Amor entre viñedos - Un brote de esperanza. Kate Hardy
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Allegra sintió curiosidad por el hermano de Xavier. Era evidente que trabajaba en la casa, pero no sabía en qué.
–¿A qué se dedica Guy?
–A oler.
Ella lo miró con desconcierto.
–¿A oler?
–Sí. Trabaja con perfumes. Y tiene mucho talento.
–Ah…
–Guy estudió química en la universidad –explicó Xavier–. Es socio de una empresa de perfumes de Grasse y dirige el Departamento de Investigación. La mitad del tiempo vive en la bodega y la otra mitad, en su laboratorio… Se queda aquí todos los fines de semana y se acerca cuando necesita un poco de paz. Y cuando llega la época de la vendimia, se sube a un tractor y lo conduce.
Allegra asintió.
–Tu madre estará encantada con su trabajo…
–Chantal ni siquiera vive aquí –replicó Xavier con brusquedad.
Allegra se acordaba bien de Chantal Lefevre. Era la quintaesencia de la elegancia, siempre perfectamente vestida, perfectamente peinada y maquillada lo justo, sin excesos. Pero, ¿por qué no vivía en la bodega, con sus hijos? ¿Es que no soportaba la idea de vivir en ese lugar sin Jean-Paul?
Además, Xavier se había referido a ella por su nombre de pila, como si no fuera su madre. A Allegra le había extrañado un poco, a pesar de saber que Chantal nunca había sido una mujer precisamente afectuosa. Pero no estaba en posición de juzgar las relaciones familiares de los Lefevre, de modo que cambió de conversación.
–Ayer dijiste que tus vinos tienen el certificado del producto ecológico, aunque en la página web no se menciona. ¿Desde cuándo lo tienes?
–Desde hace tres años. Si quieres ver los documentos, te los enseñaré… Pero te advierto que están en francés.
–Bueno, es obvio que mi francés no es tan bueno como antes, pero sería una ocasión tan buena como otra cualquiera para practicar –Allegra lo miró a los ojos–. Además, he pensado que podríamos abrir un blog en inglés y francés sobre lo que significa dedicarse a la vinicultura… ¿Me podrías echar una mano con las traducciones?
Él suspiró.
–Allegra, solo vas a estar aquí dos meses.
–Dos meses que tengo la intención de aprovechar a fondo.
–Ya veremos… –dijo, dubitativo.
–Xavier, tengo que empezar por alguna parte.
–En ese caso, te recomiendo que empieces por los productos. Por eso te pedí que compraras una barra de pan.
–No te entiendo…
–No me digas que ya no te acuerdas –declaró Xavier–. Es para limpiarnos el paladar después de cada cata.
–¿Vamos a catar vinos?
–Tú vas a catar vinos –puntualizó.
–Ah.
–¿Qué tipo de vinos sueles beber en Londres?
–Esto no te va a gustar… Suelo beber vinos americanos y neozelandeses.
Xavier se encogió de hombros, como si no le importara en absoluto.
–¿Y cuál es tu preferido?
–Un sauvignon blanc de Nueva Zelanda.
Él asintió.
–La sauvignon blanc es una buena uva. ¿Por qué te gusta?
–Por el sabor.
–¿Por qué más?
–Porque es afrutado.
–¿En qué sentido?
–Lo siento… No lo sé.
Xavier suspiró.
–Cuando dices que es afrutado, ¿a qué te refieres? ¿Tiene fondo a limón, grosella, fresa, melón, arándanos…?
–Mnm… Creo que grosella. ¿Eso está bien?
–No está ni bien ni mal; depende del resultado –le explicó–. Pero, de un buen sauvignon blanc de Nueva Zelanda, espero que tenga un fondo a grosellas y, quizás, a limón. Algunos son más interesantes y otros, menos. Tu primera lección de hoy consiste en saber que el sabor de un vino tiene mucho que ver con el vinicultor, pero también con el terroir.
–¿El terroir?
–Sí. La tierra de la que procede –contestó, frunciendo ligeramente el ceño–. ¿Harry no te enseñó nada de vinos?
–Me enseñó un poco, pero no le presté tanta atención como debía –confesó ella–. Además, me echaba agua en el vino cuando era niña…
Xavier sonrió.
–Eso es lógico. Se hace para que los niños se acostumbren al sabor y, entre otras cosas, sirve para que luego, cuando llegan a la adolescencia, hayan aprendido a beber y no se excedan.
–Vaya, no se me había ocurrido.
–Aquí, en el sur de Francia, producimos vinos parecidos a los que ahora se producen en Australia y Nueva Zelanda.
–Fundamentalmente, blancos y rosados… ¿Verdad?
–En efecto. El rosa es el vino del país, que está por encima del vino de mesa. Los mejores, llevan denominación de origen.
–¿Denominación de origen?
–Claro. Supongo que ya sabes que los vinos españoles y franceses se etiquetan por la zona de la que proceden, no por el tipo de uva.
–Sí, ya lo sé, pero no estoy segura de que eso ayude mucho a los consumidores…
–¿Qué quieres decir?
–Si alguien quiere un vino de uva garnacha, por ejemplo, ¿no sería mejor que la garnacha se mencione en la etiqueta, en lugar de mencionar la zona? Si el consumidor no está versado en esas cosas, no lo distinguirá.
–El tipo de uva también aparece en la etiqueta, Allegra –le explicó–. Y, ya que lo mencionas, casi todos nuestros rosados son de uva garnacha… muy fáciles de beber. Perfectos para tardes de verano.
Xavier se detuvo un momento y añadió:
–Podría estar hablando todo el día, pero solo aprenderás si lo experimentas. Eso es lo que vamos a hacer cuando terminemos de comer.
–¿Por qué me siento como si estuviera a punto de hacer un examen?