El enviado del Reino. Carlos Silgado-Bernal

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El enviado del Reino - Carlos Silgado-Bernal страница 11

El enviado del Reino - Carlos Silgado-Bernal Ciencias Humanas

Скачать книгу

creencias

      La ejecución de Jesús representó un duro revés para quienes cifraban en su persona el cumplimiento de esas profecías. «Nosotros pensábamos que él sería el que debía libertar a Israel», se lamentaban dos de sus discípulos, según se cuenta en el evangelio de Lucas, días después de su ejecución. Este relato posee un especial interés por varias razones: expresa la forma habitual en que era entendida la misión de un príncipe mesiánico y la esperanza puesta en él como libertador por quienes le seguían y, además, revela el método que siguieron sus adeptos para explicarse los acontecimientos y para construir la que llegaría a ser la tradición mesiánica en torno a Jesús de Galilea, a contracorriente de la noción aceptada entonces. Estos hombres, uno de ellos llamado Cleofás, que caminaban en dirección a Emaús, una localidad cercana a Jerusalén, se encontraron en el camino a otro peregrino que abandonaba la ciudad y les hizo esta pregunta: «¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?». Luego, cuenta el relato bíblico: «empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras»29. El peregrino era, nada menos, que el propio Jesús en persona, resucitado, pero —afirma el relato— algo impedía que sus ojos lo reconocieran.

      En los escritos del Nuevo Testamento se observa cómo una de las funciones del pensamiento religioso —sobre todo del profetismo judío—, consistía en dar significado a lo sucedido, desde una perspectiva providencial y según la tradición ancestral: usando las escrituras judías y sus métodos interpretativos. Los eventos pusieron a prueba la veracidad de las profecías acerca del Reino, particularmente la inminencia de su plazo. La solución se encontró en un nuevo esquema profético. Para Reimarus, este fue el nuevo sistema de creencias surgido después de la muerte de Jesús y a consecuencia de ella. Tenía sentido creer y seguir al predicador y maestro mientras vivía: todos esperaban la restauración de Israel en el plazo de su propia generación, en eso radicaba el sistema de creencias auténtico. A partir de ese suceso, llegaron nuevas e inesperadas creencias: un salvador espiritual, cuyo sufrimiento repararía los pecados de la humanidad y que alcanzaría la gloria, extrañamente a costa del rechazo de su propio pueblo; un Señor divino hecho humano a quien adorar, que resucitó y se separó de sus discípulos y seguidores elevándose al cielo con la promesa de venir de nuevo para traer el Reino de Dios que su primera venida como mesías no trajo, aunque estaba profetizado.

      En sus análisis acerca de los motivos que movieron a Jesús y a sus discípulos, Reimarus insiste siempre en su carácter terreno. Muerto el líder que transformó sus vidas, los discípulos habían encontrado en la predicación del Reino de Dios un modo de vida aprendido junto a su maestro. Pasado un primer momento de duelo, desorientación y temor a ser perseguidos por los instigadores de la muerte de Jesús, la opción de volver a sus vidas anteriores como humildes pescadores significaba un retroceso inaceptable. Convertidos en predicadores, como él, continuaron hablando de prodigios y practicando actos considerados milagrosos.

      Un lugar central en este proceso, lo vino a desempeñar la creencia en la resurrección de Jesús. Un acontecimiento portentoso, relatado de forma poco frecuente en la cultura religiosa judía —pero admisible en la tradición farisea—, que sus seguidores comenzaron a atestiguar como un modo de recuperar a su maestro revestido con los signos de mesías triunfante y profeta, para así extender por una nueva generación lo esencial de su proyecto religioso: la expectativa del fin de los tiempos, la llegada terrenal del reinado del Dios de los judíos.

      No existe una búsqueda histórica de Jesús que no se enfrente a la necesidad de explicar los relatos acerca de la resurrección (tema sobre el que ahondo en el Capítulo 5). Por lo pronto, me interesa abordar las dos vías explicativas que Reimarus adoptó: una es el resultado de un análisis formal y la otra de una interpretación que se afana en hacer históricamente admisible el acontecimiento. Si bien ambas son muestra de una lógica penetrante, la segunda evidencia el límite de sus conocimientos.

      La explicación formal es la siguiente: los relatos acerca de la resurrección de Jesús, tal y como se encuentran en los evangelios, son contradictorios entre sí y, en consecuencia, dejan interrogantes respecto a la secuencia de los acontecimientos, la identidad de los testigos, la localización de las apariciones y el momento en el que Jesús dejó la tierra. Además, contienen exclusivamente testimonios de creyentes y seguidores; sorprende que nadie, fuera del círculo de los discípulos, afirmara haberlo visto vivo después de su muerte, lo cual reduce aún más el valor histórico que los testimonios aducidos pudieron aportar. Por otra parte, el método de aplicar a Jesús de Nazaret pasajes del Antiguo Testamento de ambiguo significado, profecías no referidas a él y predicciones puestas en boca de Jesús, en relatos escritos décadas después de que los sucesos concluyeran, podía ser un recurso retórico eficaz en el mundo de los predicadores, pero no una demostración de la veracidad de las profecías ni de la autenticidad del hecho. Este análisis formal subraya la poca claridad con la que la resurrección fue atestiguada, un acontecimiento de por sí improbable al ser colocado por fuera de un marco piadoso o legendario.

      Aun así, una conclusión formal, por más fuerte que parezca, no satisface la necesidad de una explicación histórica con algún grado de valor fáctico. La otra explicación que Reimarus ofrece siempre desatará controversia. Sin embargo, no es disparatada. Se encuentra en los evangelios y aparece en la voz de los enemigos de Jesús: si la tumba fue encontrada vacía —y solo esta fuera la prueba de la resurrección—, seguramente el cuerpo fue escondido por los seguidores que pretendían demostrar con su desaparición el prodigio. Pero no hubo prodigio, sino engaño. A esta interpretación se la conoce, en tiempos modernos, como la tesis del fraude consciente.

      Albert Schweitzer, en su investigación sobre la vida de Jesús30, calificó a esta tesis de Reimarus acerca de la resurrección como una «hipótesis de emergencia» que reducía el origen del cristianismo a un intento de engañar, y constituía un salto en falso sobre problemas de la interpretación literaria e histórica de los textos neotestamentarios que a la ciencia le tomó más de un siglo plantear correctamente. A pesar de ello, Schweitzer reconoció en la obra de Reimarus el trabajo de la mente de un historiador familiarizado con las fuentes que, por primera vez, emprendía la crítica de la tradición.

      Lessing, el editor de los Fragmentos, también rechazó en sus comentarios la tesis de Reimarus acerca de la resurrección. Consideró que suscitaba menos violencia a la narración y era más razonable «creer que Jesús no murió en la cruz, sino que fue resucitado con gran esfuerzo por José [de Arimatea] y pudo escapar de la tumba disfrazado con un traje de jardinero; que huyó a Galilea, y que su sobrevivencia a la crucifixión animó a sus discípulos a esperar su retorno glorioso»31. De nuevo, otro salto en falso. Las narraciones sobre la creencia en la resurrección de Jesús dejan tantos vacíos que no pueden más que estimular la imaginación para llenarlos con especulaciones creíbles, pero desprovistas de evidencia. Las obras sobre la vida de Jesús, especialmente cuando se proponen ser biográficas —algo a lo que la investigación histórica contemporánea renunció—, terminan siendo una aventura novelada, una fuente inagotable de ficción de no poco interés literario y antropológico.

      Ha quedado clara la esencia del planteamiento que el autor de los Fragmentos propuso en su obra acerca de los propósitos de Jesús y sus discípulos y, en consecuencia, del tipo de imagen histórica del profeta que se desprendía

Скачать книгу