Richard Dawkins contra Stephen Jay Gould. Kim Sterelny
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Richard Dawkins contra Stephen Jay Gould - Kim Sterelny страница 7
2
GENES Y LINAJES GéNICOS
El gen egoísta empieza con un mito sobre la creación. Dawkins nos pide que imaginemos un mundo primitivo, prebiótico, un mundo en el que los procesos físicos y bioquímicos crearon un caldo primigenio de recursos químicos y físicos. En este caldo no hay nada vivo, nada muere y nada evoluciona. Pero entonces, algo pasa. Se forma, por accidente, un replicador. Un replicador es una molécula (o cualquier otra estructura) que, en el ambiente propicio, actúa como modelo para ser copiado. Los replicadores activos tienen características que determinan sus posibilidades para ser copiados. Los replicadores eficientes son copiados a menudo, aunque sus probabilidades de éxito siempre dependerán igualmente del ambiente en el que se hallen. Un replicador que funcione con bastante éxito en un ambiente, puede, por ejemplo, ser demasiado inestable y, por consiguiente, tener pocas posibilidades en un caldo químico más caliente o en otro formado por compuestos diferentes.
La formación del primer replicador activo fue un acontecimiento que cambió el mundo. Se puede afirmar que hay algo nuevo bajo el sol, ya que introduce la selección natural y, por lo tanto, la evolución en este mundo. Ningún proceso de copiado es perfecto. Por ello, en alguna etapa del proceso, después de un número indeterminado de copias, las del primer replicador empiezan a ser diferentes unas de otras. Aparece una población de variantes. Dentro de la población de los diferentes replicadores, algunos tendrán mayores probabilidades de éxito que los demás. Estos serán los que tendrán una propensión más alta a ser copiados. Otros, en cambio, tendrán una propensión mucho menor; son menos estables o requieren un ingrediente que es menos común en el caldo. Eso crea las condiciones para que opere la selección natural. Dado que los recursos no son infinitos, la replicación de un linaje tendrá consecuencias para los demás linajes. Y de este modo empieza a actuar la evolución dirigida por la selección:
Competición + variación + replicación = selección natural + evolución
Los replicadores que descienden del original son depurados por la selección natural: las variantes con características que facilitan la replicación se volverán más comunes; en cambio, las variantes con características que hacen que la replicación sea menos probable serán cada vez más escasas o, incluso, se extinguirán.
Existen claras diferencias entre el mundo en su primera etapa de evolución y el nuestro. Los genes de hoy en día están formados por ADN: más concretamente, son secuencias de cuatro bases nitrogenadas: adenina, guanina, citosina y timina (que se suelen abreviar como A, G, C y T) unidas a una columna vertebral de azúcar y fosfato. La función mejor conocida de los genes actuales es la codificación de proteínas. De hecho, cuando los biólogos hablan de genes (por ejemplo, cuando hablan del número de genes que porta un determinado organismo) lo que tienen en mente es la secuencia de bases que codifica para una proteína en particular. Esta especificación puede producirse gracias a un código prácticamente universal. Las secuencias de bases nitrogenadas se leen en grupos de tres, cada uno de los cuales especifica uno de los veinte aminoácidos (excepto los que especifican una señal de finalización). Por lo tanto, sucesiones largas de bases nitrogenadas especifican secuencias de aminoácidos, y dichas secuencias son las «estructuras primarias» de las proteínas. El proceso mediante el cual los genes producen proteínas es indirecto, requiere la participación de dos ARN intermediarios —conocidos como ARN mensajero y ARN de transferencia— y depende de una compleja maquinaria celular. Además, muchos genes son silenciosos: no codifican para proteínas, y, hasta hace muy poco, se creía que eran pasajeros inertes en los genomas de los organismos. Sin embargo, ahora se sabe que tales genes juegan a veces un papel en la regulación de la expresión de los genes que codifican proteínas, ayudándolos a activarse o desactivarse.
El resultado es que esos genes, y el sistema gen-proteína, son, en sí mismos, productos complejos de la evolución. Los primeros replicadores no eran, desde luego, secuencias de ADN. Tal vez fueran secuencias de ARN (en las que el uracilo reemplaza a la timina). El ARN no posee una única configuración geométrica estable como le ocurre al ADN: la famosa formación en doble hélice. Esto hace que el proceso de copiado del ARN sea más propenso a sufrir errores. Pero el hecho de que las moléculas de ARN puedan poseer diversas configuraciones físicas también hace posible que el ARN pueda ayudar químicamente a organizar su propia replicación. En la jerga química, el ARN, y no el ADN, es un potencial catalizador de su propio proceso de copiado. (Un catalizador es una molécula que posibilita una reacción química sin sufrir alteración alguna debida a esa misma reacción). Por lo que un «mundo de ARN» es un posible escenario para el inicio de la evolución, pero incluso este punto es muy controvertido.
Así que los primeros replicadores no fueron secuencias de ADN. No se organizaron en alianzas que construían organismos. Más aún, este era el mundo del llamado «Replicador Desnudo». En nuestro mundo, los genes se replican y el organismo interactúa con el medio ambiente tanto para proteger los genes que porta como para asegurarse los recursos necesarios para su copiado. Por lo tanto, los biólogos distinguen entre el genotipo de un organismo (el conjunto de genes que porta) y el fenotipo (su forma desarrollada, su fisiología y su conducta). Pero, en esta primera fase de la evolución, la misma entidad actúa tanto para asegurar los recursos como a modo de plantilla para su propio copiado. Existe una replicación y una interacción con el medio ambiente, pero no existe una especialización de funciones. En un mundo en el que no hay organismos para vestir a los replicadores —ningún vehículo que los transporte— la selección no actúa construyendo vehículos mejor adaptados. Más bien actuará seleccionando propiedades moleculares de los propios replicadores. Tal como dice Dawkins en su conocida frase, la selección operará produciendo variedades con un nivel más alto de «fidelidad, fecundidad y longevidad».
Existen diversas opiniones acerca de la idoneidad del mito de la creación de Dawkins, ya que, según algunos, la vida tuvo sus orígenes en una estructura protocelular que no poseía ninguna clase de química especializada que jugase un papel crucial en el proceso de replicación. Pero, si esa primera época evolutiva fuera tal como Dawkins la pinta, no hay ninguna duda de que, en ese ambiente concreto, los replicadores son las unidades de selección. Y es que no hay nada más que experimente ese cambio evolutivo. Tal vez los primeros replicadores no puedan considerarse seres vivos, pero, ciertamente, no hay nada en ese mundo que se parezca lo más mínimo a algo vivo. Geológicamente hablando, esta primera época donde empieza el proceso de la evolución no puede haber durado mucho tiempo. Poco después, la Tierra se volvió inhabitable, y aparecen en el registro fósil organismos parecidos a las bacterias. Estos fósiles se encontraron en rocas con una antigüedad aproximada de 3.500 millones de años en la región de Pilbara, en el oeste de Australia. Así pues, en el espacio de, como mucho, unos pocos cientos de millones de años, los replicadores primitivos tuvieron