Los progresos del hombre. Oscar Martello

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Los progresos del hombre - Oscar Martello страница 3

Автор:
Серия:
Издательство:
Los progresos del hombre - Oscar Martello

Скачать книгу

los niveles de contaminación, se fue reduciendo la capacidad de reproducción humana. Estadísticamente, el resultado del recuento de espermatozoides ha ido descendiendo desde mediados del siglo xx, y cada vez son más numerosos los casos de menopausia precoz en mujeres menores a 40 años, debido a la reducción de su reserva ovárica.

      Pocos datos de una larga historia

      El hombre ha contaminado el ambiente desde el instante mismo en que comenzó su desarrollo cultural: de acuerdo con los rastros de hollín encontrados en las cavernas, ya el encender hogueras o pequeños fuegos en el interior de las cuevas contaminaba el aire que los antiguos humanos respiraban. Otro tanto podría decirse del método agrícola de tala y quema, que consiste en incendiar porciones de selva a fin de despejar áreas para cultivos y usar las cenizas como fertilizante. No sólo los incendios agreden el medioambiente destruyendo ejemplares de la flora y la fauna. En el lapso de dos o tres cosechas, las cenizas acumuladas forman una capa impermeable que impide la absorción de agua. El área, entonces, se vuelve improductiva, por lo que se hace necesario talar y quemar otra porción de selva. Cuando este método era utilizado por grupos humanos poco numerosos en una región selvática de grandes dimensiones, los efectos no eran catastróficos; la vegetación podía volver a recuperarse, lo que se torna cada vez más dificultoso a medida que va aumentando la población. Hoy, en líneas generales, la capacidad de regeneración de la selva se ha agotado; los animales que lograron sobrevivir buscan nuevos hábitats, y el grupo humano ya no puede subsistir, porque al destruir el medioambiente ha extinguido también sus recursos económicos. En suma, la sustentabilidad de ese método agrícola está en estrecha relación con la cantidad de humanos que se alimentan de él y con la extensión de que dispongan. Y a la larga se torna inevitable el control de la natalidad o la práctica del “homicidio social” en la que, dependiendo de las circunstancias, las víctimas son niños o ancianos.

      A estas primeras prácticas de destrucción del medio, siguió el ya muy contaminante forjado de los metales, particularmente por parte de las grandes civilizaciones, tal cual ha podido observarse en el análisis del hielo de los glaciares del hemisferio norte.

      Durante la Edad Media, las ciudades europeas se encontraban muy contaminadas debido a la metalurgia, la quema de carbón y, muy especialmente, el tratamiento de los detritos humanos que eran vertidos - o directamente arrojados- en la vía pública, por donde llegaban a los grandes o pequeños cursos de agua junto a los que, desde antiguo, los humanos nos hemos asentado. El tamaño de las ciudades, que crecían desordenadamente, aumentaba el hacinamiento y, en consecuencia, se multiplicaban los efectos de la contaminación por medio de plagas y epidemias. La mortandad y la migración hacia las zonas rurales provocaban la disminución temporal de la densidad poblacional, pero pronto todo volvía a la “normalidad”.

      Las regulaciones, como la prohibición de quema de carbón en el Londres de 1272, y la construcción de rudimentarios sistemas cloacales contribuyeron a paliar los efectos contaminantes de los detritos humanos y la basura domiciliaria en las calles de las ciudades más grandes, pero conducirlos directamente hacia los cursos de agua aumentó la contaminación de los ríos y las riberas.

      Fue con la Revolución Industrial cuando la contaminación se transformó en un serio problema social y medioambiental. El cambio en el sistema productivo dejó a numerosos campesinos y aldeanos al borde de la inanición. Auténticas masas humanas convergieron sobre las ciudades, en las que empezaban a construirse enormes fábricas, y el hacinamiento se volvió un drama cotidiano. La epidemia de cólera que a mediados del siglo xix afectó a Inglaterra, ensañándose especialmente en la ciudad de Londres, fue consecuencia directa de la acumulación de aguas servidas y residuos humanos e industriales, que poco después dio lugar al llamado Gran Hedor del río Támesis. Es fama que, durante el verano de 1858, el aire en la zona central de Londres se volvió irrespirable.

      La concentración de grandes plantas industriales y el consumo de carbón y otros combustibles no sólo incrementaron los ya elevados niveles de contaminación del aire, sino que aumentaron el vertido de sustancias químicas, mientras que el sistema de alcantarillado y las plantas de tratamiento de detritos humanos se vieron rápidamente desbordados.

      Es imposible hacer aquí una historia detallada del proceso de contaminación de nuestro planeta. Tampoco nuestra sensibilidad o nuestra paciencia la tolerarían. Pero es hora de prestarle atención. Es más, ya se va pasando esa hora.

      Algunas formas de contaminación

      La contaminación es un problema producido por la misma explotación irracional de la naturaleza, esa que en el pasado provocó la extinción de grandes civilizaciones. Hoy, con el desarrollo industrial y tecnológico, las crecientes tendencias a la concentración económica y los alcances de las catástrofes ecológicas, el problema es global.

      Con el más de un centenar de importantes derrames ocurridos desde el hundimiento del African Queen, que en 1958 volcó 21,000 toneladas de petróleo frente a las costas de Maryland, Estados Unidos; con el incendio y hundimiento de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, que vertió 779,000 toneladas de crudo en el Golfo de México, son 8,300,494 las toneladas de petróleo derramadas en los océanos del mundo, según ha computado Susan M. Libesde en su trabajo Introduction to Marine Biogeochemistry, publicado por Academic Press. Los estragos provocados entre los peces, moluscos, flora y aves marinas, tanto en los mares distantes de los accidentes como en las costas afectadas en forma directa, son incalculables

      La fuga de isocionato de metilo (fórmula química utilizada en la elaboración de pesticidas), en la planta que la compañía estadounidense Union Carbide tenía en la India, provocó la muerte directa de entre 8,000 y 25,000 personas en la región de Bophal, antes de esparcirse en la atmósfera.

      El accidente en la planta nuclear de Chernobyl (en la actual Ucrania), del sábado 26 de abril de 1986, es considerado uno de los mayores desastres medioambientales de la historia, estimándose que la cantidad de materiales tóxicos y radioactivos liberados fue unas 500 veces mayor que el liberado por las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Además de la muerte en forma inmediata de 31 personas, ese accidente provocó la evacuación repentina de 116,000 lugareños y esparció las nubes radioactivas sobre trece países de Europa oriental y central, como Suecia, Finlandia, Austria,

      Noruega, Bulgaria, Francia, Suiza, Eslovenia, Italia, además de Rusia, Bielorrusia y la propia Ucrania.

      Varios estudios demuestran que la incidencia de cáncer de tiroides en Bielorrusia, Ucrania y Rusia se ha elevado enormemente, y mientras algunos científicos sostienen que los efectos de la radioactividad afectarán a las poblaciones locales durante varias generaciones, el académico y especialista en asuntos ecológicos Alexéi Yablokov asegura que “al menos cinco millones de personas viven en las zonas contaminadas por la explosión en los territorios de Ucrania, Rusia y Bielorrusia”.

      Para Yablokov, la contaminación humana se debe al consumo de alimentos de origen animal y vegetal afectados por la radiación que persiste en el subsuelo. Asimismo, el dirigente ecologista insiste en que en las áreas contaminadas la mortalidad es hasta un 4 por ciento mayor que en otras regiones, y que en los próximos quince años supondrá la muerte de al menos 300 mil personas.

      Las explosiones en los edificios donde se encontraban los reactores nucleares, las fallas en los sistemas de refrigeración, la fusión del núcleo y la liberación de radioactividad al exterior en la Central Nuclear Fukushima 1 fue una de las tantas consecuencias del terremoto y maremoto que afecto a Japón el 11 de marzo de 2011.

      Seis días después de la liberación de gases radioactivos al exterior, se detectó yodo radioactivo en el agua corriente de Tokio y, meses después, en la leche y en las espinacas producidas en la vecina región de Ibaraki. El yodo radioactivo, también conocido como radioyodo, puede ser absorbido a través de la comida y los líquidos contaminados, acumulándose

Скачать книгу