El concepto Mulligan de terapia manual (Color). Wayne Hing
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу El concepto Mulligan de terapia manual (Color) - Wayne Hing страница 10
Clave por su importancia es que la evaluación inicial del paciente no solo identifique el signo comparable de la MAEC o la tarea/actividad física problemática (por lo general, dolorosa) para el paciente, sino que también determine el grado en que la actividad física interfiere con las funciones cotidianas del paciente, así como la gravedad e irritabilidad de la afección (Vicenzino y cols., 2011). La exploración física cuantificará la MAEC. Esta cuantificación será un tanto variable dependiendo del problema de presentación; es decir, será diferente a la de una afección dolorosa y a la de un problema de rigidez o debilidad.
En el caso de alguien que presente una MAEC en una afección álgica (figura 3) el problema físico es el movimiento doloroso (Vicenzino y cols., 2011). El paciente señala cuándo fue la primera vez que sintió el dolor durante el movimiento y se medirá con un goniómetro, inclinómetro, cinta métrica u otro punto de referencia (p. ej., un punto en una pared). En caso de que la MAEC sea una contracción muscular dolorosa, se puede medir con un dinamómetro (p. ej., una prueba de prensión en un caso de codo de tenista).
En el caso de que haya dolor al final de la movilidad o durante una contracción de fuerza máxima tras la aplicación de una MCM, el paciente determinará su percepción del dolor usando la escala analógica visual (EAV) o la escala de valoración numérica del dolor (EVND), y la MCM reducirá sustancialmente el dolor, lo suprimirá o lo limitará mucho, para que sea de utilidad en la tabla 4 de tratamiento.
Todas estas mediciones son estándar y rutinarias en la atención médica de lesiones musculoesqueléticas. En el capítulo 2 del primer libro sobre técnicas de MCM se hallan otros ejemplos de aplicación de MCM a problemas de rigidez o debilidad, o a una combinación de estos problemas.
Otro aspecto importante de las técnicas de MCM es la aplicación de sobrepresión a la MAEC en el punto final del movimiento, pero solo si es indolora. Mulligan (2010) subraya encarecidamente la necesidad de usar sobrepresión con el fin de optimizar la eficacia del tratamiento. Dependiendo de la técnica, será el paciente o el terapeuta quien aplique la sobrepresión. Por lo demás, las técnicas que ya contienen un componente de sobrepresión (es decir, peso en carga) o un efecto gravitatorio, no requieren aplicación manual de sobrepresión y a menudo son técnicas valiosas para que los pacientes las practiquen como autoMCM.
La segunda M de la MCM (fuerza vectorial) se incluye en estas categorías: la dirección de aplicación de la fuerza, la cantidad de fuerza aplicada, la posible interrelación entre dirección y cantidad de fuerza, la localización de la aplicación de fuerza, la manera en que se aplica la fuerza (p. ej., manualmente, con vendaje neuromuscular, con cincha de tratamiento) y el volumen general. Estos factores mencionados se consideran parámetros de entrada/variables de la movilización (o de la primera «M») de la MCM (figura 2). La figura se refiere a dos puntos de referencia para estos parámetros. El primero es la descripción de los parámetros de entrada, como la cantidad (N) y la dirección (grados) de la fuerza. El segundo punto de referencia es la MAEC y, en particular, el modo en que los parámetros influyen en la MAEC (figura 4).
Figura 3
Cincha de tratamiento para MCM; deslizamiento lateral con prensión manual.
TABLA 4 Punto final del dolor, medición y objetivos de las técnicas de MCM
La dirección de aplicación de la fuerza/del deslizamiento accesorio que el practicante ejerce sobre una articulación puede ser medial, lateral, anterior, posterior o rotacional. El deslizamiento aplicado pasivamente se aguanta y mantiene tanto durante como después de que el paciente obtenga su MAEC. Las técnicas descritas en este libro tienen su origen en las observaciones clínicas hechas por Mulligan en el curso de su práctica clínica. Aportan a los practicantes la opinión de un experto (del innovador de la técnica) sobre un punto de partida para sus aplicaciones de MCM, sobre todo porque no parece haber ninguna otra pauta de base científica sobre la dirección de aplicación de fuerza en las técnicas de MCM.
El grado de MCM se conceptualiza en forma de volumen, que se define como la suma de todas las aplicaciones de MCM que experimenta un paciente. El volumen de MCM consta de la MCM que ejerce el practicante, así como de la que aplica el paciente mediante autotratamiento. Esto es razonablemente sencillo de cuantificar multiplicando el número de repeticiones por serie por el número de series de una MCM específica completada durante un período dado. La aplicación de vendajes también es otro método para ampliar la cantidad/volumen de MCM experimentados por el paciente, aunque sea relativamente menos cuantificable y en la mayoría de los casos solo se lleve puesto un día o dos por aplicación.
Un componente importante de la aplicación de MCM es el autotratamiento que requieren la mayoría de los pacientes (es decir, los que no se recuperan completamente después de una sesión o dos con el practicante (figura 4). El volumen de MCM experimentado por el paciente probablemente sea un gran conductor de la sostenibilidad de los efectos de la MCM y, como tal, la repetición de la MCM requerirá con frecuencia que el paciente se trate a sí mismo (Vicenzino y cols., 2011).
Figura 4
Matriz de decisiones propuesta para las técnicas de MCM. Respecto a las decisiones tomadas en una sesión sobre la aplicación y progresión, el proceso de razonamiento clínico depende en gran medida de la respuesta durante e inmediatamente después de la aplicación de una MCM en comparación con la MAEC previa a la aplicación, mientras que en las sesiones siguientes la MAEC previa a la aplicación se compara con la MAEC inicial de la primera sesión. El que la MAEC mejore o no sustancialmente determina que se introduzcan cambios en los parámetros de la MCM y en la naturaleza exacta de esos cambios. Parámetros como la localización, el nivel y la dirección de la fuerza se modulan para establecer cambios durante la aplicación, mientras que, por regla general, una sesión exitosa de MCM suele requerir entre 1 y 3 series de 10 repeticiones, aunque el volumen exacto para cada persona solo se pueda determinar con certeza usando la respuesta de la MAEC tras la aplicación.
Fuente: Vicenzino y cols., 2011; p. 15.
La aplicación de cinta adhesiva elástica, dispuesta en la misma dirección que la movilización, a fin de replicar la MCM aplicada manualmente, es otra estrategia para prolongar el efecto terapéutico de las MCM. De forma parecida a las MCM autoadministradas, la cinta debe tener un efecto demostrable sobre la MAEC para que se emplee como parte del plan de tratamiento. Para la aplicación de cinta, el terapeuta debe estar familiarizado con los procedimientos estándar de seguridad respeto a la aplicación de cinta adhesiva sobre la piel, sobre todo cuando se use una cinta rígida bajo tensión, lo cual incluye averiguar