El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov . Galina Ershova

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El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov  - Galina Ershova Akadémica

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si esta les gustaba. Y a la pregunta: «¿Por qué se lo regala si a usted mismo le gusta eso?», Yuri Valentínovich contestaba: «¿Y para qué voy a regalar algo que a mí no me guste?». Y eso también llegó a ser una especie de lección.

      Yuri Valentínovich era muy conmovedor cuando llegaba a Moscú y se hospedaba en nuestra casa. Siempre platicaba con gusto con mi esposo «don Guillermo». Discutía algo con mi hija «señorita Anna», para quien era casi su abuelo (los hijos de todos los colegas simplemente lo adoraban), y le traía al gato Mujtar una raíz seca de valeriana como regalo...

      Todo el círculo íntimo de Knórosov sabía que él inevitablemente inventaba un apodo para cada persona –característica semejante a los apodos de guerra de los indígenas. Estos apodos podían cambiar a medida de los sucesos que ocurrían en su vida y las acciones que realizaban. En la primera etapa de nuestra colaboración él había declarado solemnemente que mi apodo iba a ser la «zorra sin cola», lo cual me había ofendido un poco, pero no protesté. En aquel entonces todavía no había llegado a entender su teoría de comunicación. Después de la defensa de mi primera tesis de doctorado, lo cual por lo visto mi Maestro identificaba como la iniciación, oficialmente pasé al status de «zorra con cola». Cuando se publicó mi primer libro él, con su astuta sonrisa característica me entregó una tarjeta postal en la que estaba representada una zorra con una cola exuberante que corría y llevaba en la boca a un bello gallo que lanzaba alaridos... Knórosov se veía extremadamente contento: ¡Encontró un exacto enfoque semiótico! Cabe señalar que, una vez entrando a su sistema de imágenes, ya era posible comunicarse con él solo mediante palabras clave –el destinatario ya conocía la supuesta connotación. Cuando comenzaron nuestros viajes a Guatemala y México, el auditorio se reía mucho al escuchar mi traducción de las ponencias de Knórosov: él pronunciaba una u dos palabras y luego yo, durante varios minutos, explicaba qué era lo que quería decir.

      Algunos detalles relacionados con las «enseñanzas» del Maestro se mencionarán en los capítulos de libro. Como algo paradójico se puede recordar que yo desde el principio había tenido la oportunidad de conocer a Knórosov de forma muy sencilla y cercana. Sin embargo, resultó que por casualidad una amiga mía de la escuela era hija de un amigo de Yuri Knórosov, el poeta infantil Valentín Bérestov. Después de varios años de conocernos, Yuri Valentínovich decidió presentarme a Valentín Bérestov y le costó comprender por qué nosotros ya nos conocíamos tan bien... La vida siempre es más rica que los esquemas y está llena de paradojas.

      ***

      Entonces, ¿qué tiene que ver mi biografía con este libro? Como tuve la suerte de trabajar junto a Yuri Knórosov a partir de 1979, presento muchos hechos, opiniones y observaciones con base en mis propios recuerdos, notas y en los mismos textos que fueron dictados y enviados en múltiples cartas por Yuri Valentínovich, que dejaba en ellos su propia versión y su forma de ver lo sucedido. Cabe destacar que incluso las historias más inimaginables que contaba Knórosov, por más raras que sonaran, siempre resultaban ser verdaderas. Sin embargo, muy a menudo los testimonios de otros participantes de aquellos lejanos acontecimientos claramente contradecían la posición de Knórosov. Precisamente por eso, en algunos casos presento diferentes versiones, para que el lector trate de armar por su propia cuenta ese fino mosaico de la vida ajena.

      A partir de 1980 muchos sucesos, de alguna u otra forma, tuvieron lugar con mi participación o la de los miembros de mi familia. Por eso mismo el resumen también incluye la narración en primera persona. A la hora de escribir la biografía, indudablemente, el principio cronológico parece tener lógica. Pero Knórosov, antes que otra cosa, era un científico genial y, por lo tanto, algunos temas se construyen alrededor de un problema científico y no alrededor de una cronología.

      Como resultado, quisiera advertir que este texto biográfico, que se escribió durante un muy largo periodo debido a diferentes motivos, tiene diferentes géneros e inevitablemente sufre de eclecticismo. Además del texto alberga reconstrucciones históricas, recorridos biográficos, en algunas partes investigaciones propias de un detective, y también el contenido de diferentes archivos, documentos, recuerdos y entrevistas. En los capítulos que tocan el tema de los viajes de Knórosov, los vínculos se construyen con pequeños detalles de la historia, lo que puede parecer de poca importancia. En realidad, en aquellos tiempos eran precisamente estos detalles los que más le interesaban a Knórosov. Estos se encontraban en el marco de los temas que él investigaba en aquel entonces o le impresionaban mucho por alguna razón desconocida para mí.

      Además, la cronología de una serie de sucesos en su biografía no es muy consecuente. Durante toda su vida regresó a algunos de sus temas, y por lo tanto a menudo se vuelve problemático entender el sentido de sus decisiones y sus acciones sin adelantarse un poco. «No nos olvidamos de nada, sólo lo posponemos», solía repetir Yuri Valentínovich.

      Por eso mismo, la lista de las personas a las que agradezco el haberme ayudado a preparar tan simple pero a la vez tan complicada biografía es bastante grande. Una enorme parte del trabajo con los archivos le tocó a Eugenia Dolgova, una gran especialista en historia de la ciencia rusa del siglo xx. Esta gran ayuda es difícil de desestimar. Algunas publicaciones preliminares del archivo se realizaron con nuestra colaboración –y en los casos que se usan en el libro indico la autoría de los datos y textos que pertenecen a Eugenia Dolgova.

      En la edición también se indica la colaboración del investigador mexicano Alejandro Sheseña para el desarrollo de uno de los temas, y de Dmitri Belyaev, que brindó su apoyo en la selección de materiales.

      Cuando comencé a recopilar la información acerca de la vida de Knórosov, recurrí a los recuerdos de todos aquellos que de alguna manera u otra conocían al gran científico. Muchos me contestaron: enviaron sus textos e incluso fueron entrevistados. Algunos no lo hicieron debido a razones desconocidas. Que me perdonen, pero esos vacíos en la narración no quedan en mi conciencia.

      Quiero agradecer a todos los que me ayudaron: a los vivos y, particularmente, a los ya fallecidos, ante quienes me siento culpable, pero sin su ayuda este libro nunca hubiese aparecido. Hay gente que no ha dejado recuerdos y ni siquiera conocía a Knórosov, pero que merece un agradecimiento por su aportación en la conservación de sus ideas.

      Sobrinos de Yuri V. Knórosov que compartieron inestimables y muy bonitos recuerdos sobre Yuri Valentínovich:

      Alexandr Knórosov

      Natalia Knórosova

      Tatiana Knórosova

      Irina Knórosova

      Mijaíl Térejov

      Amigos y colegas universitarios que proporcionaron sus recuerdos en forma de pláticas, entrevistas o textos preparados:

      Aleksandr Plunguyán (1924-2019)

      Irina Jorosháeva

      Lidia Mílskaya (1924-2006)

      Mira Rozhanskaya (1928-2014)

      Tatiana Stepúguina (1923-2016)

      Irina Fiódorova (1931-2010)

      Olga Fiódorova –que vació las anotaciones y las fotografías que había hecho su mamá.

      Viacheslav Ivanov (1929-2017)

      Valery Gulyaev

      Galina Avakyantz

      Elena Sóboleva

      Alexandr Kuzmischev (1953-2012) –que generosamente proporcionó la correspondencia entre su padre, Vladimir Kuzmischev y

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