Integridad. Marcelo Paladino
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Para Amitai Etzioni5, construir una buena sociedad depende de cómo asumamos hasta las últimas consecuencias las responsabilidades que tenemos. Y esto implica que cada persona tenga que hacerse cargo de la responsabilidad que le toca. Los directivos de empresa explicitan dicha responsabilidad a través de su trabajo y de asumir todas las consecuencias que el mismo tiene. Responsabilidad y consecuencias que en síntesis exigen tomar una postura acerca de cómo las personas que son directivos de empresa enfocan la vida. En un artículo notable, Charles Handy6 describe lo que debería ser la postura de un directivo de empresa ante la incertidumbre: “En un trabajo anterior planteaba que el punto central era que el cambio era ahora discontinuo; el cambio no es más una proyección directa de las tendencias pasadas en el futuro. Cuando el cambio es discontinuo, las historias exitosas de ayer tienen una pequeña relevancia para los problemas de mañana; y hasta pueden ser dañinas. El mundo, en todos los niveles, debe ser reinventado. La certeza deja paso al experimento. El futuro pertenece entonces a las personas no razonables, aquellos que miran al futuro y no al pasado, que están ciertos únicamente de la incertidumbre y que tienen la habilidad y la confianza para pensar completamente diferente. Todo podría ser diferente, las organizaciones, las carreras, los colegios, las sociedades y muchas de ellas deberían ser diferentes, pero la lección real que debimos aprender es la de una nueva manera de enfocar la vida”.
Esta nueva manera de enfocar la vida deberíamos interpretarla como “complicarse la vida”, buscando cada vez con mayor profundidad poder entender las consecuencias increíblemente positivas del trabajo de las empresas y de los directivos, de manera que quienes dirigen se realicen como personas y que ayuden a los demás para que también puedan hacerlo; pero entendiendo cada vez mejor lo que pueden ser las consecuencias no deseadas de un mal trabajo directivo.
¿Por qué se ha venido produciendo este fenómeno hasta ahora? ¿Por qué la ola de corrupción parece imparable? Tal vez por una gran presión por el lado de la eficiencia, o por querer considerar algunos aspectos de la actividad humana independientes de los valores de la persona. Hoy nos preguntamos por qué vivimos en forma tan disociada y ha llegado el momento de buscar una solución. Por estas razones, la noción de integridad será analizada como elemento unificador de la persona en la toma de decisiones, pero también como clave para la confianza y la cooperación social.
No se trata, entonces, de limitarnos a comprender solo la faceta individual de la integridad, aunque seguramente es importante para la cohesión interior de la persona. Es necesario también integrar las distintas áreas de una corporación a la luz de los valores elegidos como identidad de la empresa. De hecho en la historia de la teoría de las organizaciones asistimos a un largo esfuerzo por reintegrar el cuadro complejo de este particular ámbito de la actividad humana. Los primeros intentos de comprensión de los mecanismos productivos apuntaron a simplificar la realidad, para poner en evidencia solo los aspectos directamente involucrados en el trabajo: el control de los tiempos, la eliminación de los pasos inútiles en la fabricación de un producto, el surgimiento de la especialización, etcétera. Sucesivamente comenzaron a imponerse cada uno de los aspectos humanos relevantes que habían sido dejados de lado, como la necesidad de las personas a ser motivadas adecuadamente y no solo desde la coerción o la disuasión; o la ventaja de componer los equipos de trabajo teniendo en cuenta las diferentes personalidades, para que cada uno funcione desde sus fortalezas, entendiendo las diferencias como riquezas y no como impedimentos, etcétera.
Finalmente, vemos ahora cada vez más la necesidad de integrar, por un lado, la actividad laboral en la empresa con la vida personal y familiar, y por otro lado, la insoslayable integración de la actividad empresarial en la vida social y política de la comunidad, de la cual representa sin duda un decisivo factor de desarrollo.7
Figura 2. Integración como crecimiento de la persona
Estructura del libro
En esta obra proponemos hacer un recorrido hacia la integridad, que va de lo teórico a lo práctico, de manera tal que, abordando el tema tanto desde el ángulo académico como el empírico, el individual y el social, el personal y el empresarial, nos podamos poner frente a un panorama de ideas e instrumentos que favorezcan la toma de posiciones concretas (figura 3).
Figura 3. El recorrido hacia la integridad
Enfocado desde otra perspectiva, el libro apunta a ayudar a responder tres cuestiones:
• Enfoque conceptual
Parte 1: ¿Por qué es importante plantearse el problema de la integridad? (capítulos 1 y 2)
• Enfoque práctico-trabajo de campo
Parte 2: ¿La integridad es un fin o es una lucha constante? (capítulos 3 y 4)
Parte 3: ¿Cómo relacionar integridad personal-integridad de la empresa? (capítulos 5 y 6)
• Enfoque conceptual a partir de lo visto en el trabajo de campo
Parte 4: ¿Será necesario apuntar a una definición más completa de integridad?, y asociada a esta idea: ¿de qué manera las personas preocupadas por la integridad pueden plantear su formación? (capítulos 7, 8 y 9)
Partiendo de la evidente dificultad de vivir la integridad, este trabajo busca las razones para cambiar el escenario, luchando contra la corrupción. En otras palabras, que el fundamento sea el sentido que tiene la lucha por la integridad. El verdadero éxito como profesionales y, más importante aún, como personas, depende de cómo cargan de sentido el trabajo, la familia, las responsabilidades ciudadanas, etcétera.
La búsqueda de sentido es dinámica y se puede comprender a partir del planteo de Víctor Frankl que, invirtiendo los términos habituales de la cuestión, aumenta el protagonismo de la acción humana, y pone así al hombre en la posición de tener que responder a través de lo que hace: “No es el hombre que se hace la pregunta ‘¿Cuál es el sentido de la vida?’, sino que es a él a quien se le hace esta pregunta. Y el hombre tiene que contestarle a la vida con una respuesta que sea su vida misma; tiene que responder siendo responsable; en otras palabras, la respuesta es necesariamente una respuesta-en-acción”.
En el capítulo 1 se analiza la literatura especializada, para poder definir un enfoque más abarcativo de la integridad, que involucre la dimensión ética personal y social de la actividad empresarial.
En el capítulo 2 se justifica la oportunidad de tocar el tema de la integridad en el ámbito de la actividad empresarial, y se presenta el cuestionario preparado para la recopilación de datos en el trabajo de campo, explicando tanto la metodología utilizada como los cuatro ámbitos de análisis seleccionados: entorno, convicciones personales, recursos de la empresa y resultados.
Seguidamente se propone al lector el mismo cuestionario como instrumento de autoevaluación en el campo de la integridad. (Capítulo 2, Apéndice 1, en la página 92) Autoevaluación que se pretende sea una verdadera interpelación acerca de si verdaderamente se está luchando por la integridad.
En los capítulos 3 y 4, siguiendo los cuatro ámbitos seleccionados en el cuestionario —presiones, recursos, motivaciones y resultados— se analizan los testimonios de un importante número de empresarios/as, representantes de variados sectores de la actividad productiva y de los servicios, para poder recabar empíricamente ciertos patrones de conducta viables desde la integridad.
Así llegamos al momento de comprobar la experiencia de la integridad en distintas empresas, que desarrollan su actividad en el