Desafíos en la formación de psicólogos de las organizaciones y el trabajo. Группа авторов

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Desafíos en la formación de psicólogos de las organizaciones y el trabajo - Группа авторов

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crítica de la psicología como ciencia, con el fin de capacitar a los psicólogos para identificar y explicar la subjetividad como factor del comportamiento. El segundo trata de las habilidades de la actuación profesional sobre la subjetividad y los comportamientos. El tercero trata de la comprensión de la sociedad como un campo de fuerzas dentro del cual ocurre la gestión de la adaptación que construye las trayectorias de la existencia. La formación de los psicólogos que investigarán y aplicarán la psicología en momentos de transición veloz y radical es una cuestión de carácter estratégico. ¿Cómo capacitar a los profesionales que cuidan de la comprensión de la subjetividad dentro de la digitalización globalizada? Las respuestas a esas cuestiones no generan dudas banales, sino interrogantes que ya fueron comprendidos como reflexión profética.

      La psicología es una ciencia

      La formación profesional básica, desde finales del siglo XIX, en la mayoría de las profesiones, ha sido genéricamente identificada y formalmente estructurada a través de la exposición sistemática del individuo al campo de conocimientos que eligió, a su actividad de interés y a su actuación profesional. Ser un profesional requiere acceso, dominio y visión totalizante del conocimiento que será profesionalmente aplicado. El acceso, el dominio y la visión de cualquier campo del conocimiento implican un diálogo permanente del aprendiz con la producción de teorías y del proceso para su validación. Desde finales del siglo XIX, esa exposición sistemática de una ciencia fue institucionalizada y asumida como función de las escuelas, particularmente de las universidades. Estos agentes desarrollaron trayectorias de aprendizaje a través de currículos y, hasta hoy, se encargan institucionalmente de la formación profesional. El individuo que busca formación profesional frecuenta la escuela para recibir esa sistematización y su derivación en la forma del conocimiento técnico. Esa sistematización le permite desarrollar una visión totalizante de la ciencia con la cual decidió trabajar, a través de la comprensión de su historia, la identificación de su objeto, el aprendizaje de sus métodos, teorías y campos de aplicación, de tal modo que el aprendiz capta lo que es una ciencia y el contenido de aquella que él eligió para su trabajo profesional. Esa visión sistemática capacita al estudiante para comprender la profundidad, el avance, la aplicación y las limitaciones de ese campo de conocimientos, y lo instrumentaliza para la acción profesional.

      Este paso de la capacitación profesional hacia el acceso amplio, totalizante y articulado del estudiante a una ciencia, como la psicología, lo pone en interlocución con autores y profesionales, y con sus propios conocimientos ya acumulados, de tal manera que forma su capital intelectual, fomenta su reflexión crítica para dar más consistencia a ese capital y ofrece oportunidades de evaluaciones concretas y de intervenciones en problemas cuya solución depende de insumos científicos y técnicos. De esa visión sistemática de la ciencia que él estudia surge una referencia necesaria para las evaluaciones que la acción profesional demandará de él, a partir de la cual podrá percibir los movimientos del fenómeno estudiado en el mundo. La formación de esta referencia es una actividad de largo plazo y siempre abierta a avances. La capacitación profesional proviene de la articulación de esas actividades, de la interlocución con autores a través de lecturas y debates, de la actuación sobre los problemas, articulada y dinamizada por la reflexión del propio estudiante. La capacitación profesional depende de un tiempo de maduración, porque no es un aprendizaje limitado a secuencias de procedimientos funcionales en los cuales el individuo recibe informaciones nuevas y las acumula. La capacitación es un proceso que requiere el protagonismo creativo en una acción de largo plazo, construida a partir de la participación activa del estudiante (Furedi, 2004) mediante su reflexión.

      El conocimiento es una cognición significativamente distinta de la acumulación de informaciones. Consiste en la integración creativa entre comprensiones adquiridas anteriormente, en un proceso acumulativo y confrontativo con nuevos contenidos, que son regularmente expuestos al individuo. El conocimiento es un instrumento crucial de la comprensión crítica del mundo. El espectro de actividades llamadas didácticas, propuesto en las escuelas, es una herramienta para generar una reflexión de cuya revisión y comprensión surge un proceso continuo de aprendizaje. Ese proceso es llevado a cabo a través del protagonismo reflexivo e interiorizado del estudiante, que enriquece su capital intelectual, en busca de profundización y expansión de la comprensión del mundo. La comprensión es una elaboración del individuo que lo capacita para percibir y entender los eventos en su articulación con distintos contextos. La captura de los eventos articulados como totalidades, en sus diferencias, interfaces e impactos, favorece la producción de sentido a partir de los movimientos, las causalidades y los cambios que se observan en el mundo. Es, además, un requisito crucial de la intervención profesional, porque expone no solamente las cadenas de causalidades, sino también las cadenas de razones que explican las causalidades constatadas. Construida desde esa línea, la capacitación profesional es un proceso sin punto de llegada, en el cual nuevos conocimientos fomentan más reflexiones, de las cuales resultan la evolución y maduración de la comprensión.

      Por lo tanto, el conocimiento no es un mero conjunto de informaciones que uno adquiere y que puede ser, más tarde, remplazado por otro, sino que es una totalidad, continuamente reconstruida con la llegada de nuevos datos e ideas que son rearticuladas en nuevos sentidos para dar cuenta de su complejidad a través del protagonismo reflexivo del alumno. El conocimiento es un instrumento de la comprensión y, a su vez, esta se configura como un instrumento de la intervención profesional. La formación profesional del psicólogo, como la de otros profesionales, es el resultado de la exposición del alumno a actividades didácticas articuladas para la secuencia: conocer para comprender, comprender para poder intervenir e intervenir para comprender mejor. Hoy, el avance de la inteligencia artificial es interpretado por algunos individuos como una forma de conocimiento, porque integra informaciones y maneja cadenas de causalidades; pero no hay señales de que produzca comprensión de las cadenas de razones que explican las cadenas de causas.

      La formación profesional ocurre en un proceso a largo plazo de desarrollo, expansión y profundización de la comprensión. Ese proceso requiere la interacción sistemática entre el aprendiz y la masa de conocimientos y procedimientos construida en su trayectoria de aprendizajes y de experiencias. La adquisición de nuevos conocimientos no simplemente remplaza, acumula o expande, implica, además, impactos en la comprensión que el individuo desarrolla, la reformula y por lo tanto la hace evolucionar. Esa reformulación no es una actividad meramente mecánica y funcional, sino siempre creativa, porque demanda alguna reelaboración, principalmente enriqueciendo las cadenas de razones que explican los eventos. La reformulación no está libre de obstáculos. Los prejuicios, las intenciones y la resistencia pueden dificultar la integración de conocimientos y la elaboración de comprensión. Por ese motivo, la formación profesional puede ser optimizada a través del apoyo de preceptores, en las diferentes etapas. Estos profesionales, por fuerza de su experiencia, pueden estimular al alumno para que reflexione, cree, observe y critique, prácticas que sirven de insumo para la interlocución. El preceptor es un recurso que enriquece la identificación de sesgos y de otros obstáculos que impiden al aprendiz reconocer e integrar nuevos conocimientos y los motivos que sostienen esos obstáculos. En resumen, el pregrado es una etapa en la que el aprendiz es expuesto a una visión totalizante y sistemática de alguna ciencia, con la que su aprendizaje puede ser monitoreado, y su reflexión puede ser estimulada para capacitarlo en un proceso acumulativo y profundizar su comprensión de la realidad, que fundamenta su potencialidad de intervención profesional en las necesidades y los problemas de la sociedad.

      En pocas palabras, el pregrado capacita y articula la permanente interlocución del alumno con fuentes de conocimiento a través de las cuales es motivado para llegar a la reflexión crítica, que es el combustible de su emancipación intelectual. Esta es una competencia que posibilita la evaluación de la validez y las interfaces de los conocimientos que fundamentan su comprensión de la realidad, de las críticas y de los avances ofrecidos por sus interlocutores. La amplia diseminación de las llamadas fake news es señal de la debilidad en la búsqueda de la emancipación intelectual de las personas. La emancipación intelectual es adquirida como proceso de maduración

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