El concepto Mulligan de terapia manual (Color). Wayne Hing
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El concepto excepcional de la MCM de Mulligan ha tenido un impacto significativo en la práctica de la terapia manual en todo el mundo durante las últimas dos décadas. La historia de la MCM quedó bien documentada en nuestro primer libro (Vicenzino y cols., 2011). Mulligan comenzó su andadura laboral como fisioterapeuta tras graduarse en la Otago School of Physiotherapy de Dunedin en 1954. A finales de la década de 1950, después de acudir a seminarios basados en el método del doctor James Cyriax de aproximación a la medicina ortopédica, que comprendía técnicas de manipulación vertebral (manipulación de alta velocidad) y de movilización articular pasiva, desarrolló rápidamente su entusiasta interés por la terapia manual. El interés de Mulligan, Paris y McKenzie por la terapia manual llevó a Paris y McKenzie a visitar a Kalternborn en Europa. Luego retornaron a Nueva Zelanda y compartieron sus conocimientos con Mulligan y otros fisioterapeutas.
Por aquellos tiempos, las escuelas de fisioterapia no habían incorporado este método de formación en terapia manual cuyos elementos clave son el tratamiento con ejercicio y masajes, así como las modalidades de electroterapia.
Mulligan terminó ampliando sus conocimientos de terapia manual con un viaje a Helsinki para asistir a las clases de Kaltenborn sobre movilización articular periférica. A su vuelta a Nueva Zelanda, aplicó estas técnicas en su consulta, y como le resultaron muy útiles, comenzó a enseñar estas nuevas habilidades a practicantes privados locales. En 1970, durante los fines de semana, siguió dando su curso sobre las técnicas de movilización de Kaltenborn y luego impartió cursos parecidos en Australia.
Fue en 1985 cuando Mulligan tuvo su primer éxito con la MCM, que finalmente cambió todo su enfoque de la terapia manual. Después de aplicar con poco éxito una serie de técnicas de tratamiento de la época —consistentes en movilización articular pasiva y ultrasonidos—, a la inflamada y dolorosa articulación interfalángica proximal del II dedo de una paciente, y producto de la frustración, probó a aplicar un deslizamiento lateral sostenido e indoloro con flexión activa. La técnica tuvo éxito al instante y propició la resolución del edema tras esa única aplicación del tratamiento. Había nacido el concepto de la aplicación de deslizamientos sostenidos sobre las articulaciones manteniéndolos durante el movimiento activo; Mulligan empezó a aplicarlo a otros casos clínicos. Todas las MCM que han surgido desde entonces tuvieron su principio en la resolución de aquel caso de un problema clínico recalcitrante.
Mulligan había desarrollado el concepto de los defectos posicionales y de la MCM, y pasó a aplicar la misma idea a todos sus pacientes con problemas articulares en los dedos de la mano, y, más adelante, a otras articulaciones. Los deslizamientos y rotaciones mediales y laterales con movimiento se desarrollaron primero en los dedos de la mano, seguidos poco después por la muñeca. Enseguida se aplicaron deslizamientos apofisarios naturales sostenidos (DANS) a la columna vertebral. Fue entonces cuando empezó a enseñar estas nuevas técnicas y otros conceptos a través de cursos impartidos por toda Nueva Zelanda y gracias a un grupo con especial interés en la terapia manual de la Asociación de Fisioterapeutas de Nueva Zelanda (New Zealand Society of Physiotherapists), la llamada Asociación de Terapeutas Manipulativos de Nueva Zelanda (New Zealand Manipulative Therapists Association).
El primer curso sobre el concepto Mulligan se impartió en 1986 y su manual titulado Manual Therapy: NAGs, SNAGs, MWMs, etc. al cual remplaza este libro, ha llegado a su 6.a edición (Mulligan, 2010), con más de 75.000 ejemplares vendidos por todo el mundo. El interés despertado por los cursos de Mulligan llevó finalmente a la creación de la Asociación Internacional de Profesores del Concepto Mulligan (MCTA, International Mulligan Concept Teachers Association), cuya asamblea inaugural se celebró en Stevenage, Reino Unido, en 1998. Se creó este grupo de profesores para estandarizar la enseñanza del concepto Mulligan a nivel global. En la actualidad lo integran 51 miembros que dan cursos a fisioterapeutas de todo el mundo (www.bmulligan.com). El impacto que el concepto Mulligan ha tenido sobre la práctica clínica se puso en evidencia cuando Mulligan fue nombrado una de «Las siete personas más influyentes en la Terapia Manual Ortopédica» como resultado de una encuesta realizada a miembros de la Asociación Norteamericana de Fisioterapia (American Physical Therapy Association).
Nuestro primer libro, titulado Mobilisation with Movement: the Art and the Science, se publicó en 2011. Este manual define y describe el funcionamiento del concepto de MCM atendiendo a sus parámetros y a cómo se manipulan para obtener resultados clínicamente beneficiosos. Es importante que el terapeuta esté familiarizado con los principios del concepto de MCM antes de intentar usar las técnicas descritas en la obra. Aunque el concepto sea muy sencillo en su concepción, no seguir las siguientes pautas llevará, en el mejor de los casos, al fracaso del tratamiento y, en el peor, a exacerbar el cuadro del paciente.
En el libro se subraya la importancia de los conocimientos y habilidades de los terapeutas, de la colaboración entre pacientes y terapeutas, y de la cooperación del paciente. Mulligan creó el acrónimo CROCKS, que tanto le gusta (comunicación personal, 2009), que siempre imparte en sus clases y que se resume en la tabla 1.
TABLA 1 Resumen del acrónimo CROCKS
C (contraindications) | Contraindicaciones |
R (repetitions) | Repeticiones |
O (over-pressure) | Sobrepresión |
C (communication and cooperation) | Comunicación y cooperación |
K (knowledge) | Conocimiento |
S (sustain, skill, sense and subtle) | Sostenido, habilidad, sentido del tacto y sutil |
Contraindicaciones. La fuerza de naturaleza manual que el terapeuta aplica a un paciente se debería examinar a la luz del estado de los tejidos subyacentes, así como de cualquier patología inicial, tanto a nivel local (p. ej., infección, inflamación) como general (p. ej., artropatía seropositiva, artritis reumatoide, cáncer). Por ejemplo, hay que tener en cuenta la calidad ósea (p. ej., osteoporosis, fracturas), la integridad de la estructura articular (p. ej., una articulación inestable), la permeabilidad de los vasos sanguíneos (p. ej., de la arteria vertebral, de un aneurisma aórtico) y la integridad de la piel (p. ej., piel frágil en diabéticos y pacientes con enfermedad vascular periférica), que podrían verse comprometidas en pacientes con patologías dolorosas. Los masoterapeutas sin experiencia, también los inexpertos en MCM, se tendrán que familiarizar con las enfermedades que se consideran contraindicaciones para la terapia manual, y con aquellas en las que haya que actuar con cautela (Gay y Nelson, 2003). A pesar de esto, las técnicas de MCM se caracterizan por la seguridad implícita de su mecanismo, ya que se tienen que aplicar sin síntomas (p. ej., dolor, cesión de la articulación, hormigueo), y por la menor cantidad de fuerza requerida para lograr una mejora del movimiento afectado del paciente. Los aspectos técnicos y conceptuales requeridos para aplicar MCM seguras se encontrarán en este libro y en el previo (Vicenzino y cols., 2011).
Repeticiones. El número de repeticiones por serie y el número de series por sesión varían según la técnica, así como según el estadio de la intervención. Por lo general se aconseja que se usen menos repeticiones al tratar la columna vertebral en comparación con las articulaciones periféricas, en especial durante la aplicación inicial, y en articulaciones lesionadas