El Catatumbo: Tensiones, territorio y prospectiva - Una apuesta desde la biopolítica. Luis Humberto Hernández Riveros

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El Catatumbo: Tensiones, territorio y prospectiva - Una apuesta desde la biopolítica - Luis Humberto Hernández Riveros

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a la agricultura, el acopio de biomasa y el extractivismo de metales como el hierro, el cobre, el oro y la plata, va a emerger la propiedad privada, la diferenciación social de clases y géneros, el matrimonio monogámico y el sistema religioso propiamente dicho –afín al poder teocrático–, entre otros. En paralelo y en congruencia con ese proceso, emerge el Estado: una organización del poder de carácter despótico, en sus versiones asiática, esclavista y feudal, cuya soberanía se ejerce de manera patrimonialista para gestionar los recursos energéticos y productivos. En ese tipo de Estado,

      […] el soberano es visto como el señor que dispensa su favor y su gracia al pueblo; los puestos públicos no son asignados por capacidad y competencia sino por lealtad y simpatía; no hay una formación estricta y regulada de los funcionarios sino una nominación que obedece a la conveniencia de quien posee la autoridad; la actividad de dichos funcionarios con frecuencia se extiende más allá de lo que les está expresamente señalado; el desempeño de los cargos se remunera sobre todo por el usufructo que de ellos se pueda hacer; se obedece más a la disposición individual del gobernante que a leyes fijas y establecidas. (Villar, 2013)

      Ese ejercicio del poder sobre la sociedad requiere del nuevo invento: la escritura, o lenguaje escrito, que se superpone al lenguaje oral y la memoria o conocimiento que transmite, y lleva al traste a las dirigencias de los consejos de ancianos de las comunidades clánicas. Ahora el nuevo poder despótico será legalizado o constitucionalizado al amparo de la norma escrita, que guarda como memoria letrada el conocimiento y tiene su punto de partida en el código de Hammurabi3.

      En esta fase de humanidad civilizada, las tensiones y su grado de conflicto antagónico revisten el carácter de guerra militar propiamente dicha, que requieren de un cuerpo armado permanente: el ejército. Este, el cuerpo físico del mismo Estado, se da el derecho de ejercitar la soberanía sobre la vida de los cuerpos por la vía de su negación: la muerte. Institucionalmente, es un aparato armado dedicado fundamentalmente a la conquista de pueblos, el acopio de biomasa y la construcción de imperios.

      En este periodo premoderno, las formas de reproducción social, cultural y educativa estarán diferenciadas por clases, estratos, géneros y razas, de acuerdo con el lugar ocupado en la sociedad. Esta asignación implica condiciones de vida indignas para los condenados al trabajo, en calidad de esclavos, siervos, extraños o bárbaros, y para las mujeres, dominadas y reducidas a la vida doméstica. En cambio, las circunstancias son nobles para los privilegiados: el trabajo, que consideran indigno, les resulta ajeno, y tienen el derecho de ejercer el poder político administrativo sobre la sociedad, es decir, definir a su criterio el destino de todos.

      Históricamente, esas formaciones sociales son conocidas como sociedades hidráulicas (Wittfogel, 1966) y están dispersas en el planeta: Europa, China, India, África, Mesoamérica y América andina. En ellas la vida está supeditada a los caprichos del poder despótico.

      Ese periodo premoderno de la humanidad es sintetizado en tabla 2.

Periodo premoderno: siglos V a. de C-siglo XV d. de C.
Patrón energético: leña, biomasa. Giro comunicacional: la escritura. Administración: patrimonialista despótica. Territorio: los imperios. Tecnología: hidráulica. artesanía y manufactura. La vida: supeditada al Estado despótico.

      Fuente: elaboración propia.

      Periodo moderno de la energía fósil y la imprenta

      A partir del siglo xv emerge el carácter moderno de la civilización, que tendrá como patrón energético fundamental la energía fósil —no renovable— en sus dos fuentes fundamentales: el carbón mineral4 y, posteriormente, en el siglo XIX, los hidrocarburos. A este patrón quedan atadas la ciencia y la tecnología5. Para su proceso productivo, este tipo de energía requiere de grandes capitales, que solo son posibles a través de la constitución de grandes corporaciones financieras e industriales de carácter monopólico, constituidas en gigantescas sociedades económicas, inicialmente privadas y posteriormente estatales. Estas corporaciones serán los actores económicos fundamentales de esta fase civilizatoria. De otra parte, en el siglo XVI, Johannes Gutenberg diseña la imprenta de tipos móviles. Su invento da origen a un nuevo giro comunicacional humano: al desplazar la escritura amanuense del anterior periodo premoderno, facilita la producción generalizada de libros y la difusión de las ideas.

      Ambas condiciones son fundamentales para el despliegue de las creencias y valores modernos fundamentados en el poder de la razón –que ningunea las emociones–, como la crítica y el individualismo; de la modernización que reviste el modo de producción capitalista con base en la producción e intercambio competitivo de mercancías a escala; y del poder financiero imperialista moderno (Harari, 2017). Bajo esas condiciones se instaura la segunda fase civilizatoria de la humanidad, denominada sociedad moderna.

      En términos sociopolíticos, en esta fase se van a manifestar dos formas organizativas político-administrativas: la liberal capitalista y la socialista estatista. Ambas ponen en el centro del ejercicio del poder al Estado nacional, a la democracia representativa –y su centralismo democrático–, a los partidos políticos y a los ordenamientos territoriales geopolíticos, en correspondencia –y símil– con la dinámica del mercado monopolista capitalista corporativo o estatista socialista.

      En el sistema representativo —al haber delegado el elector mediante el sufragio su voluntad política a quien lo representa— el centro de gravedad del poder reside inevitablemente en los representantes y en los partidos que los agrupan, y ya no en el pueblo. (De Benoist, 2016)

      La gestión administrativa liberal o socialista real de las diversas formas sociales modernas se corresponde con la llamada administración científica taylorista-fordista, sustentada en los principios de la eficiencia y la eficacia —desarrollados por las grandes empresas— y difundida como pauta hegemónica de conducta al resto de la gestión de los diversos subsistemas que componen el cuerpo social. Es un sistema de gestión vertical que jerarquiza de arriba hacia abajo, se enmarca en la producción de mercancías y su distribución, a través de la oferta y la demanda, la división del trabajo y la incesante acumulación de capital —su razón y destino final— y, de esa manera, conforma todo un sistema mundo, al decir de Wallerstein6.

      La cultura y su difusión están estrechamente relacionadas con la impresión a escala del lenguaje escrito que, al tiempo que hace masiva la opinión pública, promociona el individualismo, el éxito y la competencia como sus valores fundamentales. Es una cultura fragmentada y fragmentadora que separa el pensar del hacer, la institución educativa de la actividad práctica, el campo de la ciudad, la naturaleza de la sociedad, el Estado de la sociedad civil, etc. En fin, es una cultura de y para una sociedad esquizofrénica, que requiere para su tratamiento de la clínica psicoanalítica freudiana. En esta fase moderna la vida queda supeditada al poder del mercado como mercancía y a disposición y servicio de la defensa patriótica del Estado.

      Ese periodo lo podemos ver sintetizado en la tabla 3.

Periodo moderno: siglos XVI-XX
Patrón energético: fósil. Carbón y petróleo. Giro comunicacional: la imprenta. Administración científica: taylorista-fordista. Estado: democracia liberal representativa. Territorio: el país y la nación. La vida: supeditada al mercado

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