Elaboración de tesis, tesinas y trabajos finales. Группа авторов
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Esta decisión no es arbitraria. En el caso de carreras tradicionales con corte netamente académico, está clara la necesidad de formar investigadores y ese trabajo significa el comienzo de un largo recorrido. Cuando se trata de carreras de corte profesional, la exigencia se inscribe en la necesidad de formar universitarios con un pensamiento que permita la indagación además de lograr competencias profesionales estandarizadas.
“La inclusión de la investigación en la formación de profesionales parece ser cada vez más necesaria en un tiempo en el que se produce un gran avance en el terreno de la construcción de conocimiento científico y tecnológico […] Por lo tanto formar profesionales hoy implica formar gente que sea capaz de pensar los problemas de una manera nueva, de estructurar nuevas concepciones acerca de lo que es la ciencia y la tecnología y de los rasgos que asume el saber en cada una de las disciplinas” (Suárez, 2002, p. 30).
Concretamente, un trabajo final puede dar la posibilidad de aprender a partir de la construcción y no solo mediante la repetición de conocimientos. Es más, podemos pensar el trabajo final de grado como una primera instancia hacia la posibilidad de integrar futuros conocimientos.
La elaboración de un trabajo final implica una serie de pasos, a saber: diseño, elaboración y evaluación8. En este capítulo desarrollaremos brevemente los dos primeros.
El diseño implica pensar en una estrategia de indagación que también suele denominarse proyecto 9. Dicha estrategia permitirá explicitar i) el problema que se abordará en el trabajo final, ii) los objetivos que se deberán alcanzar para dar respuesta al problema y iii) la metodología y técnicas empleadas para hacerlo. Esta “hoja de ruta” guiará el resto del proceso, incluso la aprobación o desaprobación del trabajo, porque en la medida en que el diseño se ajuste a las condiciones de viabilidad y coherencia interna, el resultado será satisfactorio, de lo contrario el camino a recorrer será más incierto.
Por su parte, la elaboración del trabajo final estará signada por el tipo de estudio o producción que se elija. En algunos casos redundará en una solución a un problema real, o en una propuesta de acción, o en un plan de negocios, o en una caracterización que permita una mejor apropiación de un recorte de la realidad social, empresarial u organizacional.
Más allá del tipo de trabajo final que se realice, éste siempre debe explicitar 1) los principios de la disciplina y 2) dar cuenta de las técnicas que se emplearon para producir conocimiento útil, que sirva para la toma de decisiones, por ejemplo.
En la elaboración del trabajo final no hay que confundir la instancia de investigación con los modos de exposición de los resultados que surgen a partir de la indagación. Es decir, todo trabajo final que aporte al conocimiento tendrá que exponer los resultados de un modo particular. Ahí entran a tallar los distintos géneros discursivos 10. Para ello no puede dejarse de lado al interlocutor. Utilizando los datos construidos a partir del proceso de descubrimiento, no es lo mismo escribir un artículo para difundir resultados en la revista que acompaña al diario de los domingos, que publicar un libro destinado a la comunidad científica, o un texto para legos.
Sobre esta cuestión también tenemos alguna postura tomada.
¿Por qué un trabajo final de grado no tiene que exponerse bajo el género de ensayo? “El ensayo es más flexible, más abierto, más libre” (Menin y Temporetti, 2005, p. 61).
Esas licencias pueden tomarse cuando los recorridos conceptuales y profesionales permiten hacer especulaciones aunque no haya referencias a antecedentes científicos. Puede resultar más complejo para un alumno de grado expresar conocimientos técnicos, profesionales o académicos en un formato que no es el más común en la formación universitaria tradicional con impronta positivista. Como plantea Menin (2005) el ensayo tiene carta de ciudadanía en el campo literario y muy poco se habla de ensayos científicos. Entonces, “traducir” un producto construido a partir de la necesidad de dar respuesta a un interrogante y/o de resolver un problema específico, al lenguaje ensayístico puede abrir nuevas dificultades a una tarea que de por sí impone diversos desafíos, como es escribir un trabajo final. Esto no significa que se deje de lado la forma dialógica que se presta para la interpretación, sin embargo, todo lo que se exprese de este modo tiene que remitir a información debidamente referenciada.
El ensayo puede permitir una gama de interpretaciones del texto, lo cual es sumamente interesante y desafiante tanto para el lector bien predispuesto como para el autor con intención de expresar sus ideas con capacidad literaria. Sin embargo, sostenemos que en un trabajo final, básicamente para facilitar el modo de exposición, toda interpretación tiene que justificarse a partir de cuestiones sintácticas, contextuales y conceptuales (Menin y Temporetti, 2005). Para ello el lenguaje técnico aparece facilitando la tarea del alumno y, eventualmente, la del evaluador que restringe su margen de discrecionalidad.
No sostenemos que haya una única manera de producir y de dar a conocer conocimiento, sólo que nuestra experiencia docente nos indica que para un alumno de grado, sobre todo aquellos provenientes de carreras técnicas y de corte profesionalista con poca experiencia en la escritura de “papers” e informes 11, un estilo “estandarizado” que siga la lógica interna de un informe científico hará más sencilla la tarea de escribir el trabajo final.
Nuestra postura no plantea que esta forma de exponer resultados redunde en mayor objetividad, tema que no trataremos en este trabajo. Sólo aporta una sugerencia para evitar que el trabajo final de grado se convierta en una sucesión de opiniones, declaraciones de principios o valoraciones, todas pertinentes siempre y cuando puedan sustentarse en la construcción de conocimiento previo que las justifique y que dé cuenta de la diferencia entre el sentido común y el conocimiento producido a partir de reflexiones lógicas, coherentes y articuladas con la realidad.
Entonces, cuando pensamos en escribir el trabajo final, es decir cuando llegamos a la instancia de la exposición, no podemos dejar de lado que el interlocutor será un grupo de evaluadores 12: 1) docentes –académicos o docentes– profesionales y 2) la comunidad académica, puesto que estas producciones quedan en las bibliotecas de las universidades donde se realizan. Para ellos, sobre todo entendiendo que el trabajo final es otra instancia dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, habrá que argumentar, fundamentar, alcanzar objetivos previamente establecidos, conceptuar y concluir de manera coherente según haya sido el análisis y los procesos de construcción de conocimiento.
Así, un trabajo final tiene que redundar en un modo de exponer resultados. Así como el diseño es una instancia necesaria para plantear la estrategia que se llevará a cabo a lo largo del proceso, el informe constituye el momento indispensable para la transmisión de resultados, sean ellos provenientes de un trabajo de investigación, de una propuesta de intervención, de una investigación de mercado, de un plan de negocios, de una auditoría de medios, de una investigación publicitaria, etc.
En cuanto a la extensión de un trabajo final, parafraseando a Phillips (2000) decimos que éste no debe ser más extenso de lo necesario: informar qué se ha hecho, porqué se lo hizo y las conclusiones extraídas. “A menudo se dice que se ha escrito mucho para ocultar lo poco que se ha logrado” (p.85).
¿QUÉ ES EL CONOCIMIENTO Y CÓMO SE LO PLASMA? SÓLO SÉ QUE NADA SÉ
Hasta aquí hemos sostenido que el trabajo final de grado tiene que