libro en el que me atacaba, y me preguntó:

      —¿Has visto el libro que a publicado mi yerno en tu contra?

      —Estoy tan atareado viviendo —le respondí— que no me interesa si escriben en mi contra. Hay que ser bastante tonto para perder el tiempo en escribir un libro contra mí. ¡Es mejor que se dedique a vivir! Si le apetece escribir, que escriba algo sobre su propia vida. ¿Para qué quiero leer esa bazofia? Aunque sea tu yerno, no me interesa, léelo tú.

      Estaba punto de darme el libro, pero le dije:

      —Tíralo por la ventana, porque se han escrito tantos libros contra mí que no puedo perder el tiempo. —Y añadí—: Quizá no lo sepas, pero lo más curioso es que las personas religiosas escriben contra mí, y los que no lo son, los comunistas, también. Esto es algo que nunca había ocurrido antes.

      Hay

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