El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova

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El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov  - Galina Ershova Akadémica

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él, a principios del siglo xix, participó activamente en la organización de las circunnavegaciones del mundo que glorificaron la flota rusa, y también fue explorador de Alaska.

      El comerciante de Ústiug Matvei Buldakov envió a su talentoso hijo menor Mijaíl a la ciudad siberiana de Irkutsk para «las prácticas», como dirían ahora. Allí lo distinguió el famoso marinero Grigory Ivánovich Shélijov, quien invitó al hábil joven a su empresa comercial. Después de la muerte de Shélijov fue su esposa, Natalia Alekseevna, la nieta del rico comerciante de Ústiug, quien encabezó la empresa. Nikolai Petrovich Rezanov, esposo de la hija mayor, Anna Shélijova, era un representante de la nobleza y jefe de cancillería del Senado que participaba en la administración de la empresa comercial. Shélijova casó a su hija de 15 años, una muchacha hermosa llamada Avdotia, con el comerciante Mijaíl Buldakov. Gracias a los esfuerzos conjuntos de los yernos, Rezanov y Buldakov, Natalia Alekseevna logró salvar la empresa de su esposo de las manos de unos tramposos comerciantes de Irkutsk que intentaron apropiarse de ella. Simultáneamente, el 10 de noviembre Natalia Shélijova obtuvo el título de nobleza por los méritos de su esposo en la exploración de América del Norte.

      Мijaíl Buldakov se dirigió con su suegra a San Petersburgo, donde junto con Nikolai Rezanov fortalecieron la nueva empresa. En 1798 se aprobó el acta de la unión de las compañías bajo el nombre Empresa de América del Norte, que posteriormente cambió a Empresa Ruso-Americana. Esta se estableció con el propósito de explorar el territorio de la América rusa y de las islas Kuriles. Se le concedió el uso exclusivo de explotación de recursos y reservas minerales que se encontraban en estos territorios, así como el permiso para todo tipo de actividades. Además tenía derecho de organizar las expediciones, ocupar las tierras descubiertas y comerciar con los países vecinos. El esposo de la hija menor, el comerciante de Ústiug Mijaíl Buldakov, llegó a ser el director general de la empresa.

      En 1800, por mandato real del emperador Alejandro I, la administración del negocio pasó a San Petersburgo. Buldakov se trasladó con su familia a una casa en la calle Millionnaya, comprada para él por Nikolai Rezanov. Unos años después, la Empresa Ruso-Americana adquirió una casa en Moika, del conde Vorontsóv. Dos años después el nuevo dueño de la casa, el comerciante Buldakov, nieto del humilde herrero de Ústiug, obtuvo el rango de asesor de Colegio (departamento del gobierno) que le dio el título de nobleza, lo que equivale al grado militar de mayor o capitán de primer rango.

      Entre las obligaciones del «primer director» estaba el establecimiento de los contactos con los habitantes locales y el abastecimiento de los poblados rusos en América del Norte. Buldakov participó personalmente en la organización de la primera expedición alrededor del mundo bajo el mando de Kruzenshtérn y Lisianski en los barcos Nadezhda y Nevá. Nikolai Rezanov fue nombrado jefe de la expedición, y también se encargaba de la misión diplomática. Un poco antes de eso, después del parto murió la esposa de Rezanov, Anna Grigorievna, lo cual perturbó a Nikolai Petrovich. En este caso el viaje alrededor del mundo podía distraerlo de su dolor.

      Pero precisamente durante este viaje sucedió aquella historia trágica de amor del conde Rezanov con la hermosa y joven hija del gobernador de California, la española Conchita, historia que ahora deja las salas llenas en el espectáculo Yunona y Avos en los teatros de Moscú.

      Después de la muerte inesperada de Nikolai Rezanov, la empresa perdió su alto patronazgo. Desde el año 1820, los administradores y los almirantes comenzaron a desplazar a los comerciantes. Esto le permitió al gobierno tomar completamente el control sobre la actividad comercial, sin tomar en cuenta la opinión de la gerencia general. En 1811 la empresa pasó a subordinarse al ministerio del Interior, lo cual empezó a destruir el negocio. El gobierno, sin siquiera avisar a la dirección de la compañía, comenzó a firmar contratos, provocados por la lucha competitiva entre los ingleses y los americanos, que pretendían dominar el mercado. Como resultado, la gestión inepta de los funcionarios codiciosos llevó en 1868 a la venta de Alaska, que era la tierra rusa en América del Norte.

      Los cuentos sobre la América rusa ocuparon durante mucho tiempo un lugar especial en la vida de las ciudades de la región de Vólogda. Así, por ejemplo, Tijon Shalamov, el padre del conocido escritor ruso, al casarse en 1893 y recibir el sacramento de sacerdocio, se fue a las islas Aleutas como misionero ortodoxo. Durante mucho tiempo lo recordaron como «el predicador en el servicio exterior que dominaba perfectamente el inglés, el francés y el alemán con el diccionario, siendo excelente misionero y conferencista». En 1905 regresó a Rusia. En 1918, cuando después de la Revolución a Shalamov dejaron de pagarle su pensión, el monje que lo sustituyó en la parroquia de las Islas Aleutas le enviaba a su predecesor una pequeña cantidad de dinero que recolectaban los aleutas conversos por el sacerdote ruso.

      Se puede imaginar que una ciudad pequeña, provincial, donde todos se conocían y todos sabían todo sobre todos, literalmente zumbaba por las historias acerca de los lejanos viajes hasta la América Rusa. Sin duda, precisamente con estas historias de los navegantes, los descubrimientos, las tierras y los pueblos desconocidos habían crecido las hijas del comerciante Serguei Makárov. Se sabe que su hija Alejandra nació en 1886, el 3 de abril, según el estilo viejo (o sea, de acuerdo con el calendario religioso juliano). Al día siguiente la llevaron a bautizar a la Iglesia Dimitriyevskaya Dymkovskaya. La madrina de la niña llegó a ser María Alekseevna Makárova, la hija soltera del hermano mayor de Serguei Vasílievich. La ordenanza fue realizada por el sacerdote Alejandro Zhukov con el salmista Mijaíl Ivoninski.

      La diferencia de edades entre las hermanas de la familia Makárov, Varvara, Liubov, Tatiana y Alejandra, no era grande. Probablemente les enseñaban a dedicarse al bordado y a la cocina. Pero estaba claro que esto no era lo principal en su educación. ¿Será que las chicas también jugaban a ser viajeras y exploradoras? Sí, con las mujeres de la familia de Serguei Makárov no cuadra la definición de «ama de casa».

      El asunto de la fe para el comerciante Makárov siempre fue muy importante. Su hija Alejandra, ortodoxa durante toda su vida, fue una persona profundamente creyente. En cuanto a la educación de las hijas, el padre era firme a su manera: ellas debían recibir la mejor educación de aquellos tiempos. Él pensaba que cada una de ellas debía decidir su propio destino y no depender de las opiniones ajenas, por buenas que fueran. Cada uno debe ser libre en su camino de vida, eligiendo lo que le gusta y donde puede obtener mayor éxito.

      Por eso mismo, envió a sus dos queridas hijas, Tatiana y Alejandra, al San Petersburgo metropolitano para estudiar y tomar cursos para mujeres. Probablemente el comerciante Makárov soñaba con que sus hijas también llegarían a hacer grandes avances científicos, como lo hizo María Sklodowska-Curie al descubrir el radio y el polonio en 1898…

      Para las mujeres en aquellos tiempos no era fácil dedicarse a los estudios. Las muchachas que ingresaban a los cursos debían presentar un permiso escrito por los padres o tutores. Además, debían presentar la confirmación de la disponibilidad de fondos para comprobar que podían cubrir su estancia durante todo el periodo de los estudios. El comerciante fue personalmente para acordar su ingreso, ya que la admisión dependía de la discreción del director. La cantidad de lugares en esta institución educativa para mujeres era bastante limitada.

      Cursos universitarios para las mujeres

      En Rusia, la aspiración de las mujeres a la educación universitaria se mostró en 1860, en vísperas de la llamada «liberación de los campesinos», una acción política importante que cambió el sistema agrario y liberó la mano de obra para las empresas. En aquel entonces, en las clases de algunas universidades comenzaron a aparecer las mujeres. El Ministerio de Educación Nacional notó esta innovación. La mayoría de estas estudiantes pertenecía a la alta sociedad. Por lo tanto en 1863, al elaborar los estatutos universitarios, se interrogó a las instituciones educativas con estas preguntas: «¿Pueden las mujeres-oyentes ser admitidas

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