El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova

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El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov  - Galina Ershova Akadémica

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ordenanza del matrimonio la realizó el sacerdote Juan Alshinski con el diácono Juan Popka y el salmista Evgraf Fiodorov.

      El escrito se testifica con la firma y el sello de la Iglesia.

      El sacerdote Juan Alshinski

      El diácono Juan Popka

      Sin embargo, la boda no interrumpe los planes profesionales de Mari-Zabel. Dmitri, enamorado, la complace en todo. En 1879, la señora Knórosova obtiene el papel protagonista en la obra de Karamzín, Sofía. Ni siquiera el embarazo puede obligarla a renunciar al estreno. El éxito es rotundo. María Davýdovna decide dedicarse por completo al escenario, lo cual no le obstaculiza regalarle a su esposo cinco hermosos hijos. Antes de que naciera Valentín, Dmitri lleva a su esposa de 21 años a casa de sus padres a la ciudad de Ekaterinodar (Krasnodar). Precisamente allí, el 20 de enero de 1880, nace su hijo.

      No sabemos cómo estaba organizado el modo de vida de la joven familia con cinco hijos. Pero, ya en 1881, después de la rápida recuperación de sus partos, la señora Zabel regresa junto con su esposo a Tiflís. Y allí el incomparable Petrós Adamián la acepta con alegría en su propia compañía de giras. A la joven actriz le proponen el papel de Rosalía en la obra de Paolo Giacometti La familia del criminal, y también otros roles importantes en otros espectáculos. Junto con Mari-Zabel se volvió famosa otra maravillosa actriz armenia, Merobe Kantardzhian, conocida bajo el nombre artístico de Siranush. Probablemente, como solía pasar en el ámbito teatral, la amistad de las chicas también tenía un carácter de competencia profesional.

      La señora Zabel (así la llamaba respetuosamente la prensa de aquellos tiempos) trabajó mucho en diferentes ciudades. Realizó una gira artística por toda Transcaucasia hasta el año 1900 y actuó en espectáculos incluso en los pueblos armenios más lejanos.

      Por lo visto, el pequeño Valentín vivió un tiempo en Krasnodar con su abuela. Luego su padre lo llevó a Tiflís. Los hijos veían poco a su madre. Hablaban con ella solo entre las giras. Incluso cuando la compañía se encontraba en la ciudad, la madre se la pasaba todo el tiempo en los ensayos y en los espectáculos. Así pasaron la niñez y la adolescencia de los chicos.

      Incluso en nuestros tiempos una familia como esta no puede ser considerada ordinaria, y mucho menos lo era en la segunda mitad del siglo xix.

      Mientras los hijos y el padre admiraban a su brillante madre, Valentín ya había terminado la escuela en Tiflís y después el colegio ferroviario Mijailovskoye.

      En aquellos tiempos, los ferrocarriles se transformaron en arterias económicas del país y eran extremamente solicitados en las periferias lejanas del Imperio ruso. Para 1896 había finalizado la construcción del ferrocarril Bakú-Tbilisi-Batumi, y de inmediato se había comenzado la nueva línea: Tbilisi-Ereván. Su inauguración oficial se celebró a finales de 1902. De la línea principal de ferrocarril partían las ramas de vías adicionales. Rusia comprendía que sin red de ferrocarriles era imposible desarrollar la economía de la atrasada región caucasiana.

      En pocas palabras, la profesión de ingeniero ferrocarrilero en esa época estaba muy de moda y era la más solicitada. A principios del siglo xx, los ingenieros se estimaban tanto como los constructores de la industria espacial 100 años después.

      Ante el joven Knórosov se abrían las perspectivas más brillantes. Pero en 1904 comenzó la guerra contra Japón. A Valentín lo llamaron al servicio militar. No se sabe en qué tropas estaba exactamente, pero por la valentía mostrada en los combates lo condecoraron con la Orden de San Jorge de cuarto grado. Esta Orden se consideraba la principal insignia militar del Imperio ruso, y siempre se valoraba mucho más que las condecoraciones más caras, que se autoasignaban los oficiales de alto rango y los generales. El decreto dice:

      Desde luego, la guerra ruso-japonesa no duró mucho y terminó mal para Rusia. En 1905, después de la finalización de las acciones de combate, Valentín regresó a su natal Tiflís, a casa de sus padres. Su padre trabajaba de abogado y continuaba admirando a su majestuosa esposa. Sus hermanos se habían ido a otras ciudades. Su madre, como siempre, vivía en el teatro. La señora Zabel hacía giras con la compañía de Ovanés Abelián en diferentes ciudades del Mediterráneo y el Cáucaso; actuaba en Moscú y San Petersburgo. Con ella aprendieron actuación teatral futuras estrellas del teatro armenio, tales como Artiom Beroyán y Vagrám Papazián. Para ellos era un honor ver en los afiches su propio nombre al lado del nombre de la señora Zabel.

      Pero Valentín no se quedó en Tiflís. Ya en 1906 se fue a San Petersburgo y de inmediato comenzó a trabajar como inspector técnico en la sociedad de seguros Rusia. En aquel momento los clientes principales de la empresa eran los ferrocarriles y las empresas navieras, las manufactureras y las fábricas que impetuosamente se desarrollaban en el país.

      En su tiempo libre, Valentín se involucró mucho en la vida cultural de la capital. Literalmente, mediante la leche materna él absorbió el amor a la poesía, a la música y desde luego al teatro. Por lo tanto, el joven Knórosov nunca faltó a una velada literaria ni a un estreno teatral.

      En aquella época, el lugar más popular del arte lo ocupaba el cinematógrafo. La gente iba a ver la nueva maravilla varias veces, volviendo a las funciones que duraban 48 segundos, en las cuales corría el tren directamente desde la pantalla hacia los espectadores. Luego apareció la película El afilador. La trama era bastante sencilla: la cocinera decide afilar su cuchillo, pero su aspecto severo le da tanto miedo al afilador que se va corriendo, haciendo caer todo lo que encuentra en su camino. El público se moría de la risa. En 1905 Alejandro Janzhonkov comenzó a volverse conocido como el primer productor y director ruso quien, siendo oficial, pertenecía a la vieja descendencia cosaca. Él comenzó a comprar las películas extranjeras con el dinero que había recibido al jubilarse. Las películas en aquel entonces se vendían según la longitud de la cinta: de 45 a 75 kopeks por un metro. La calidad de las películas era horrible; los dispositivos eran aún peores. ¡Pero el público asistía! Por lo tanto, Janzhonkov decidió producir sus propias películas. En las pantallas aparece la cinta Drama en un campamento de gitanos cerca de Moscú. Posteriormente, muchos directores regresarían a esta trama romántica inmortal: el amor fatal, la pasión por los juegos de azar, la venganza sangrienta y los bailes gitanos. Se invitó como actores a verdaderos gitanos. Según los testigos, ellos se quedaban literalmente paralizados e inmóviles ante la cámara. Pero el público estaba en éxtasis por este tipo de películas. Más adelante, los cines llegaron a ser objeto no sólo de la crónica artística, sino de los acontecimientos municipales, sobre lo cual escribían en los periódicos:

      10.12.1907

      Afortunadamente, Alejandra y Valentín no estuvieron en esta horrible función. En la víspera, se habían ido juntos a Velikiy Ústiug para pasar allí la navidad.

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