Pack Bianca y Deseo enero 2021. Varias Autoras
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–Douglas, ¿no lo ves? Es idéntico a Keaton –intervino Nancy, tomando la mano de su marido–. Tiene que ser Kane, nuestro hijo mayor.
Pero Douglas Richmond seguía sin estar convencido.
–Pensé que había solicitado esta reunión para hablar de negocios. ¿Qué quiere en realidad de nosotros?
–Así es –le respondió Logan–. Y sigo deseando hablar de negocios, pero antes me gustaría enseñarles algo. Entiendo que estén sorprendidos, yo me sentí igual cuando descubrí mi verdadera identidad.
Logan apoyó el maletín en una silla y lo abrió. Sacó las copias del diario y la pulsera identificativas del hospital y lo dejó todo encima del escritorio de su padre.
–Esto pertenecía a la mujer que me crio. Por favor, léanlo cuando puedan. Si prefieren, puedo dejárselas aquí y volver en otro momento.
Era evidente que sus padres estaban en estado de shock con su aparición. Él, también. Mirar a su padre era como entrar en una máquina del tiempo y verse con treinta años más. Y lo mismo con respecto a su madre. Tenía el mismo color de ojos que ella. A pesar de la tensión que había en el ambiente, Logan sintió que había una conexión entre ellos. No obstante, tal vez fuese un buen momento para marcharse y dejar que absorbiesen solos toda la información.
–Veo que mi llegada les ha desconcertado a los dos.
Dejó una tarjeta de visita encima de la mesa.
–Pueden llamarme por teléfono. Estaré en mi hotel, esperando la llamada.
Se dio la media vuelta y fue hacia la puerta.
–¡No, no te marches! –le gritó Nancy, poniéndose en pie.
Avanzó por el suelo enmoquetado hasta detenerse delante de él y alargó las manos hacia su rostro para tocarle las mejillas.
–Nancy, no puedes estar segura de que es él –le advirtió Douglas con cautela.
–No te atrevas a decirme que no reconozco a mi propio hijo –le replicó ella sin apartar la mirada de Logan ni un instante–. Es mi niño. Has crecido dentro de mí, yo te di a luz, te tuve en brazos, te di el pecho y, entonces, te llevaron, pero has vuelto con nosotros y nuestra familia vuelve a estar completa.
Logan no supo qué decir, pero su silencio no disuadió a Nancy.
–Douglas, llama a Keaton y a Kristin para que vengan. Tienen que conocerlo. Tienen que ver a su hermano.
Para sorpresa de Logan, su padre obedeció. Hizo dos llamadas en un momento.
–Siéntate, joven. Aunque no creo que tengamos que esperar mucho –le dijo después a regañadientes antes de volver a ocupar el sillón que había detrás del escritorio.
Logan se sentó y se mantuvo en silencio. Nancy se había cambiado al sillón que había a su lado. Ambos lo miraban casi sin parpadear, su madre, maravillada, su padre, con incredulidad. No habían pasado más de dos minutos cuando llamaron a la puerta y entró un hombre. Logan se puso en pie y se giró hacia él.
–¿Se puede saber qué ocurre? –preguntó su gemelo con gesto de sorpresa.
Eran idénticos.
–Keaton, quiero presentarte a tu hermano, Kane, aunque en realidad ahora se llama Logan Parker, ¿no? –dijo Nancy con voz temblorosa.
–No sé quién es este impostor, pero yo no tengo ningún hermano –comentó Keaton en tono firme.
Logan se sintió como si le hubiesen dado una patada en el estómago. Siempre había querido tener hermanos, toda su vida. Y después de haber descubierto que tenía dos, sintió que lo que más le importaba era que lo creyesen.
–Si te sirve de consuelo –le dijo Logan–, hasta hace muy poco tiempo yo tampoco sabía que tú existías.
Llamaron de nuevo a la puerta y entró una mujer joven, su hermana, a juzgar por su parecido a Nancy.
–¿Qué ocurre? ¿Quién es este? –inquirió esta.
–Kristin, es tu hermano –le explicó Nancy–. Tu otro hermano.
–No es posible. Está muerto.
–Lo cierto es que estoy vivo, muy vivo –comentó Logan.
–¿Cómo es posible? –preguntó Kristin–. Siempre me habíais dicho, desde pequeña, que había muerto.
–Lo que tu madre os ha dicho siempre es que lo habíamos perdido, el resto ha sido interpretación vuestra –admitió Douglas muy a su pesar–. Es evidente que el parecido es enorme…
–Pero eso no significa nada –insistió Keaton, acercándose más a Logan–. No sé quién eres, pero has tenido la osadía de venir aquí con esta historia. ¿Cuánto dinero quieres?
Logan resopló.
–¿Dinero? Tengo mucho dinero. Lo que no tengo es a mi familia.
–¿Y pretendes apropiarte de la nuestra? –inquirió Kristin.
Logan tomó la pulsera identificativa del hospital que había dejado sobre el escritorio de su padre.
–Si fuese un impostor, ¿tendría esto?
–Cualquiera podría falsificar eso.
Logan apretó los labios. Aquella no estaba siendo la cálida reunión familiar con la que había soñado.
–Mirad, haré lo que sea necesario para demostrar que soy quien digo ser –añadió, mirando a Keaton–. Decidme dónde y cuándo vamos a hacernos las pruebas de ADN y allí estaré.
–Te veo muy seguro de ti mismo –le contestó Keaton.
–No tengo la costumbre de mentir ni de engañar a nadie –respondió él con firmeza–. Mira, hasta que mi madre, o la mujer que me crio, falleció recientemente, siempre había pensado que ella y su difunto marido habían sido mis padres, aunque no me pareciese mucho a ninguno de los dos. Se habían conocido en la Antártida, donde él formaba parte de las fuerzas de apoyo estadounidenses y ella era enfermera, neozelandesa. Luego fueron a vivir a Estados Unidos y se casaron allí. Cuando ella falleció, encontré esto.
Gesticuló hacia las copias del diario.
–Y la pulsera identificativas.
Hizo una pausa antes de continuar.
–Que yo sepa, Alison Parker supo que su marido había fallecido durante una misión y se puso de parto, pero su hijo nació muerto. Supongo que fue tal el dolor que sintió, que perdió la cabeza. Así que, según ella misma escribió en el diario, aprovechó un cambio de turno de las enfermeras para entrar en la habitación donde estaban los bebés, sacarme de mi cuna y, escondido en su bolso de viaje, llevarme a su casa.
–Después viajó de Seattle a Los Ángeles, donde me sacó el pasaporte con el nombre de su hijo muerto