Terapia craneosacra I. John E. Upledger
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Gracias Dr. John por ayudarnos a descubrir otro enfoque terapéutico desde la escucha y el respeto.
JOSÉ LUIS PÉREZ BATLLE
Presidente del Upledger Institute España y Latinoamérica
c/San Antón s/n, Edif. Real centre esc. Izq., 1°B 18005 Granada Tel/Fax:958 520422
Prólogo
La Terapia craneosacra, que se expone y enseña en este volumen, arroja luz sobre la interfase o área de afinidad entre la medicina intervencionista y la medicina de autorregulación, entre la medicina alopática-osteopática tradicional y la autorregulación psicofisiológica. Dicho de otro modo, este libro arroja luz sobre los mecanismos «entre el cuerpo y la mente», si tal inapropiada expresión puede emplearse ahora que la diferencia entre cuerpo y mente está en proceso de rápida desaparición en la física, la biología, la psicología y la medicina.
En el prefacio de este libro, John Upledger afirma que «estas personas… siguen padeciendo a pesar de haber estado en algunos de los mejores centros médicos del mundo. ¿Por qué? Porque la medicina ortodoxa sigue sin reconocer la existencia del sistema craneosacro y su importancia fisiopatológica».
Esta rotunda afirmación sobre el sistema craneosacro y sus implicaciones para la Terapia craneosacra también la suscribe quien escribe esto después de haber visto muchos de los resultados notables, algunos inexplicables, de esta disciplina durante los últimos tres años. No obstante, tales palabras no resumen la historia completa de Upledger, y, dado que me ha dado libertad para escribir, me centraré en lo que a mi entender es un rasgo especialmente importante de este libro, la técnica «V-spread» (o Dirección de Energía). El lector acelerado tal vez no repare en el significado teórico y práctico de esta técnica de tratamiento, si bien, y según mi criterio, esta y otras técnicas parecidas se estudiarán en muchos proyectos de investigación durante la próxima década que, al comienzo del nuevo siglo, se aplicarán en la mayoría de los hospitales y facultades de medicina. Sobre todo me llaman la atención los muchos paralelismos entre las percepciones y manipulaciones «en la Dirección de Energía» de Upledger, y las percepciones y manipulaciones de la «electricidad corporal» en la teoría y práctica del yoga, tanto en sus intervenciones como en la autorregulación. No sorprende, pues, que haya afinidades entre esta técnica de «Dirección de Energía» y algunos de los métodos de visualización para la autorregulación. En la actualidad, estas modalidades de tratamiento ofrecen cierto número de correlaciones fisiológicas que siguen sin tener una explicación satisfactoria si nos planteamos la hipótesis sobre la existencia de un tipo de «electricidad corporal» que el terapeuta puede «transferir» al paciente (técnica de Dirección de Energía), o que puede manipular el mismo paciente entrenado en el tratamiento con visualización, uno de los métodos de autorregulación de la terapia psicofisiológica.
Como los fenómenos de la autorregulación se extienden a casi toda la medicina intervencionista (repárese, por ejemplo, en el efecto placebo de los estudios farmacológicos), surge de inmediato una pregunta crucial cuando se acepta la realidad de los datos sobre la técnica de Dirección de Energía: ¿son estos fenómenos nada más que el resultado de la autorregulación psicofisiológica, consciente o inconsciente, del paciente?
Es un hecho bien sabido que el efecto placebo –un cambio bioquímico y electrofisiológico real en el cuerpo del paciente– constituye una subdivisión del efecto de la visualización general (a pesar de que el paciente sea totalmente inconsciente de haberlo generado). Se sabe mucho sobre la forma en que el paciente usa de modo consciente o inconsciente la imaginación (visualización) para inducir cambios bioquímicos y electrofisiológicos en el cuerpo. Pero también se admite que es mucho lo que aún se desconoce. Pero sí hay una cosa cierta: sin visualización mental, consciente o inconsciente, nada puede iniciarse ni autocontrolarse. También se sabe que los placebos y métodos de autorregulación no funcionan con bebés y perros. Estas criaturas no saben de qué hablamos y los mecanismos internos no pueden autodirigirse mediante visualización.
Sin embargo, la técnica de Dirección de Energía actúa en niños y perros. Se trata claramente de una intervención. La autorregulación emplea la misma energía de modo distinto, aunque en ambos casos resulta útil plantear la hipótesis de la existencia de una «electricidad corporal», ni neurológica ni clásica, a la que atribuir los resultados.
Volviendo a la consideración sobre el efecto placebo, a menudo, cuando se emplea la técnica de «Dirección de Energía», el paciente no sabe lo que está pasando y no tiene ni idea de lo que «supuestamente ocurre». Los cambios descritos por Upledger (y que observan los estudiantes en seminarios, incluido yo mismo) se producen sin la visualización del propio paciente. Y como la visualización es el sine qua non de la autorregulación en ambos aspectos, consciente e inconsciente, la autorregulación puede descartarse como explicación satisfactoria de los fenómenos de la técnica de Dirección de Energía.
En el capítulo 8, Upledger dice: «Esta técnica funciona. Aunque pueda parecer un poco extraña cuando se describe, hay que probarla antes de rechazarla.» En mi caso, que llevo mucho tiempo interesado por este campo, aprecio una nota familiar. Me sugiere las explicaciones de los yoguis (The Voluntary Controls Research team de la Fundación Menninger) a quienes estudié en la India en 1974 con un laboratorio psicofisiológico portátil. Los seguidores de la autorregulación que deseaban dar explicaciones mantenían que todo lo que hacían «dentro y fuera de la piel», pese a lo extraño que suene a la psicología y medicina occidentales, se practicaba mediante la manipulación de una electricidad no neurológica del cuerpo, que ellos llaman «prana».
Según la teoría clásica del yoga, la red neurológica del cuerpo es un correlato, o reflejo, de una red más primaria de «nadis», que son filamentos de una sustancia suprafísica, pero real, indetectable con instrumentos. Estos filamentos se componen, según se dice, de «prana denso», y conducen una forma más sutil de «prana» a través de la estructura física. Se dice que los canales de la acupuntura (meridianos) conforman partes significativas de esta estructural aneurológica. En cualquier caso, según los practicantes del yoga, los fenómenos psicofisiológicos son ejemplos piel adentro de los fenómenos psicocinéticos que, mediados por el «prana» y dirigidos por la «mente» (consciente o inconsciente), se dan dentro y fuera de la piel. Por tanto, éstos son casos especiales de lo anterior.
La teoría que mejor se acomoda a los hechos de Upledger, a mi entender, es esta teoría del yoga clásico. Es consecuente con los datos del tratamiento moderno con visualización y autorregulación, la hipnosis, la curación mediante el tacto terapéutico (imposición de manos), el Tai Chi (danza de «energía» china), las artes marciales (kung fu, karate, yudo, aikido), la acupuntura y la medicina china tradicional, la cirugía psíquica filipina (en ciertos casos), la medicina tradicional de la India (Ayurveda) y la medicina tradicional de los indios americanos. Además, la teoría de la «electricidad corporal» tiene características similares a las del «cuerpo físico vital» de Aurobindo (la cual se dice que obedece servilmente el «cuerpo físico denso») y se parece al «cuerpo áurico» de la psíquica, tantas veces mencionado hoy en día en las experiencias «extracorpóreas» y «próximas a la muerte».
Resulta interesante reparar en que en los laboratorios de los físicos Meter Philips, John Hasted, Harold Puthoff y Russel Targ, y para los ingenieros eléctricos Robert Jahn y Arthur Ellison (por citar unos pocos investigadores), los fenómenos recientemente observados, relacionados con la mente y detectados con instrumentos ultrasensibles, indican que puede adelantarse