Covid-19 y derechos humanos. Группа авторов

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Covid-19 y derechos humanos - Группа авторов

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trabajar en condiciones que hacen imposible protegerse del virus; miembros de minorías raciales, étnicas y religiosas, cuyos derechos ya están obstruidos y negados por un racismo multidimensional y estructural; los pueblos indígenas; personas mayores, especialmente las que están alojadas en hogares de atención colectiva donde los derechos y la dignidad de cada individuo pueden no ser plenamente respetados; y con demasiada frecuencia, la carga de cuidar a los enfermos –y las pérdidas de empleo relacionadas con la recesión de la Covid-19– recae sobre las mujeres.

      La pandemia es, de hecho, una devastadora tragedia humana. Mi Oficina ha publicado orientaciones y directrices sobre diferentes aspectos de la crisis, pero todas con el mismo mensaje central: la respuesta solo será efectiva si se centra en los derechos humanos.

      Asimismo, al presentar su informe de políticas sobre la Covid-19 y los derechos humanos, el secretario general señaló que estos son “clave para configurar la respuesta a la pandemia en lo que respecta tanto a la emergencia de salud pública como a las repercusiones más amplias en la vida y los medios de subsistencia de la gente”. Más recientemente, el secretario general también ha llamado a un nuevo contrato social y a un nuevo pacto mundial, que creen igualdad de oportunidades para todas y todos y respeten los derechos y libertades de todas y todos.

      Agrego mi voz a este llamado. Para mí es claro que, como miembros de una sola humanidad, tenemos dos deberes esenciales: superar la pandemia y reconstruirnos mejor.

      No es aceptable volver a como estábamos antes de esta crisis. No podemos reconstruir los sistemas tambaleantes y frágiles que han hecho a nuestras sociedades tan vulnerables. Si seguimos en ese camino, fallaremos en nuestra promesa de no dejar a nadie atrás.

      Reconstruirnos mejor significa hacer frente a los numerosos desafíos que expone esta pandemia: desigualdades, lagunas en los sistemas de salud y protección social, degradación ambiental, debilidad institucional y violaciones estructurales de los derechos humanos. Significa soluciones basadas en principios que reconstruyan a sociedades con mayor resiliencia, inclusión y justicia. Y significa también hacer frente a la crisis climática creando nuevos sistemas más justos y resistentes en un mundo más limpio y seguro.

      Estamos navegando en un territorio desconocido. Sin embargo, es precisamente en tiempos de crisis que necesitamos principios sólidos para guiar nuestro camino. Así como las personas se vuelven más vulnerables a la Covid-19 por las comorbilidades, lagunas y fallos en materia de derechos humanos generan mayores vulnerabilidades para las sociedades. Las desigualdades, la discriminación y otras cuestiones críticas, como el cambio climático, han debilitado nuestra resistencia a choques, y mi Oficina sigue preparada para apoyar respuestas eficaces. Necesitamos garantizar un esfuerzo multilateral y mundial de solidaridad. Estoy convencida de que a través de la participación de todas y todos, en todos los sectores de las sociedades, podemos construir sistemas más resilientes y que mejor protejan los derechos de toda la humanidad.

      PREFACIO

       ¿Por qué y para qué se escribió este libro?

      Este libro comenzó a ser escrito apenas se expandió el virus en la Argentina (marzo de 2020) y publicado unos meses después, así que se fue elaborando mientras crecían la muerte, la angustia y la pobreza.

      Esta experiencia límite está siendo fuente de pensamiento y producción pues, como explicaba Theodor Adorno, el sufrimiento perene tiene tanto derecho a la expresión como el martirizado a gritar. Esta es la exigencia que la historia le impone a la filosofía, al derecho, a la economía y a las artes. Además, porque el carácter trágico de la época, la posibilidad de ruptura del lazo social, de pérdida de la humanidad, cuando no nos hace sucumbir en la inhibición, es un motor del pensamiento, es lo que nos moviliza a producir un poco de orden –y allí advienen las ciencias– para protegernos del caos y la destrucción. Así, concurren en la edición de este libro un posicionamiento ético de compromiso con el tiempo y un destino trágico en tantos sujetos que procuran calmar la angustia que la enfermedad, la muerte, el encierro y la pobreza circundantes nos generan.

      Las grandes tragedias del siglo XX parieron nuevas formas de comprensión del vínculo del ser humano con la naturaleza, con los semejantes y consigo mismo. Asimismo, evidenciaron los límites de los modelos metodológicos atomísticos y reivindicaron el siempre difícil diálogo disciplinar para el abordaje de los problemas contemporáneos, por definición complejos. En esa dirección, este texto afronta el desafío de congregar a 43 autoras y autores, provenientes de diferentes disciplinas, ámbitos profesionales, nacionalidades, géneros y edades, y con pluralismo metodológico, que compartimos como piso u horizonte común para la interpretación el abordaje desde una perspectiva de derechos.

      Este libro también intenta reafirmar el valor que tiene para nuestras sociedades la comprensión de la pandemia y sus derivaciones, desde los derechos humanos y las ciencias sociales. Ese valor radica en incrementar el caudal informativo, enriquecer las posibilidades argumentativas, iluminar interrelaciones, fortalecer los instrumentos para la lucha por la justicia social y disputar a otras prácticas sociales de conocimiento el lugar de veridicción: apologistas del lucro, las desigualdades y el pesimismo.

      El editor

      1. Introducción: Covid-19, desigualdad y derechos humanos

      Juan Pablo Bohoslavsky*

      Desigualdad y “nueva normalidad”

      Ramona Medina, vecina y referenta de La Poderosa en la Villa 31 de la ciudad de Buenos Aires, denunciaba a principios de mayo de 2020: “No tengo plata para comprar bidones, tengo que reciclar agua para todo; desde el gobierno se la pasan diciendo que este virus se combate higienizándose, pero ¿cómo podemos hacer para higienizarnos si no tenemos ni una gota de agua?”. A las dos semanas le diagnosticaron Covid-19 y falleció. Ramona trabajaba como cuentapropista realizando gestiones para traslados de personas con discapacidad. Era insulinodependiente y vivía junto a seis integrantes más de su familia, incluida una hija con diabetes, otra en silla de ruedas y el suegro con problemas cardíacos. Sus dos hijas, sobrina y cuñados también se contagiaron.

      Este es un libro sobre muchas cosas, pero, antes que nada, es una interpelación a no volver al mundo pre-Covid-19 porque lo normal es parte del problema. En lo inmediato, se puede señalar un número de causas que han exacerbado el contagio y la letalidad de la Covid-19 y los efectos sociales y económicos de las medidas implementadas para contenerlo, pero todas ellas pueden ser sintetizadas en una: las profundas desigualdades que existen en el mundo. De algún modo el libro pretende anticiparse como un antídoto contra la negación y el olvido con los que se suele reaccionar frente a traumas personales o colectivos y que nos lleva a embellecer las situaciones previas a las tragedias. No se intenta contar cómo será el país después de la pandemia, sino desarmar y denunciar injusticias y abusos con el objetivo de sacudir conciencias y dar contenido a políticas para construir un país mejor. El marco conceptual para llevar adelante tal desafío son los derechos humanos, que constituyen una narrativa colectiva, dinámica, conectada con la experiencia y con potencial para abordar problemas complejos.

      ¿Qué tienen que ver las desigualdades, la Covid-19 y los derechos humanos? La enfermedad, las medidas para contenerla y sus efectos sociales y económicos golpean más fuerte a las personas de menores ingresos y/o a aquellas que pertenecen a otros grupos en situación de vulnerabilidad, particularmente aquellas expuestas a discriminación múltiple e interseccional. Las y los pobres se contagian y mueren más por la Covid-19 y disponen de menores recursos para capear la recesión económica que llevará hacia finales de 2020 a que América Latina cuente con treinta millones más de pobres (Cepal, 2020a). Y si son mujeres, migrantes, personas refugiadas, indígenas, con discapacidad, en contextos de encierro, adultas y adultos mayores, niñas, niños o

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