Turbulencias y otras complejidades, tomo II. Carlos Eduardo Maldonado Castañeda
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Que en la crisis económica y financiera alrededor del mundo los bancos sean las entidades que los gobiernos se preocupan por salvar (Grecia, Islandia, Portugal, España, Irlanda...) no es un acto gratuito. Es la forma misma mediante la cual el Estado y el mercado controlan a la población civil, en toda la extensión de la palabra.
Los mecanismos policivos y de seguridad pueden dedicarse a enemigos internos y externos (mafias, terrorismo, etc.), y en numerosas ocasiones también a “pinchar” a la propia sociedad civil. En cualquier caso, el sistema bancario, en general, se dedica al control de la ciudadanía, y en eso exactamente consisten la sociedad del riesgo, los analistas de riesgo, las centrales de riesgo, y demás. Hasta el punto de que, incluso, hay embajadas que otorgan o niegan el visado con base en el cruce de información con las bases del sistema bancario. Y esto sin teoría de la conspiración ni nada semejante.
Quienes tienen deudas a futuro piensan menos en procesos como sindicalización, militancia política y otras formas de acción colectiva. Su vida se define principalmente en torno al trabajo, al mantenimiento del empleo y al pago seguro de las deudas presentes y futuras. Se trata de gente que, literalmente, hipoteca su propia vida a muchos años hacia delante. Esta gente cumple, en el mejor de los casos, con votar, pero es víctima fácil del cuarto poder, a saber: de los grandes medios de comunicación masiva. Al fin y al cabo eso es la clase media: una clase de promedios, estándares, medias y medianas, en fin, como lo señalaba ya en los años 1940 el filósofo argentino J. Ingenieros, El hombre mediocre. (Un libro bien escrito e inteligente).
De esta suerte, la acción colectiva, la protesta social y la oposición quedan cooptadas a través de la bancarización y las deudas con el sector financiero. Con seguridad, el mejor ejemplo lo constituye, grosso modo, el contraste entre Estados Unidos y Europa. En términos generales, Estados Unidos es un país con una deuda pública y privada, colectiva e individualmente mucho mayor que en Europa. Y por ello mismo las acciones sociales de protesta tienen lugar con mayor frecuencia y vehemencia en Europa que en Estados Unidos. Sería interesante adelantar el estudio del fenómeno en América Latina y llevar a cabo un proceso comparativo. Ese es el objeto de otro texto aparte, por espacio y densidad.
La literatura lo tiene bien claro, desde Goethe hasta Thomas Mann, por ejemplo. La banca es el diablo mismo al cual la gente le vende su alma, literalmente. Al final del día el diablo se le aparece a la gente y le obliga a recordar sus promesas. Y si no han cumplido las promesas (deudas crediticias), el diablo se les lleva el alma. No es literatura ni poesía. Es economía y política, algo que el propio Goethe o Mann no lograron vislumbrar en su momento. La muerte del diablo se denomina en el mundo del derecho y la economía la muerte civil. Que no es menos grave ni dramática que la muerte penal o física, por ejemplo.
Digámoslo en términos éticos, filosóficos y políticos: la verdadera libertad, autonomía e independencia de los individuos y la sociedad consiste exactamente en la no bancarización, o por lo menos, la menor deuda con los bancos y entidades financieras. Un nuevo contexto y nuevos marcos para las ciencias sociales, en verdad.
La vitalidad del impacto local
En ecología, las escalas en orden descendiente son la biosfera, los ecosistemas, los biomas, la ecología de paisajes y los hábitats. Para los sistemas vivos, los fenómenos más acuciantes suceden a nivel de sus hábitats. Análogamente, en meteorología, cabe distinguir en general los climas y temperaturas, pero cualquier persona conocedora sabe que los acontecimientos verdaderamente significativos acontecen a nivel de los microclimas. Es aquí en donde emergen y se expanden los más fabulosos fenómenos que ocupan a los meteorólogos.
Pues bien, basta con algunos viajes caprichosos alrededor del mundo, o con una buena lectura, para comprobar una magnífica vitalidad de pensamiento, ciencia y cultura a nivel local, de un lugar a otro, de una latitud a la siguiente.
En efecto, numerosas editoriales locales, o también numerosas publicaciones de universidades en un país o en otro, en una región u otra, da muestra de una producción apasionante de pensamiento, reflexión, análisis y crítica con un evidente impacto inmediato local y, en el mejor de los casos, regional, sin embargo, a nivel nacional, internacional o mundial, esa vitalidad local pasa desapercibida y, finalmente, ignorada, como inexistente.
La inmensa mayoría de tirajes universitarios e independientes rondan las centenas de ejemplares. Incluso en los Estados Unidos, los tirajes universitarios son generalmente del orden de 1000 ejemplares por título. Se busca, con diversos criterios, consumos locales, y al cabo, regionales o nacionales. Los editores, habitualmente conservadores, apuestan a un mercado fijo, o al menor de los riesgos en las inversiones. Esta es, sin lugar a dudas, la principal motivación de los tirajes locales, libros, revistas y demás.
Solo las grandes trasnacionales de la cultura le apuestan a varios miles de ejemplares, y poseen sus propios circuitos de promoción y circulación. A decir la verdad, estadística y culturalmente hablando, las ediciones de las grandes industrias de la cultura constituyen la excepción. Una notable excepción, a decir verdad. Pues la norma es la existencia de autores, pensadores, científicos y artistas de impronta local; en cada caso.
Hace poco leía en Researchgate (un portal académico; o también una de las más importantes redes sociales de académicos en el mundo), que un profesor de Indonesia con frecuencia es invitado por universidades de Nyanmar, Vietnam, Laos, Tailandia, Cambodia y Laos a dictar cursos y conferencias. En otro espectro, por ejemplo, algún prestigioso investigador o autor latinoamericano es invitado con frecuencia a países como Costa Rica, México, Perú, Ecuador, Venezuela y San Salvador. En otro espectro del mapamundi, un prestigioso investigador nigeriano es invitado con frecuencia a participar en eventos académicos y culturales a países como Camerún, Benin, Togo, Ghana, Costa de Marfil, o Gabón. Pues bien, sin duda alguna, los tres profesores, desconectados entre sí, observan el mismo fenómeno que aquí comentamos.
Tres ejemplos conspicuos de tres fenómenos similares de escala local, o regional; según se mire.
La vitalidad local es, asimismo, una enorme dinámica regionalmente concentrada. Se requieren varias circunstancias para que un texto sea traducido a otros idiomas, eufemísticamente llamados mayores o menores. Las traducciones contribuyen mucho a des-localizar el pensamiento y la vida. Y, sin embargo, el gran catalizador de la cultura y la vida es, hoy por hoy, el internet.
Un texto o una obra subida a la web se hace virtualmente inmortal. En contraste con la fabulosa producción local impresa a nivel local en numerosos lugares. El internet permite romper la vieja clasificación de las ciencias sociales del siglo XIX entre geografía e historia. Al fin y al cabo, la propia noción de “cultura” remite siempre a experiencias locales, particulares, concretas. La “cultura” es un concepto conservador por particularista. El polo a tierra, en cada caso, de la experiencia humana.
Numerosas revoluciones locales están teniendo lugar permanentemente en el mundo hoy en día. A nivel de intercambios académicos, artísticos o culturales, o bien, igualmente, a nivel de una ingente producción local de reflexiones, pensamientos y estudios. Se trata de revoluciones que pasan desapercibidas ante la gran mirada superficial de los grandes medios de comunicación masivos. Que siempre tienden a uniformar el mundo y la realidad, a verlos como acontecimientos planos y lineales.
En contraste, la vitalidad local en cada caso es la evidencia de que, análogamente a lo que enseña la geología, los movimientos telúricos siempre acontecen a nivel local, y que lo verdaderamente significativo