El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova

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El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov  - Galina Ershova Akadémica

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él casi a un disidente. Unos lo conocían como un frío analista; otros sospechaban en él misteriosas habilidades de «brujo». Unos lo consideraban casi un mujeriego; a otros ni siquiera les pasaba por la cabeza sospechar que tuviera una conducta imprudente. Hay aquellos que apasionadamente se interesan solo por un detalle: ¿Bebía Knórosov o no? Lo preguntan como si un modo sano de vida predeterminara la presencia de la genialidad. Yuri Valentínovich hubiera dicho que todo, más bien, era al revés. Unos lo veían como una persona distante y antisocial; otros, como objeto de adoración de los niños y los animales. Unos nunca recibieron de él más de un par de frases y otros tuvieron la suerte de escucharlo durante horas con la boca abierta, y disfrutaron de su peculiar e increíble «visión» de los sucesos históricos. Tenía miedo de las represiones políticas –pero estaba dispuesto a arriesgar todo por la verdad científica. Unos se acuerdan de su habla refinada, correctamente literaria; otros tuvieron la oportunidad de escucharlo maldecir y usar el vocabulario de soldado. Unos lo conocían como «Doctor Jekyll»; otros, como «Señor Hyde». Además, algunos tuvieron la suerte de ver en él a ambos personajes... ¿Si fue bautizado con el nombre de Jorge o de inmediato lo llamaron Yuri y nunca lo bautizaron? ¿Generalmente su apellido se pronuncia con el acento en la primera sílaba «Knórosov» o en la segunda «Knorósov»? Eso sin hablar de la variante española, en la cual generalmente suelen decir Knorosóv. Cuántas discusiones hubo en relación con la etimología de este apellido...

      Pero, de todas formas, hay características que nadie es capaz de desmentir: Knórosov tenía unos increíbles ojos azules, siempre adoró a los gatos y a cualquier otro animal. Y lo más importante: la traición y la infamia le eran completamente ajenos en cualquiera de sus manifestaciones y estados. Además, él no sabía perdonar. Siempre era impecablemente honesto y fiel: a su Patria Rusia –en todos sus estados–; era sacrificadamente fiel a su familia: esposa, hija y nieta; eraincondicionalmente fiel a sus amigos, e impecablemente fiel al objetivo de su vida, es decir, a la ciencia. Por último, Knórosov era un investigador de nacimiento.

      Ya han pasado 20 años desde que falleció el gran científico. Quizá no valga la pena, citando al mismo Mijaíl Bulgakov «correr por las huellas de lo que ya se ha acabado». Sin embargo, lo que hace el verdadero investigador no tiene un final, sino al contrario. Knórosov decía: «Más bien, se trata de la necesidad de comenzar el trabajo...» Por lo tanto, trataremos de conservar y transmitir a otras generaciones este hilo invisible «una cuerda celestial», como decían los mayas, que nos ha extendido el último genio del siglo xx.

      Para el lector mexicano

      Es necesario decir unas palabras para aquellos lectores que nunca hayan conocido la realidad soviética y nunca hayan visitado Rusia. El que tienen en sus manos es un libro ruso en todos los sentidos: habla de la vida de un científico ruso, se sumerge en la historia de Rusia como escenario de esta vida; es un libro que lleva el espíritu ruso, por bueno o complicado que les parezca, y está hecho con base en la visión rusa de los acontecimientos locales e históricos. Aparecen realidades que son muy diferentes a las mexicanas, pensamientos y reacciones que no son comunes en otros países más que en Rusia. También quisiera advertirles que los versos que aparecen en el texto fueron traducidos orientándose más a trasmitir el sentido de lo expresado y no tanto a la forma poética.

      Sin embargo, todos estos «defectos» del texto abren una muy buena posibilidad de integrarse un poco en la mentalidad rusa y en la realidad de Rusia –país que siempre, por razones místicas, ha buscado el contacto con México, su profunda y antigua cultura, su creatividad y su gente talentosa.

      Pero lo más importante contradice totalmente lo anterior: con todas las diferencias que tenemos, la obra testimonia que los eternos valores humanos en este mundo tan diverso y milenario son los mismos valores tradicionales que se entrelazan en aquella poderosa cuerda del cielo de los antiguos mayas que atraviesa las generaciones y nos da a todos el sentido y la razón de vivir. Vivir no para sí mismos, sino para la humanidad. Por eso el contenido de este libro predomina sobre la forma. En verdad espero que después de terminarlo el lector conozca un poco mejor Rusia, el país que tanto quería Yuri Knórosov.

      [1] Citas tomadas de Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché, traducidas del texto original con introducción y notas de Adrián Recinos, México, FCE, Colección Popular, núm. 11, 32ª reimp., 2005.

      [2] G. Cherniávskiy, «Científico y asesino» [https://www.peoples.ru/state/criminal/grigulevich/].

      [3] Yulia Pávlovna Avérkieva (1907-1980), doctora en ciencias históricas, fue una gran etnógrafa-americanista. A partir de 1931 fue custodia del Museo Pedro el Grande de Antropología y Etnografía; en el periodo 1948-1954 fue juzgada y sentenciada por razones políticas. En 1954 fue rehabilitada, y a partir de ese año trabajó nuevamente como investigadora del Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias de la URSS.

      [4] Abram Davídovich Dridzó (1925-2003), doctor en ciencias históricas, etnógrafo-americanista. Desde 1951 fue investigador de la sede en Leningrado del Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias de la URSS / Museo Pedro el Grande de Antropología y Etnografía de la Academia de Ciencias de Rusia.

      [5] Galina Ivánovna Dzeniskevich (1933-2002), candidata en ciencias históricas, encargada de museo, etnógrafa-americanista. Desde 1962 fue investigadora de la sede en Leningrado del Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias de la URSS / Museo Pedro el Grande de Antropología y Etnografía de la Academia de Ciencias de Rusia.

      [6] En la Unión Soviética y en la Rusia actual (como en Alemania y algunos otros países europeos desde los siglos pasados) el periodo de preparación del primer doctorado se llama aspirantura. Al defender la tesis, la persona adquiere el título de «candidato a doctor», lo que en realidad corresponde a doctorado en la mayoría de los países actuales. Al adquirir madurez académica es necesario hacer el segundo doctorado con un trabajo todavía más profundo; entonces, se le otorga el título definitivo de «doctor».

      [7] A. Tokovinine, «Guide to MS 2», Yuri Valentinovich Knórosov Papers, 1945-1998 [https://www.academia.edu/3193506/Yuri_Valentinovich_Knorozov_Papers_1945-1998].

      [8] El texto se puede encontrar en el siguiente enlace: [http://bibra.ru/subject/velichko-vasilijlvovich/#top].

      [9] M. A. Bulgakov, El maestro y Margarita, traducción al español de Amaya Lacasa Sancha [http://www.masterandmargarita.eu].

      CAPÍTULO I

      Genes del genio

      En la ciudad de Sevsk posaban al cochino a cierta altura sobre la viga de un gallinero diciéndole: ¡agárrate, agárrate! La gallina tiene solo dos patas y no se cae...

      Proverbio ruso

      El norte de Rusia. Los comerciantes de la familia Makárov: La madre

      El

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