Soberanía alimentaria. Группа авторов

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conocimientos y entre distintas maneras de saber, no es posible entender por qué la constelación de LVC se ha mantenido durante tanto tiempo. Se trata de un proceso en el que se comparten distintas visiones y cosmovisiones a partir de la horizontalidad e igualdad que crea la voluntad de trabajar en conjunto. Así mismo, dicho proceso permite el ejercicio de la manera campesina o indígena de resolver o de evitar conflictos, toda vez que no existe un único conocimiento que se imponga sobre los demás.

      Este proceso de diálogo transcurre en varios niveles —por ejemplo, dentro de cada una de las organizaciones integrantes, y entre cada una de ellas y su propia constelación de relaciones, desde el nivel local hasta el nivel internacional, sean estas integrantes o no de LVC— y tiene lugar en las reuniones que sostienen las organizaciones en el marco de LVC. Si bien se presentan diferencias, debates y hasta conflictos, estos últimos suelen diferirse para ser considerados posteriormente, una vez que las tensiones hayan amainado. Los hombres y mujeres representantes de las organizaciones y movimientos participantes se inspiran mutuamente al compartir e intercambiar sus experiencias y sus opiniones. En particular, mediante el diálogo de saberes, LVC crece y construye áreas de consenso interno en las cuales se involucran propuestas e ideas nuevas o emergentes. En una declaración realizada recientemente, LVC manifestó: “Nosotros […] hemos crecido en nuestra lucha gracias al intercambio entre culturas, a nuestros procesos, a nuestras victorias y nuestros contratiempos, a la diversidad de nuestros pueblos” (LVC, 2012).

      Además, el proceso de diálogo de saberes también ha acelerado la reciente transición hacia la promoción de la agroecología como alternativa a la llamada Revolución Verde, en el seno de muchos movimientos sociales rurales contemporáneos que antaño luchaban por conseguir mayores dotaciones de insumos agrarios industrializados y de maquinaria agrícola para sus agremiados (Altieri y Toledo, 2011; Rosset, Machín, Roque y Ávila, 2011). La historia de esta transición se remonta a la construcción y a la elaboración del paradigma de soberanía alimentaria en LVC, el cual, esencialmente, se forjó a partir de su encuentro interno y dinámico con el diálogo de saberes. Tal encuentro y diálogo ha sido moldeado por la confrontación cada vez más politizada con la realidad neoliberal y con el agronegocio, (re)capitalizado en su fase de expansión más reciente (Martínez-Torres y Rosset, 2010; Rosset, 2011, 2013). A lo largo de este proceso, las organizaciones y movimientos integrantes han utilizado el diálogo de saberes a partir de sus experiencias y sus propias formas horizontales de aprendizaje —por ejemplo, de campesino a campesino—. Este artículo se apoya en los trabajos de Enrique Leff (2004, 2011), Boaventura de Sousa Santos (2009, 2010) y de varios pedagogos procedentes del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra de Brasil —organización que también participa en LVC— (ninguno de los cuales inventó el diálogo de saberes), con el fin de profundizar en los roles jugados por el diálogo de saberes en la construcción colectiva de marcos movilizadores de la resistencia (Benford y Snow, 2000) y en la promoción de la “agroecología como agricultura” sobre el terreno (Tardin, 2006; Martínez-Torres y Rosset, 2010; Rosset y Martínez-Torres, 2012).

      Diálogo de saberes

      En el mundo moderno actual, la racionalidad formal, instrumental y económica es utilizada como una herramienta para la dominación, el control, la eficiencia y la mercantilización del mundo, y se ha orientado a generar lo que Boaventura de Sousa Santos ha llamado monoculturas del saber (Santos, 2009, 2010). De manera similar, Enrique Leff (2004, pp. 15, 24) sostiene que las disciplinas científicas crean obstáculos epistemológicos a la “reintegración de los saberes que orbitan en sus espacios de externalidad”, ya que cosifican el mundo, “encerrándolo en sus conceptos y categorías”. En cambio, el diálogo de saberes se produce a partir del reconocimiento, de la reivindicación y de la valorización de los saberes autóctonos, locales o tradicionales, en particular de aquellos que dieron sustento a las culturas tradicionales (Leff, 2011). Santos (2009, 2010) llama a estos saberes ausencias, ya que han sido marginados de la monocultura dominante; sin embargo, del diálogo entre las ausencias surgen las formas emergentes. Según Leff,

      el diálogo de saberes […] abraza a los saberes subyugados […] que hoy resignifican sus identidades y se posicionan en un diálogo y resistencia con la cultura dominante que impone su saber supremo. El diálogo de saberes es un diálogo con interlocutores que han perdido la memoria y la palabra, cuyos saberes tradicionales han sido sepultados por la modernidad impuesta. El diálogo se convierte en indagación, exégesis y hermeneusis de textos borrados; es una terapéutica política para devolver el habla y el sentido de lenguajes cuyo flujo ha sido bloqueado. (2004, p. 26)

      Leff (2004) concluye que en el diálogo de saberes “seres y saberes [se relacionan] en un espacio y un tiempo que están fuera de la positividad del conocimiento” (p. 24), y los significados del mundo se encuentran en continuo movimiento, en contraste con el “equivocado deseo de construir diccionarios y glosarios” (p. 7). LVC es un espacio en el que el diálogo de saberes se realiza con intensidad, poniendo en juego la (re)apropiación y el intercambio de saberes —las ausencias de Santos—. Ello da pie a nuevos discursos —las emergencias de Santos— e interpretaciones colectivas de la realidad (Santos, 2009, 2010; Calle, 2011; Sevilla, 2013) que cuestionan tanto el dominio de la racionalidad mercantil y objetivante como la mercantilización de la naturaleza y del mundo. Tales saberes emergentes surgen del diálogo establecido a partir de la verdadera ecología de saberes existente en los pueblos excluidos, la cual se vincula y se identifica estrechamente con sus territorios específicos (Santos, 2009, 2010; Cárdenas, 2010).

      Por ejemplo, la evolución del posicionamiento de LVC en la tierra y el territorio es el resultado de encuentros, debates y confrontaciones por las diferencias inherentes a la diversidad de sus miembros. En marzo de 2006, en el marco de la primera reunión sobre reforma agraria que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) organizó en Porto Alegre (Brasil), después de décadas de silencio sobre el tema, LVC realizó un encuentro paralelo. En ese encuentro participaron diversos actores —campesinos, indígenas, pastores nómadas, pescadores artesanales, pueblos forestales, etc.— que compartían territorios rurales. Un resultado de ese encuentro fue el análisis colectivo, que incluyó un llamado a reconcebir la reforma agraria desde una perspectiva territorial, de tal forma que la distribución de tierra a los campesinos no terminara significando el truncamiento de los derechos de los pastores a áreas de pastoreo estacionales, de los derechos de los pescadores a lugares de pesca, y de los derechos de los habitantes de los bosques a zonas boscosas (Rosset, 2013, p. 4). Esta visión ampliada solo puede lograrse a través de la escucha del otro, de conocer sus realidades y a través del diálogo de saberes.

      En este sentido, y para fines de nuestra discusión, definimos diálogo de saberes como la construcción colectiva de significancia emergente, basada en el diálogo entre pueblos cuyas experiencias, cosmovisiones y maneras de saber son específicas e históricamente diferentes, particularmente cuando afrontan nuevos desafíos colectivos en un mundo cambiante. Dicho diálogo se apoya en el intercambio de las diferencias y en la reflexión colectiva. A menudo, ello propicia la recontextualización y la resignificación, lo cual da lugar a saberes y significados emergentes que se relacionan con las historias, tradiciones, territorialidades, experiencias, procesos y acciones de los distintos pueblos. Las nuevas y colectivas comprensiones, significancias y saberes pueden llegar a constituir la base para acciones de resistencia colectivas y para la construcción de procesos nuevos.

      Desde nuestro análisis, el diálogo de saberes es un proceso básico y subyacente, aunque no explícito, en las interacciones y procesos dentro de LVC. Así mismo, las organizaciones brasileñas que forman parte de la organización han incorporado el diálogo de saberes a una metodología formal que llaman diálogo de saberes en el encuentro de culturas, la cual utilizan en algunos cursos de formación. Basado en métodos dialógicos (Freire, 1984), este método se orienta a reconocer las distintas culturas y cosmovisiones existentes en un territorio determinado para facilitar un proceso a partir del cual tales culturas y cosmovisiones puedan construir comprensiones y posiciones colectivas (Tardin, 2006; Toná, 2009; Nascimento, 2010; Guhur,

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