Turbulencias y otras complejidades, tomo II. Carlos Eduardo Maldonado Castañeda
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La cara oculta de la luna del progreso moral
El mejor control político de la sociedad: la bancarización
Existen diferencias notables cuando se estudia el tránsito del capitalismo comercial (siglos XVI-IXVII) al capitalismo industrial (siglo XIX), y de este al capitalismo posindustrial (siglo XX). Se trata de la forma como, para decirlo en lenguaje clásico, el capital controla y domina al trabajo. Un estudio histórico arrojaría nuevas luces al respecto.
Sin embargo, la verdad es que en el siglo XXI, a gran escala, el capitalismo –conservando la misma esencia de siempre–, ha hecho el tránsito a una etapa posterior, a saber: el capitalismo informacional. Como sostiene M. Castells, el capitalismo hizo el tránsito de la fase posindustrial a la informacional porque era la única opción que tenía si quería seguir existiendo. (La sociología, otra ciencia políticamente incorrecta, hablando de Castells, por ejemplo).
Ayer, a los enemigos del capitalismo se los eliminaba físicamente, literalmente. Hoy nada de eso es necesario. La mejor vía por la cual se establece un control político a gran escala consiste en el proceso de bancarización de la economía y bancarización de la sociedad. Es por esta razón que existe un interés sincero por hacer que la clase media crezca, como consecuencia de lo cual la pobreza tiende a disminuir. Por lo menos en términos de los macroindicadores económicos. Como se aprecia, todo sucede exactamente al revés.
Es decir, no existe ningún interés ético ni social por suprimir la pobreza, sino, en realidad, por aumentar la clase media. La razón es que el crecimiento de la clase media se traduce inmediatamente en el crecimiento del consumo. Y la forma más expedita para permitir y a la vez garantizar el consumo consiste en bancarizar al máximo el número posible de la población.
Esta bancarización consiste en dos estrategias paralelas, así: de un lado en facilitar ampliamente créditos de consumo; y de otra parte, al mismo tiempo, pero de manera independiente, otorgarle al máximo número de personas tarjetas de crédito, con cupos pequeños o medianos en su gran mayoría. Cupos que, según los manejos, tienden por lo general a aumentar, incluso en muchas ocasiones automáticamente; esto es, sin que el tarjeta-habiente solicite el cupo de endeudamiento de la tarjeta de crédito. Ambas estrategias garantizan que una amplia franja de la población se endeudará a futuro –¡de eso se trata todo!–, y así el trabajo se convierte en la más importante preocupación de esa creciente clase media.
Los sistemas de crédito –paga mañana lo que consumes hoy–son ubicuos, tanto como lo es el mercado mismo. Crédito para la ropa, para el estudio, para la vivienda, o hasta las vacaciones. La vida entera de las personas está completamente dominada por los analistas de riesgo de los bancos y las entidades financieras, y esa información se usa no únicamente con fines financieros o económicos, sino: sorpresa, además y principalmente, con fines políticos. En una palabra: a la gente (=la oposición o las bases sociales