Escuelas que emocionan. Jose´ Ramiro Viso

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Escuelas que emocionan - Jose´ Ramiro Viso Biblioteca Innovación Educativa

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la salud mental, la violencia escolar y el rendimiento académico. A continuación, se trazan las características principales del desarrollo socioemocional de los alumnos de Educación Infantil, Educación Primaria y Educación Secundaria.

      La parte más extensa y práctica del capítulo se estructura en torno a las seis grandes capacidades del MCE. En relación con cada capacidad, se presentan las competencias emocionantes que la integran; se articula una guía de preguntas para que el profesor conecte estas competencias con la experiencia emocional del alumno; se organizan los estándares de aprendizaje relacionados con estas competencias; y, por último, se realiza una propuesta de actividades, rutinas y estructuras que faciliten la labor del profesorado para que los alumnos desarrollen alguna de estas competencias emocionantes.

      Para facilitar su uso, estas propuestas prácticas están organizadas en torno a los tres niveles educativos: Educación Infantil, Educación Primaria y Educación Secundaria. Sin embargo, dado el elevado número de competencias emocionantes que integran cada capacidad y teniendo en cuenta que nos dirigimos a alumnos y profesores de las tres etapas educativas, ha sido necesario realizar una selección. Por tanto, no se trata de una propuesta exhaustiva pero sí de un grupo significativo de actividades, rutinas y estructuras para que los docentes dispongan de estrategias que permitan que los alumnos obtengan una experiencia positiva de sus vivencias emocionales en el día a día del aula.

      • El capítulo seis, La evaluación del talante emocional, propone las claves para evaluar el conjunto de competencias emocionantes que se proponen en el MCE y que constituyen el talante emocional de los alumnos. Muestra ejemplos de rúbricas para cada uno de los tres niveles educativos: Educación Infantil, Educación Primaria y Educación Secundaria. A través de las rúbricas, el docente dispone de un instrumento con el que medir el grado de consecución de cada una de las competencias emocionantes, de las seis grandes capacidades y, por último, del talante emocional del alumno.

      Capítulo uno

      Emociones, inteligencia emocional y educación emocional

      ¿Qué son las emociones?

      El término emoción proviene de la expresión latina ex movere, que significaría algo así como ‘moverse hacia afuera’, es decir, iniciar un movimiento interior (que se genera en nosotros mismos) y que se proyecta hacia el exterior. En este sentido, presenta un significado parecido al de la palabra motivación, ya que comparten la misma raíz latina. Desde el punto de vista etimológico, por tanto, la emoción sería aquello que nos mueve a actuar, y que, por tanto, tiene la fuerza suficiente para predisponernos a actuar de una determinada manera.

      Sin embargo, definir lo que es una emoción es más complejo de lo que a simple vista parece. Desde una perspectiva más científica, la definiríamos como una reacción compleja y de gran valor evolutivo, desarrollada por el organismo ante estímulos tanto internos como externos, que lo predispone a actuar de un modo relativamente organizado.

      Esta compleja reacción integra tres dimensiones de manera simultánea: neurofisiológica, comportamental y cognitiva. Por ejemplo, cuando una persona experimenta miedo (emoción) sufre taquicardia y suda (reacción neurofisiológica); puede quedarse paralizada o echar a correr (reacción comportamental); y experimenta la vivencia subjetiva de lo que el miedo representa para ella en ese momento (reacción cognitiva). Estas tres dimensiones presentan las siguientes características:

      • Las reacciones neurofisiológicas se producen de modo automático, independientemente de nuestra voluntad y capacidad de control, y pueden ser algunas de las siguientes: aumento y/ o disminución ritmo cardiaco y respiratorio, secreciones hormonales, incremento de la presión sanguínea, sudoración, rubor o palidez en el rostro, sequedad en la boca y reacciones musculares.

      • Las reacciones comportamentales son las manifestaciones más externas de las experiencias emocionales, ya que las emociones empujan al individuo hacia algún tipo de comportamiento encaminado a aceptar, rechazar o huir de las situaciones que las provocan. Esta dimensión comportamental se puede manifestar a través de conductas —alejarse, acercarse, detenerse, saltar, correr, pegar—, por medio del lenguaje verbal —expresiones con las que manifestar miedo, alegría, sorpresa, tristeza y el resto de las emociones— mediante el uso del lenguaje no verbal —expresiones faciales, volumen y tono de voz, movimientos involuntarios del cuerpo—.

      • Las reacciones cognitivas constituyen la toma de conciencia subjetiva de las reacciones neurofisiológicas y comportamentales que se están experimentando y permiten al sujeto etiquetar lo que siente. Esta “vivencia subjetiva” de las emociones está profundamente relacionada con el desarrollo y el dominio del lenguaje, de tal modo que existen grados en la manera en que las personas son capaces de dar nombre y significado a las emociones que experimentan. De esta manera, personas con dificultades para la introspección o para manejar correctamente el lenguaje pueden tener problemas para poner nombre a sus emociones, tal y como lo revelan afirmaciones del siguiente tipo: “no sé lo que me está pasando”, “estoy confuso” o “me siento abrumado”.

      Características de las emociones

      Enumeramos y explicamos brevemente en los siguientes apartados algunas características de las emociones que nos pueden ayudar a entender mejor la importancia que tienen en la vida de los individuos y cuán necesaria puede ser una adecuada educación emocional.

      Tienen un gran valor evolutivo

      Las emociones son reacciones semiautomáticas con un gran valor evolutivo porque le han permitido a la especie humana salir adelante de manera exitosa a través de los tortuosos caminos de la evolución de las especies. Esto significa que las emociones fueron diseñadas para no ser controladas, puesto que el fin principal de las reacciones emocionales era provocar respuestas muy rápidas en situaciones críticas o muy peligrosas. A lo largo de miles de años, esto ha tenido consecuencias muy beneficiosas para los seres humanos, dado que se han tenido que enfrentar, cuerpo a cuerpo, a depredadores mucho más grandes, fuertes y fieros que ellos y, además, han tenido que protegerse de todas las catástrofes naturales de dimensiones épicas que han ido apareciendo en sus vidas de manera imprevista —volcanes, incendios, inundaciones, terremotos, etc. En todos esos casos, las emociones han desempeñado un papel fundamental para la supervivencia de los individuos y, en consecuencia, para la supervivencia de la propia especie humana.

      En la época actual, ese peso evolutivo es mucho menor porque el ser humano ha desarrollado otro tipo de habilidades personales y, sobre todo, herramientas muy técnicas, como armas y otros utensilios muy sofisticados, que le permiten anticipar grandes catástrofes naturales y enfrentarse a los peligros que emanan de otros seres vivos. Por tanto, ya no es tan necesario el uso continuado de estas instintivas reacciones emocionales para la supervivencia de la especie. Sin embargo, y a pesar de que el número y la gravedad de los peligros hayan disminuido para el ser humano, el cerebro humano aún sigue reaccionando de manera visceral e impulsiva siempre que un estímulo externo o interno es interpretado como una potencial amenaza a partir de la información emocional almacenada en las amígdalas cerebrales.

      Pueden ser provocadas por diferentes tipos de estímulos

      Es prácticamente imposible vivir sin experimentar reacciones emocionales. O, expresado en positivo, “nos pasamos la vida emocionándonos”. Las personas estamos continuamente dando respuestas de agrado o de desagrado, de gusto o de disgusto, de acercamiento o de huida, de repetición o de evitación ante los estímulos que se nos presentan.

      Estos estímulos pueden tener dos orígenes:

      • Internos: estímulos de los propioceptores sensoriales, recuerdos, pensamientos, etc.

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