Cultura política y subalternidad en América Latina. Luis Ervin Prado Arellano
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Cultura política y subalternidad en América Latina - Luis Ervin Prado Arellano страница 7
Los indígenas caucanos estaban maniatados. O aceptaban la ciudadanía liberal y abandonaban sus comunidades, sus tierras y su identidad indígena, o serían tildados de casta retardataria colonial y así excluidos de la vida política de la república. Las comunidades indígenas rechazaron la oferta maniquea de los liberales y a cambio instauraron la reclamación de una ciudadanía —y un republicanismo— que no excluía su identidad indígena sino que más bien buscaba crear un nueva formulación de la ciudadanía. En peticiones y cartas enviadas por comunidades indígenas, los líderes indígenas insistían en que eran granadinos —o colombianos— y que formaban parte de la nación, con todos los derechos adquiridos por tal estatus. El inicio usual de las peticiones incluía alguna variación de “usar el derecho de petición que la constitución concede a cada granadino”.44 Los indígenas de Jambaló, por ejemplo, hicieron notar que tenían las mismas responsabilidades que “otros ciudadanos no indígenas”, pero aseguraron que querían mantener sus tierras comunes.45 En vez de simplemente insistir en que eran ciudadanos, estrategia muy común entre los subalternos, los indígenas también argumentaron que esta ciudadanía era compatible con su visión particular de una identidad como indígenas.
Así, los indígenas de Túquerres exigieron al Estado que respetara “nuestras tradiciones [de] vivir en comunidad”, al tiempo que aseguraban que eran “ciudadanos granadinos”.46 Significativamente, indígenas de muchas parcialidades de Obando argumentaron que la nueva república había otorgado a los indígenas “la prerrogativa de representarnos y defender nuestros derechos”.47 Los derechos más importantes, por supuesto, eran la posesión de sus tierras comunes y el auto-gobierno. Otros indígenas aseguraban que eran los “republicanos, quienes proclaman la igualdad”, los que tenían el deber de proteger los resguardos.48 Los indígenas sopesaron la idea de ciudadanía de las élites colombianas e insistieron no sólo en que el indigenismo era compatible con la ciudadanía y la nación republicana, sino en que la ciudadanía, una ciudadanía indígena, les había otorgado nuevos derechos y una posición distinta frente al Estado, con los cuales podían defender sus comunidades. Los indígenas crearon un contra-discurso hacia la élite republicana, el cual no los marginaba ni los obligaba a sacrificar sus comunidades, ni sus tierras o su identidad a cambio del estatus político de ciudadanos.
Para los liberales la igualdad jurídica y el universalismo fueron centrales a su comprensión de la ciudadanía. Sin embargo, como veremos con los afro-caucanos, los indígenas crearon una nueva visión de la ciudadanía y la igualdad. Para los indígenas la igualdad consistía en una relación, no sólo con los extraños, sino con los miembros de su propia comunidad. Desde un pueblo cercano a Pasto el pequeño cabildo lo explicó de esta manera:
“Desde tiempos patriarcales hemos poseído nuestras propiedades en comunidad y hemos disfrutado de ellas en la más completa paz y armonía; no deseamos una propiedad exclusiva, porque disponemos de la común con igualdad y orden. La igualdad de nuestros derechos no deseamos que consista en la igual porción de tierras que tengamos, sino en el igual derecho que tengamos todos en la comunidad; allí hay justicia y de la justicia se desprende la igualdad”.49
La igualdad no era solamente una cuestión jurídica sino que estaba relacionada con la creación y mantenimiento de una comunidad así como con la insistencia en derechos iguales para defender esta comunidad.
En otras palabras, en el siglo diecinueve los indígenas del Cauca estuvieron pensando cómo manejar, con algún éxito, debo subrayarlo, algunos de los problemas más duros y complejos de la teoría democrática. Primero, ¿cómo pueden ser asegurados los derechos de una minoría en un sistema democrático en el que las mayorías deben tener el poder? Y, segundo, ¿cuál sería la relación entre las identidades particulares (sean de religión, de cultura, de idioma, de raza) y el universalismo de la ciudadanía republicana? Éstos son problemas que atormentan a las sociedades democráticas hoy en día, como sucede en Estados Unidos especialmente. No estoy diciendo que los indígenas caucanos hubieran resuelto estos problemas. Creo, sin embargo, que los indígenas dieron pasos muy significativos para resolverlos, en contraste con lo planteado por una historiografía vieja que dijo que a los indígenas no les interesaba la ciudadanía (porque era una creación occidental, de interés sólo para los liberales letrados o porque su identidad era sólo una entidad local, procedente de la época colonial). Cuando escribí Republicanos indóciles no podía reconocer plenamente la importancia del concepto indígena de ciudadanía, porque yo también estaba atrapado por una historiografía vieja sobre la creación de la idea de ciudadanía nacional, supuestamente creada por la revolución francesa. Quería insistir en que los subalternos habían concebido una esfera política nacional y habían actuado para crear y definir una nueva cultura política, pero no llegué a pensar la importancia de estas creaciones subalternas para la historia intelectual, para repensar la historia de la idea y la comprensión de la ciudadanía en un contexto global.
También los afro-caucanos nos muestran cómo la ausencia de la historia de los subalternos en Colombia —y otras partes de las Américas— ha ocultado un mejor discernimiento del desarrollo de la idea de igualdad en el contexto global. La historia tradicional de la igualdad se ha enfocado en los gigantes de la Ilustración y en las revoluciones de Estados Unidos y Francia. Sin embargo, como lo han demostrado Nick Nesbitt y Laurent Dubois, fue en Haití y en Guadeloupe donde se desarrolló la idea fundamental de que la igualdad era un derecho universal, en vez de un derecho perteneciente a unos pocos escogidos.50 Igualmente importante, Marixa Lasso e Isidro Vanegas han mostrado que fue en las Américas, especialmente en Colombia, donde la igualdad ganó potencia e importancia para la cultura política, en comparación tanto con Europa como con Estados Unidos.51 La Constitución de Cádiz fue efectivamente importante en el reclamo de la noción de igualdad, pero fueron los americanos quienes impulsaron e insistieron en la igualdad, fueron ellos quienes lucharon contra las limitaciones de Cádiz, y fueron ellos, en Colombia, quienes hicieron de la igualdad una parte central de la cultural política cotidiana. Fue en las sociedades del Nuevo Mundo donde se creó la igualdad como una idea central de la política.
Este proceso continuó durante el siglo diecinueve. En el Cauca, los afro-caucanos y otros liberales populares crearon su propia síntesis de la igualdad y el republicanismo. Ellos continuaron la trasformación de la igualdad, desde una esfera solamente jurídica, tal vez política, a una esfera social y económica también. Como lo he escrito en otros lugares, la igualdad fue el tropo principal del discurso político de los liberales populares.52 Sin embargo, tal vez no había alcanzado a entender cómo esos liberales populares innovaron el sentido de la igualdad. Después de la guerra de mil ochocientos setenta y seis, en una petición sorprendente, la Sociedad Democrática de Cali exigió la redistribución de la tierra, el derecho a recoger leña de los bosques y la eliminación del arrendamiento. Sus miembros, y la gente del Valle en general, dijeron, merecían estas reformas a causa de sus servicios al Partido Liberal en la reciente guerra civil:
“Aunque parezca esto una petición exagerada, no lo es, si se la sujeta al criterio de la justicia, considerando, que tienen derecho perfecto a vivir en el Cauca, en los términos expresados [es decir, sin ser arrendatarios y en su propia tierra] todos los individuos nacidos aquí o fuera, que han acudido presurosos a defender el territorio; porque, ¿cómo puede concebirse justo el que viven sin hogar los únicos que en todo tiempo han venido