Estudios sobre la Filosofía Política de Francis Bacon. Teresita García González
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En el ensayo “La sabiduría en la Sabiduría”, Luis Octavio García Mondragón se aplica, con amplia erudición y finísima sensibilidad hermenéutica, a recorrer los complejos laberintos construidos por Francis Bacon en su La Sabiduría de los Antiguos. En la superficie, esta obra parece meramente mostrar que los mitos de los verdaderos antiguos contienen una sapiencia más profunda que la de los antiguos espurios. Con esta distinción Bacon pretende que la filosofía clásica (entiéndase la elaborada desde Tales hasta Aristóteles) no sólo es falsa, sino que además oculta a la sabiduría comunicada mediante los mitos clásicos. Con este artificio retórico se sientan las bases para presentar la nueva ciencia baconiana como si fuera una recuperación de la sapiencia más profunda de los antiguos genuinos y no una mera polémica contra los filósofos clásicos. Mediante esta argucia se desafía al lector a ejercer su talento hermenéutico interpretando una obra en la cual lo serio y lo juguetón siempre están entremezclados. Sin embargo, esta superficie es uno de múltiples velos usados por Bacon para mostrar y ocultar el sentido más profundo de su nueva ciencia. Luis Octavio García Mondragón acepta el desafío y con paciencia y atención extraordinarias nos guía por las galerías del laberinto baconiano como un nuevo Teseo hermenéutico. Un aspecto clave de su trabajo es el develamiento del orden concéntrico elegido por Bacon para relacionar las treinta y una fábulas interpretadas en esta obra. Es imposible resumir la complejidad de este orden concéntrico y menos aún hacer justicia en pocas líneas a las observaciones, tan lúcidas como penetrantes, que ofrece esta obra de deslumbrante virtuosismo hermenéutico. Quien dedique el cuidado requerido al estudio de este ensayo constatará que estas apreciaciones nada tienen de exageración.
En el ensayo “La filosofía baconiana de la naturaleza y sus implicaciones éticas y políticas en El Avance del Saber", José Gerardo Valero Cano interpreta y explica la filosofía de la naturaleza de Bacon exponiendo su conexión sistemática con la nueva filosofía política requerida necesariamente por su implicación recíproca. La nueva ciencia ofrece nuevos poderes para el hombre y por consiguiente es menester mostrar a qué fines se pretende aplicarlos y por qué esos fines son deseables. Para llevar a cabo esta tarea, José Gerardo Valero examina las bases epistemológicas de la nueva ciencia y su rechazo de la metafísica aristotélica. Destaca especialmente la relación entre el cambio en los fines de la ciencia y la innovación en sus bases epistemológicas y metodológicas. Muestra cómo el gran énfasis en la experimentación obedece al propósito utilitario y no a la búsqueda de la verdad en el estudio de la naturaleza. También aporta evidencias fuertes para mostrar que Bacon no considera necesaria ni pertinente una confrontación cuidadosa con la ciencia aristotélica y por consiguiente no es una “superación” de ésta. En el nivel metafísico, argumenta José Gerardo Valero, tampoco hay una crítica cuidadosa. Bacon introduce una nueva idea de naturaleza (inspirada en el pensamiento de Demócrito) que cumple los requisitos ontológicos supuestos por la nueva ciencia, tales como la transformación y la maleabilidad de todo lo natural conforme al designio humano. Es así como la naturaleza deviene en almacén de “recursos naturales”. Tanto el rechazo de la teleología como el de la noción de sustancia aristotélica son examinados a la luz de este cambio en los fines de la ciencia. En este ensayo también se exploran los vínculos con la nueva ciencia política inaugurada por Maquiavelo, evidenciándose que Bacon es un fervoroso discípulo del florentino. Se recalca la relación dialéctica entre ambos filósofos modernos, mostrando que la verità effettuale de la nueva ciencia consiste en verdades cuya validez se corrobora por sus efectos prácticos. En cuanto a la revolución en la comprensión de la naturaleza humana y sus consecuencias para la ética, se dirige la atención tanto a la diferencia con la ética aristotélica como con la ética cristiana. El rechazo tanto del bios theoretikos de la filosofía antigua como de la beatitud cristiana es consecuencia insoslayable de la nueva ciencia y su nuevo mundo. José Gerardo es muy crítico de la nueva ética y dedica extensas reflexiones al tema. Una de sus preguntas clave es si puede haber tal cosa como la felicidad en un universo concebido conforme al materialismo baconiano. En suma, este trabajo ofrece un panorama completo y crítico de la nueva ciencia baconiana y sus implicaciones para la política y la ética. Muestra, así, las intenciones profundamente revolucionarias de Francis Bacon.
El reto fundamental para instaurar la nueva ciencia era cómo difundirla y atraer adeptos sin provocar la oposición y censura de quienes verían afectados sus intereses, cuestionados sus conocimientos y ofendida su religión. Responder debidamente a estas preguntas es el objeto de varias disciplinas que abarcan desde la historia de la filosofía, la historia política, económica y literaria, hasta la historia religiosa de Europa entre los siglos XIV y XVI. Es muy probable que en cada una de las perspectivas se produzcan respuestas variadas a las preguntas. Por una parte, el número de los pensadores que fundan la Modernidad es entre cinco y diez, y, en todo caso, no más de cincuenta, según el criterio que se aplique para determinarlos. Por otra, los contextos en los cuales ocurre la innovación radical se concentran principalmente en el noroeste de Europa, en las naciones protestantes. En el ensayo intitulado “La estrategia retórica de Francis Bacon para difundir su Nueva Ciencia”, Antonio Marino López centra la atención en los recursos usados por el principal fundador de la Modernidad para evitar suscitar la animosidad de sus enemigos potenciales y atraer a los predispuestos a favor de las innovaciones. Los centros de oposición, naturalmente, eran las universidades con sus facultades de filosofía y teología, y las autoridades tanto civiles como eclesiásticas. Bacon los clasifíca en tres grupos: teólogos, políticos y sabios. A cada uno de ellos dedica argumentos de gran astucia retórica para persuadirlos de que su nueva ciencia tiene propósitos del todo ortodoxos y nada tienen que temer de su instauración. En su ensayo, Antonio Marino examina cada una de las “apologías” dedicadas a cada grupo, las cuales aparecen al inicio del Advancement of Learning (El Avance del Saber) con la intención de abrir brecha sin provocar escozores. Si bien este es el tema central del trabajo, su autor comienza por una interpretación detallada del primer ensayo de los Essays, or Councils Civil and Moral, cuyo título es “Of Truth”. Esta obra fue la más difundida durante la vida de Bacon y en ella se pueden ver en toda su magistral plenitud los recursos retóricos del filósofo. Sus Essays son el caballo de Troya de su nueva ciencia. Con la interpretación del ensayo “Of Truth” (“De la verdad”) se muestra cómo Bacon logra encubrir con una capa de aparente ortodoxia sus propuestas heterodoxas y hasta herejes. Mediante este ejercicio hermenéutico se obtienen las directrices para detectar usos retóricos semejantes en los argumentos de las tres apologías ya menciondadas. Uno de los propósitos centrales del trabajo de Antonio Marino es mostrar que Bacon se afilia a la comprensión maquiavélica de la verdad como determinada desde la práctica: la verdad de una proposición es inseparable de sus efectos. La verità effettuale se constata en la praxis. Y esto vale tanto para la nueva ciencia como la nueva política, lo cual a su vez requiere de una nueva retórica.