En la boca del cocodrilo. Ana Goffin

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En la boca del cocodrilo - Ana Goffin

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levantar, las patadas en la cara y las costillas no paraban. Él perdió el control por completo. Uno de esos golpes puso punto final a su historia y a su existencia.

      Esta historia no es una película, una telenovela o una serie de televisión. Es real. Cuando leí la carta de la prima de Luz, sentí escalofríos en el cuerpo. ¡Reitero la importancia de tomar medidas a tiempo! Cuando dejamos pasar las señales y nos metemos a la boca del cocodrilo “por amor”, estamos en una situación de vulnerabilidad extrema. En general, el cocodrilo se mueve a un ritmo lento y atractivo antes de atacar a su presa. Espera el momento perfecto para devorarla.

      ¿Qué podemos hacer?

      1 Para observar realmente a nuestra pareja, la relación necesita avanzar con mayor lentitud. Ver al otro de manera realista implica tiempo. Sin él, no hay forma de ver los defectos y virtudes de la otra persona. Un romance arrebatador es atractivo, pero toda esa corriente emocional nubla nuestra percepción. Idealizamos a nuestra pareja por un asunto químico: el enamoramiento. No vemos quién es realmente. Nos centramos en cómo nos hace sentir y si nos hace sentir estupendamente, sacamos la conclusión —inconsciente— de que esa persona es maravillosa. ¡No es así! El amor y las relaciones se construyen sobre la realidad y en el tiempo. Por ahí escuché una frase: “No te cases enamorado”. Creo que el sentido profundo de esto es: ¡abre los ojos antes de dar el siguiente paso! ¿Cómo? aprende a enchufar y desenchufar al reptil de tu cerebro y enséñalo a tocar como si fuera parte de una orquesta.

      2 Te puede salvar la vida emplear el violentómetro. Lo encuentras en el Anexo I de este libro. Es un material gráfico y didáctico en donde podrás observar las diferentes manifestaciones de violencia ocultas en la vida cotidiana. Te permitirá ver las señales de alerta y peligro para poder pedir ayuda.

      3 No lo olvides, la violencia es daño hecho por un ser humano a otro. Puede darse de manera deliberada, a propósito, por descuido o falta de interés por la otra persona. También es el daño que uno se genera a sí mismo —suicidio, automutilación, cortarse, etcétera. La violencia de género es un tipo de agresión ejercida sistemáticamente contra las mujeres por el simple hecho ¡de ser mujeres! Urgen instancias efectivas de apoyo y prevención.

      Las cocodrilas de Estocolmo

      Cabe mencionar esta situación, porque la observamos en muchos casos. Andrés Montero, miembro de la Sociedad Española de Psicología, sostiene: “Sin entrar en descripciones demasiado técnicas, el Síndrome de Estocolmo Doméstico sería descrito como un vínculo interpersonal de protección, construido entre la víctima y su agresor, en el marco de un ambiente traumático y de restricción […].

      La víctima sometida a maltrato desarrolla el Síndrome de Estocolmo para proteger su propia integridad psicológica y recuperar la homeostasis fisiológica y conductual […]. En la fase desencadenante, las primeras palizas propinadas por el esposo romperían el espacio de seguridad previamente construido por la pareja sobre la base de una relación afectiva, espacio donde la mujer había depositado su confianza y expectativas: esta ruptura desencadenaría en la víctima un patrón general de desorientación, una pérdida de referentes, reacciones de estrés con tendencia a la cronificación e, incluso, depresión. En la fase de reorientación, la mujer busca nuevos referentes de futuro… Todo ello en orden a evitar la disonancia entre su conducta de elección y compromiso con la pareja y la realidad traumática que está viviendo. La mujer se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva, llegando así a una fase de afrontamiento, donde asume el modelo mental de su esposo y busca vías de protección de su integridad psicológica, tratando de manejar la situación traumática. En la última fase de adaptación, la mujer proyecta parte de la culpa al exterior, hacia otros, y el Síndrome de Estocolmo Doméstico se consolida a través de un proceso de identificación y alrededor del modelo mental explicativo del esposo acerca de la situación vivida en el hogar y sobre las relaciones causales que la han originado” (s. d.).

      De esta manera, la víctima defiende a su agresor, en lugar de defenderse a sí misma. Justifican la conducta violenta de su pareja, diciendo que esa conducta es producto de una sociedad injusta. Esa pareja es “víctima” del entorno, éste lo empuja a ser agresivo, ¡pobrecito! Por esta razón se quedan junto al agresor y se vuelven incapaces de denunciarlo. Y cuando lo hacen, tienden a retirar los cargos. El abusador las envuelve de tal manera que se inmovilizan y, cada vez, su deterioro es mayor.

      La víctima simpatiza con su captor, en este caso con su pareja, quien la maltrata.

      III. EL CEREBRO ES UNA ORQUESTA

      Antes de la aparición del cerebro,

       no había ni color ni sonido en el universo,

       ni había sabores ni aromas y

      probablemente pocas sensaciones

      y nada de sentimientos ni emociones.

      Antes de los cerebros,

      el universo tampoco

       conocía el dolor ni la ansiedad.

      Roger Sperry

      El funcionamiento del cerebro es tan complejo como las grandes ciudades del mundo, tan complicado como una computadora guiando nuestros pasos físicos y mentales. Este trabaja tras bambalinas cada vez que estás conviviendo con una persona o conversando con ella. Es tan preciso como una orquesta tocando la música más sublime.

      Este libro no es está dirigido a los especialistas, es para la “gente como uno”, los que padecemos el dolor de haber sido víctimas de cualquier tipo de violencia o abuso. También a quienes nos descontrolamos y somos violentos. Éste no es un tratado de neurociencia, hay muchas otras maneras de explicar su funcionamiento. Usaré el modelo del cerebro triuno de Paul MacLean, reducido a lo más sencillo, por motivos didácticos y prácticos.

      Los seres humanos tenemos tres cerebros en uno. Estas tres partes se desarrollan en diferentes momentos del ciclo de nuestra vida, por eso se dice que se crean de abajo hacia arriba. Es decir, la parte más antigua y primitiva del cerebro se desarrolla cuando estamos en el útero; el cerebro emocional se constituye en los primeros seis años de vida, y la corteza prefrontal es la última en desarrollarse.

      El cerebro triuno hace referencia a las tres partes o cerebros especializados del ser humano.

      Cerebro reptiliano

      Es el antiguo cerebro animal. De hecho, los cocodrilos son considerados como los reptiles más listos e inteligentes. Se localiza justo encima del lugar dónde la médula espinal accede al cráneo. Es la parte más primitiva del ser humano. Las funciones controladas por el cerebro reptiliano son fundamentales, a pesar de que su importancia se olvida o queda un tanto relegada si nos ponemos a pensar en las funciones más avanzadas de nuestra mente, como el pensamiento abstracto.

      Esta parte puede ayudarte a mantenerte vivo porque se relaciona a la supervivencia. Es el cerebro primario, rige los patrones de conducta. Controla los comportamientos instintivos y se centra en las actividades más básicas de la supervivencia:

       La agresividad

       La dominación

       La territorialidad

       Los rituales

      El cerebro reptiliano está lleno de memorias ancestrales, controla las funciones autonómicas —respiración y latidos—, el equilibrio y el movimiento muscular.

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