Debatir la sociología. Gisela Zaremberg
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Lo anterior implica que la “individualidad del acontecimiento” está determinada también por las reacciones, respuestas y, en un sentido más amplio, por las experiencias que suscita.
El acontecimiento entra al ámbito de la experiencia como término de una transacción. El poder hermenéutico del acontecimiento se manifiesta en una transacción inmediata con su realidad: “El acontecimiento y aquel a quien acontece son ambos cosas que “devienen” en el marco de una transacción, aunque su “devenir” sea muy diferente” (Quéré, 2006, p. 201).6
Acontecimiento y estructura
Esta breve cartografía conceptual estaría incompleta si no incorporáramos una breve discusión en torno a la relación entre acontecimiento y estructura, retomada de la historiografía francesa contemporánea.
La insatisfacción con la hegemonía de la historia estructural, que en Francia se identificaba con la Escuela de los Annales, abre paso a la revaloración del acontecimiento como categoría analítica. Sin embargo, la noción de acontecimiento que retorna no es la de la histoire événementielle criticada por los Annales (Ricoeur, 1992; Dosse, 2013). El acontecimiento puramente descriptivo “infrasignificativo” de la tradición positivista es sustituido por un acontecimiento “sobresignificativo” (Trebitsch, 1998, p. 33) y la oposición entre explicaciones profundas de carácter estructural y la concepción simplificada de la historia, que tiende a eliminar la causalidad estructural del devenir histórico, remplazándola por la simple filiación y seriación de los acontecimientos, se desdibuja dando paso a nuevas relaciones entre evento y estructura (Tavera, 2019, p. 163).
Mientras que desde la histoire événementielle las nociones de estructura y acontecimiento eran consideradas como opuestas, en la nueva historia acontecial han dejado de ser mutuamente excluyentes para convertirse en conceptos analíticamente interdependientes, al grado de que es justamente el carácter estructurado de la vida social el que hace posible el reconocimiento de un acontecimiento (Morin, 1972; Koselleck, 1990; Ricoeur, 1992). En su regreso, “el acontecimiento aparece como el componente creador, como la contraparte necesaria en la pareja estructura-acontecimiento” (Ricoeur, 1992, p. 29).
Una reflexión similar la encontramos en la obra del filósofo Alain Badiou para quien la noción de acontecimiento es inseparable de la noción de situación o “estado de la situación”. Esta noción, como el resto de la obra de Badiou tiene como sustrato una ontología de lo social que se basa en las matemáticas, particularmente en la teoría de conjuntos de Georg Cantor. Según la teoría de conjuntos, existe siempre un “exceso de subconjuntos” es decir, formas de ordenar los elementos. Este exceso es anárquico y peligroso y requiere ser controlado. Para ello todas las situaciones se estructuran dos veces. Los elementos de un conjunto se estructuran primero por algún procedimiento de conteo, pero cada estructura es a su vez “re-presentada” por una metaestructura a la que Badiou llama “el estado de la situación”.
El “Estado” o “estado de la situación” es el sistema de las coacciones que limitan precisamente la posibilidad de los posibles. Se dirá del mismo modo que el Estado preescribe lo que, en una situación dada, es lo imposible dentro de esa situación, a partir de la preescripción formal de lo que es posible. El Estado es siempre la finitud de la posibilidad, y el acontecimiento, su infinitización (Leveque, 2011, p. 88).
De tal suerte que el evento se analiza en pareja, en su relación, en la disposición con una situación. Pero, a diferencia de la propuesta narrativista del acontecimiento (cfr. Ricoeur), Badiou propone invertir la perspectiva y en lugar de orientar los esfuerzos de conceptualización hacia la estructura señala que es el acontecimiento el que debe ser pensado primero, pues no existe un sitio acontecial en sí mismo. Es en relación a un “estado de la situación” que un conjunto de elementos se constituye en un sitio (site) y es justamente el acontecimiento el que da lugar al primero (Boisset, 2016, p. 63).
Consideraciones finales
Como concepto, el acontecimiento exhibe dos cualidades epistemológicas notables. Por una parte, su longevidad en la historia de las ideas y, por la otra, su anarquía conceptual. La primera le confiere una riqueza histórica y una crítica matizada y diversa, mientras que la segunda, lejos de convertirlo en un caballo de Troya disciplinario de un discurso particular en el espacio crítico, es una llave de entrada a otras disciplinas como la filosofía o la historiografía.
¿Cuáles son las posibles contribuciones de las reflexiones y los aportes teóricos presentados en esta breve cartografía —y, por ello, obligadamente, simplificada y parcial— sobre la noción de acontecimiento, tal y como ha sido recuperada recientemente en Francia, a la comprensión de la acción social, el sujeto y el cambio social? ¿Puede un concepto “fuerte” de acontecimiento ayudarnos a comprender mejor el mundo en el que vivimos?
A continuación apuntaré de manera casi telegráfica, y a modo de esbozo, algunas de las posibles contribuciones de una sociología que tome en serio la noción de acontecimiento: una perspectiva acontecial de los fenómenos sociales, es decir una mirada de lo social centrada en la noción de acontecimiento invita a considerar seriamente la dimensión impredecible, contingente y novedosa de la acción, —una realidad constante e inevitable a la que individuos y colectividades se enfrentan día con día—, una realidad idónea para pensar la acción social.
En términos del sujeto, esta misma perspectiva permite recuperar dentro del análisis sociológico la condición de “pasibilidad” —que no de pasividad— de los sujetos entendida, como señalé líneas arriba, como su susceptibilidad a ser tocados, afectados, perturbados o conmovidos por lo que sucede en el mundo que les rodea. Adicionalmente, permite, a través de la noción de acontecimiento ampliar nuestra mirada sobre los procesos de subjetivación. Lo anterior, sin desconocer la centralidad del sujeto como “intervención interpretante” y sin cualquier monismo metodológico que postule la primacía de la estructura, el sistema o la sociedad sobre el agente, actor o individuo, o viceversa.
Finalmente, la noción de acontecimiento presentada en este trabajo nos brinda herramientas que nos ayudan a formular una teoría sociológica más atenta a la forma de producirse los cambios en la historia y en la política.
Referencias
Abbott, A. (1992). From causes to events: Notes on narrative positivism. Sociological Methods & Research, 20(4), 428-455.
Abbott, A. (1990). Conceptions of time and events in social science methods: Causal and narrative approaches. Historical Methods: A Journal of Quantitative and Interdisciplinary History, 23(4), 140-150.
Bensa, A. y Fassin, E. (2002). Les sciences sociales face à l’événement.Terrain. Anthropologie & Sciences Humaines, 38, 5-20. doi.org/10.4000/terrain.1888
Bensaid, D. (2004). Badiou y el milagro del acontecimiento. Recuperado de http://danielbensaid.org/Badiou-y-el-milagro-del-Acontecimiento?lang=fr
Bessin, M., Bidart, C. y Grossetti, M. (2010). Les bifurcations, un état de la question en sociologie. En Bifurcations. Les sciences sociales face aux ruptures et à l’événement (pp. 23-35). París: La Découverte.
Boisset,