Richard Dawkins contra Stephen Jay Gould. Kim Sterelny
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La «invención» del organismo, tal vez incluso la de las células más simples, cambió la naturaleza tanto de la evolución como de la selección. Había aparecido en escena la división del trabajo. Y es que la invención del organismo es la creación de un vehículo especializado para proteger a los replicadores y recoger los recursos que necesitan para hacer nuevas copias de ellos mismos. Algunos vehículos se adaptarán mejor a sus circunstancias que otros. Tendrán éxito diferencialmente. Este éxito ecológico diferencial de los vehículos causa la replicación diferencial de los replicadores que construyeron esos vehículos. Si las serpientes muy venenosas tienen más éxito ecológicamente que las variantes menos tóxicas de las mismas especies, hará que los replicadores asociados a las variantes más venenosas se repliquen con más frecuencia. En el acervo génico de esa especie, los linajes de genes asociados con las variantes venenosas reemplazarán a los linajes asociados con las serpientes menos tóxicas.
Así que, una vez cruzado el umbral de organismo, la selección natural actúa habitualmente de forma directa sobre los organismos y de forma indirecta sobre los replicadores. Es más, selecciona equipos de replicadores, todo el genoma que ha construido el vehículo, en lugar de replicadores individuales. La vida ha pasado a ser fundamentalmente cooperativa. Y es que, si un organismo muere, se destruyen todos los replicadores que hay en él. Si tiene éxito reproduciéndose, cada replicador presente en él comparte ese éxito; o, por lo menos, la misma oportunidad de compartir ese éxito. Los genes en un organismo dependen generalmente unos de otros; comparten un destino común. En resumen, el paso del umbral de organismo hizo que la cooperación fuera fundamental y, con ella, una división del trabajo entre función y sexo (más estrictamente, entre función y reproducción). Por otra parte, el efecto de un replicador en particular sobre el vehículo que lo transporta es sensible a su ambiente interno y externo. Los genes responsables de la fabricación del pene, por ejemplo, no construyen penes en los vehículos femeninos aunque no hay duda de que también están presentes en ellos. El cromosoma Y que poseen los mamíferos machos y del que carecen las hembras porta pocos genes funcionales. Todos los mamíferos machos heredan de su madre muchos genes que tienen que ver con sus características masculinas. Por lo tanto, el contexto de un gen puede generar grandes diferencias en lo que respecta a su función. Un gen que causa toxicidad en un contexto concreto puede que no tenga ninguna consecuencia en otro. Por lo tanto, todos están de acuerdo en que, en el mundo del Replicador Desnudo, si es que alguna vez existió un mundo así, los replicadores y los linajes de replicadores son la unidad de selección. Pero es posible que la invención del organismo cambiara la unidad de selección.
Figura 1. Los genes en una secuencia de ADN codifican proteínas específicas. (Fuente original: Steve Jones y Boris Van Loon, Introducing Genetics, Cambridge: Icon Books, 2005).
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SELECCIÓN GÉNICA
EN UN MUNDO DE ORGANISMOS
Incluso después de que la evolución cruce el umbral de organismo, Dawkins y, antes que él, G. C. Williams sostienen que el gen sigue siendo la unidad de selección, ya que, como vimos en el capítulo 1, la selección es acumulativa. En El relojero ciego y Escalando el monte improbable, Dawkins enfatiza las diferencias entre la selección de un solo paso y la selección acumulativa. En El relojero ciego, señala que, si se intenta generar la frase:
methinks it is like a weasel (creo que parece una comadreja)
tecleando al azar cadenas de caracteres de la longitud correcta, en un intento tras otro, aún seguiríamos tecleando al final de los tiempos. El mono nunca alcanza a teclear una sola frase de Shakespeare. La selección acumulativa transforma el problema. Digamos que hacemos diez intentos al azar y mantenemos el que más se ha acercado, aunque solo tenga un par de letras en el lugar correcto:
qwtxzu,ifsautysszyaffqyfnmhtb
Podemos entonces seguir a partir de este intento fallido más cercano al correcto, con algún error en el proceso de copia. Supongamos que cada cadena hija varía de su progenitor en una sola letra (un solo carácter). En ese caso, una de esas hijas probablemente tenga tres letras en su lugar correcto.
qwtxzuifsaut sszyaefqyfnmhtb
Podemos seguir la cadena de reproducción a partir de ese individuo de la misma manera. Dentro de un número manejable de generaciones alcanzaremos «methinks it is like a weasel», aunque el número exacto de generaciones dependerá del azar y de la exactitud del proceso de copia. Este ejemplo no es, en absoluto, un modelo de selección natural; es más un ejemplo de selección artificial. Pero muestra la gran diferencia existente entre el poder o la capacidad de la selección de un solo paso y la selección acumulativa. En Escalando el monte improbable, Dawkins nos describe diversos modelos sobre la evolución del ojo de los vertebrados a partir de un pedazo de piel fotosensible, modelos que sugieren que es posible que esta transformación se produjera en unos pocos millones de años.
La evolución adaptativa requiere de la existencia de una selección acumulativa. A su vez, la selección acumulativa requiere persistencia. Los «proto-ojos» deben estar expuestos repetidamente al escrutinio de la selección, para así poder evolucionar hasta llegar a ser ojos eficientes. Ningún ojo como ese evolucionará si los proto-ojos de la generación 1.000 son significativamente diferentes de aquellos de la generación 999 o de la 1.001. La persistencia requiere de un proceso de copiado, ni los genes individuales ni los organismos individuales durarán mucho tiempo. Los genes se copian en las generaciones sucesivas, pero no los organismos. Por lo tanto, la unidad de selección debe ser un linaje de copias de genes. Q.e.d.
Bueno, no exactamente. En The Nature of Selection, Elliott Sober ha señalado que la persistencia no necesita involucrar el proceso de copiado. Para que evolucionen unos ojos eficientes, los ojos de la generación N+1 tienen que ser similares a los de la generación N. Así que el diseño de ojos debe persistir una generación tras otra para que pueda servir como base para mejoras posteriores. Pero ningún ojo de la generación N+1 es una copia de ningún ojo de la generación N. Cada ojo se construye desde cero a través de un complejo proceso de desarrollo. No cabe duda de que los genes juegan un papel completamente crucial en el desarrollo embriológico, pero no tiene lugar ningún proceso de copia de un ojo. El ADN actúa como una plantilla para su propio proceso de copiado. Y tal vez pase lo mismo con algunas estructuras celulares mientras una célula se divide en dos. Pero, no hay duda de que los ojos no actúan como plantillas para su propia replicación. La heredabilidad (la similitud de los organismos a través de las generaciones) es esencial para la selección acumulativa. Pero la heredabilidad de la visión no implica el proceso de copia de los ojos por sí mismos. Sin embargo, tal vez implique el copiado del programa de fabricación de ojos.
Quizás, para que el diseño de los ojos persista generación tras generación, algo tenga que ser copiado. Una idea generalizada sugiere que, aunque los ojos no se copian, la información necesaria para crear tanto los ojos como el resto de la criatura está codificada en los genes. Esa información se copia y se utiliza. La idea de que los genes constituyen un programa o un almacén de información está ampliamente aceptada. Pero resulta sorprendentemente difícil demostrar que los genes y solo los genes pueden llevar la información sobre el desarrollo de un organismo. Se necesitan muchos recursos para construir un organismo. ¿Por qué pensar que solo