El conflicto del agua. José Esteban Castro

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El conflicto del agua - José Esteban Castro

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también recurrieron a la denuncia de lo que percibían como una anomalía: “Ignoran los vecinos por qué falta el vital líquido desde hace 45 días, pues sólo a unos pasos […] se localiza una ‘garza’ donde los ‘piperos’ particulares llenan las unidades para revender el líquido en fábricas y comercios de la región” (Metrópoli, 1985). En otro suceso que ocurrió en octubre de 1987 “representantes de los Concejos de Colaboración Municipal […] denunciaron que ante la falta de agua potable, la población de los municipios que conforman este valle [Cuautitlán] sufren múltiples abusos y atropellos por parte de los piperos particulares, solapados por las autoridades” (Nacho, 1987).

      Después de las peticiones y las denuncias, el siguiente instrumento detectado es la organización de marchas, manifestaciones y otras formas de movilización, con frecuencia concentradas en espacios públicos tales como la plaza principal o frente a los edificios sede de las autoridades competentes en asuntos del agua o de los gobiernos locales. Por ejemplo, en junio de 1987 “unos nueve mil habitantes del pueblo de Santa Clara [Ecatepec] efectuaron una concentración masiva en la plaza cívica para manifestar su descontento por la política del alcalde […], que pretende municipalizar el servicio de agua potable que maneja la comunidad desde hace más de 60 años” (Tapia, 1987). Unos meses antes,

      […] unos 300 colonos de la colonia Fuentes del Valle [en el municipio de Tultitlán] se congregaron […] y acordaron demandar la destitución del alcalde […]; restablecimiento del servicio de agua potable en las 23 colonias donde falta el vital líquido; iniciar una huelga de pagos de impuestos municipales, así como pedir la inmediata intervención del gobernador (López, 1987).

      Con frecuencia las marchas y movilizaciones están asociadas con otros dos instrumentos identificados en los conflictos por el agua: las amenazas de acción directa y su puesta en práctica en casos extremos. En ese sentido, en febrero de 1987,

      […] colonos de las zonas populares de Naucalpan amenazaron […] con “secuestrar” pipas de agua particulares, si estas siguen vendiendo el líquido a su arbitrio. Los habitantes de Benito Juárez, Chamapa, Las Huertas, Olímpica Radio y Casas Viejas que pertenecen al Movimiento Revolucionario del Pueblo –MRP– sentenciaron ayer que están dispuestos a secuestrar cuanta pipa de agua potable entre en sus comunidades si los piperos dan el líquido más arriba de los 500 pesos, ya que las familias no tienen para pagar más por este servicio público (Venegas Aguilar, 1987).

      En otros casos, la gente cumple sus amenazas, tal como ocurrió en el valle de Cuatitlán-Texcoco en marzo de 1987, donde

      […] la carencia de agua que padecen 20 mil familias en la Cañada de Ecatepec y 400 mil personas del Valle de Chalco, provocó ya que los habitantes asalten las pipas “distribuidoras” del vital líquido. […] en esta extensa región se desataron la especulación y abusos por parte de los piperos [y] los habitantes de dicha zona asaltan las pipas por lo que ya no se suministra el líquido en las zonas altas. […] esta situación provocó innumerables disputas y conatos de enfrentamiento entre los colonos, y […] tiende a agravarse conforme avanza la época de estiaje (Ramos, 1987).

      Dos años más tarde, en Chalco, en una situación parecida, una mujer justificó los ataques a vendedores de agua privados en una entrevista con la prensa:

      […] eran como las 3 de la tarde y el polvo irritaba la nariz, mientras que el sol como siempre quemaba la piel. Vieron venir la pipa […] y varios de quienes habitan en Los Tejones se abalanzaron sobre el vehículo y lo empezaron a sacudir. […] Imagínese, los bandidos de los piperos se habían peleado entre ellos y no nos querían surtir […]. Aquella tarde, continúa doña Chucha […] estábamos desesperados… ¿Usted sabe lo que es vivir sin agua? Yo no más pregunto […] ¿y pues qué quería que hiciéramos? -pregunta- Nos tuvimos que agandallar el agua, porque cualquier cristiano tiene sed y necesidad..., o qué ¿ustedes no? Cualquiera haría lo mismo (Unomasuno, 1989).

      Los sucesos estudiados abarcan muchos otros ejemplos de esos enfrentamientos directos, algunos de los cuales incluyen la destrucción de propiedad y la pérdida de vidas humanas; otros son acciones de desobediencia civil tales como no pagar las facturas del agua y los impuestos, bloqueos de caminos, ocupación de edificios, secuestro de funcionarios y vehículos de las instancias de gestión del agua, etc. Hemos tratado en más profundidad los detalles de estos hechos en otros trabajos (Castro, 2006: capítulo 4), por lo cual nos concentraremos aquí en discutir algunos abordajes para la explicación del conflicto por el agua.

      Explicando los conflictos urbanos por el agua

      Los hechos de conflictos por el agua descritos y analizados en la sección anterior datan del periodo 1985-1992, aproximadamente, pero investigaciones posteriores indican que la situación no se ha modificado sustancialmente y en cierta medida la tendencia ha sido al agravamiento de dichos conflictos (Kloster, 2008). Ello ya se había anticipado desde la década de 1970 por parte de expertos gubernamentales, quienes elaboraron un “mapa” para predecir conflictos por el agua en los principales centros urbanos de México entre 1980 y 2000. Esto se reproduce en el mapa 1.1.

      Ahora bien, aunque las predicciones de los expertos oficiales han resultado adecuadas en términos generales ya que anticiparon correctamente la tendencia general creciente de los conflictos por el agua en las zonas urbanas de México, el análisis sobre el cual se basó la predicción estuvo restringido a factores físico-naturales y tecno-científicos y no prestó suficiente atención a las raíces sociales del problema que, en nuestra perspectiva, constituyen un factor crucial. De este modo, el mapa 1.1 fue construido sobre una explicación de los conflictos urbanos por el agua que los entiende como el resultado de la interacción entre las restricciones hidrológicas y climáticas tales como la disponibilidad “natural” de agua, y los procesos económicos y técnicos tales como la extracción, la demanda, y el consumo de agua para diversos usos. Así, por ejemplo, en el mapa 1.1, vemos que la Ciudad de México (59) y Ciudad Juárez (6) fueron clasificadas como “con conflicto actual y futuro” con base en la expectativa de una demanda de agua en aumento en un contexto de recursos hídricos invariables o en franca disminución. En contraste, un grupo de ciudades que incluye a Tuxtla Gutiérrez (84), la capital del estado de Chiapas, era clasificada como “sin conflictos hasta el año 2000”, ya que la disponibilidad natural de agua en la región permitía absorber los posibles aumentos en la demanda durante el periodo previsto. No obstante, un estudio empírico comparativo de estos casos reveló que se produjeron conflictos por el agua en todas estas ciudades, en gran medida en forma independiente de las diversas condiciones hidrológicas de cada lugar (Castro, 1992, 2006), lo cual demuestra la necesidad de incorporar otros factores explicativos en el análisis y explicación del “conflicto”.

      Al respecto, desde nuestro punto de vista, los conflictos por el agua en el medio urbano son parte integrante de confrontaciones sociales y políticas más amplias, estructurales, entre proyectos sociales alternativos, e incluso antagónicos. Por tanto, explicar los conflictos por el agua exige incorporar la dimensión social en el análisis y avanzar en el desarrollo de coordinaciones interdisciplinares que permitan dar cuenta de la interacción entre los procesos físico-naturales y sociales, puesto que no es posible dar por explicados esos conflictos remitiéndonos meramente a factores como la escasa disponibilidad de agua, la aridez o la presión del crecimiento demográfico y urbano. La evidencia histórica en relación a la gestión del agua en distintos contextos demuestra que los seres humanos han sido capaces de resolver conflictos y desarrollar formas cooperativas y eficaces de gestión, basadas en la solidaridad y en principios racionales, para la justa asignación de fuentes de agua limitadas en condiciones de aridez, por ejemplo, en la Valencia musulmana y medieval (Glick, 1970), así como también en situaciones hidrológicas más favorables como en Bali (Geertz, 1980), Ceilán (Leach, 1959) o Filipinas (Ostrom, 1990). En contraste, sabemos que la emergencia de conflictos por el agua puede darse de igual forma en condiciones de abundancia de este elemento, un hecho suficientemente documentado

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