Escuelas que emocionan. Jose´ Ramiro Viso

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Escuelas que emocionan - Jose´ Ramiro Viso Biblioteca Innovación Educativa

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quiere decir que el mundo emocional se está activando continuamente a partir de la información que le llega, tanto desde el exterior como desde el interior. Por consiguiente, expresiones del tipo “a mí me da igual”, “lo que tú quieras”, “me es indiferente” o “a mí esto no me afecta” no se corresponden con lo que realmente sucede en la parte emocional de nuestro cerebro. En la mayoría de las ocasiones, no es verdad que un acontecimiento no nos afecte, no es verdad que una situación nos deje absolutamente indiferentes, o no es verdad que un determinado estímulo no nos atraiga. En un porcentaje elevado de situaciones, lo que realmente sucede es que los seres humanos utilizamos el lenguaje para fingir lo que realmente estamos sintiendo con fines diversos: a veces, disimular ante los demás porque nos avergonzaríamos de lo que verdaderamente estamos sintiendo; otras veces, evitar conceder demasiadas explicaciones sobre nuestras propias emociones. Los seres humanos estamos programados para reaccionar de manera muy espontánea ante lo que nos rodea o ante lo que experimentamos en nuestro interior, es fácil llegar a la conclusión de que a ninguna persona le da lo mismo una cosa que otra aunque, en determinadas ocasiones, se verbalice exactamente lo contrario.

      Tienen un componente innato y un componente de aprendizaje

      Las respuestas emocionales también van a ser de dos tipos, ya que las personas responden emocionalmente ante los estímulos que les llegan con dos patrones diferentes:

      1. Esquemas de origen biológico inscritos en su cerebro emocional o carácter innato de las emociones.

      2. Patrones de comportamiento adquiridos durante su vida o carácter educativo de las emociones.

      Diversas investigaciones sugieren el carácter innato de las emociones primarias o básicas y sorpresa —alegría, tristeza, ira, miedo, asco— a partir de los siguientes datos:

      • En primer lugar, los seres humanos comparten con otras especies de seres vivos determinadas expresiones corporales para manifestar las emociones como, por ejemplo, el erizado del pelo para mostrar la ira, el descontrol involuntario de esfínteres ante situaciones que generan un miedo extremo o la relación entre determinados olores corporales y el deseo sexual.

      • En segundo lugar, personas muy diferentes dentro de la especie humana utilizan las mismas reacciones neurofisiológicas y comportamentales para expresar las emociones.

      • En tercer lugar, los niños con discapacidad visual emplean las mismas expresiones faciales para manifestar las emociones básicas y sorpresa —alegría, tristeza, ira, miedo, asco— que los niños con visión, lo que indica que no las pudieron aprender de otras personas.

      Asimismo, las manifestaciones emocionales van evolucionando a lo largo de la vida del individuo, es decir, las emociones también presentan un importante componente de aprendizaje. No se nace con un abanico ni muy complejo ni muy variado de emociones. La variedad, la riqueza y la complejidad de los estados y las reacciones emocionales se van adquiriendo a lo largo de la vida. Se puede afirmar que los individuos también aprenden a reaccionar de un modo u otro a lo largo de su vida. Esto quiere decir que el modo de sentir y expresar lo que se siente va variando a la par que las personas maduran. Un bebé puede manifestar gran alegría cuando ve a su madre acercarse con un chupete o un biberón, pero mostrarse totalmente indiferente si se acerca con un billete de 50 euros. Por el contrario, un adolescente puede expresar sorpresa y alegría si sus padres le despiertan un día por la mañana y le regalan 50 euros y, al mismo tiempo, sorpresa y asco si lo despiertan para darle un biberón.

      En general, podemos decir que las reacciones emocionales son más bruscas, repentinas y cambiantes en las edades más tempranas y se van haciendo más moderadas, estables y proporcionadas con la edad. El desarrollo del lenguaje y la proliferación de conexiones sinápticas entre las áreas más emocionales del cerebro y la corteza cerebral y, sobre todo, el aprendizaje por imitación de las reacciones de los otros ante situaciones similares propicia esta evolución de la expresividad emocional.

      Son experimentadas de modo diferente por los distintos individuos

      Los individuos difieren en las reacciones emocionales que experimentan y también en la intensidad con que las experimentan. Esto es debido a la combinación de tres conjuntos de factores:

      • Los factores predisponentes, que son los que incitan al individuo a experimentar más a menudo unas emociones que otras. Estos factores pueden ser biológicos, que son aquellos por los que el individuo siente una inclinación natural a sentir con más asiduidad unas emociones que otras, o a sentir las mismas emociones que los demás, pero con diferentes niveles de intensidad; y pueden ser culturales, que son aquellos relacionados con el aprendizaje vicario, ya que los seres humanos también aprenden a emocionarse imitando las reacciones emocionales de las personas con las que conviven.

      • Los factores desencadenantes, que son aquellos acontecimientos que se relacionan directamente con la memoria emocional del individuo. Cada persona guarda en las amígdalas, situadas en el sistema límbico, experiencias emocionales de todo tipo —envidia, rabia, asco, vergüenza, alegría— provocadas por acontecimientos ocurridos en el pasado. En la medida en que los estímulos presentes se asemejan a los estímulos del pasado, activarán emociones similares en contenido e intensidad. Por ejemplo, una palabra utilizada con un determinado tono en medio de una conversación puede activar reacciones emocionales de rabia si esa determinada palabra, utilizada con el mismo tono e intensidad, también activó reacciones de ira en el pasado.

      • Los factores de mantenimiento, que tienen que ver con los beneficios obtenidos cuando se produce la experiencia emocional. Según los beneficios disfrutados o los perjuicios sufridos por el sujeto al experimentar una determinada emoción, tenderá a evitar o a repetir dicha experiencia emocional. Si la experiencia emocional es evaluada como positiva, el individuo buscará la manera de repetirla en contenido y forma; si, por el contrario, es valorada como negativa, el individuo buscará la manera de inhibirla o de modificar su modo de expresión.

      Todas son positivas, pero unas más agradables que otras

      Todas las emociones son positivas porque todas son adaptativas. Esto significa que el cerebro necesita experimentar todas las emociones que es capaz de experimentar porque, gracias a ellas, puede encontrar su sitio en el medioambiente en el que vive, adaptarse a él y, si es necesario, transformarlo. En sentido estricto, por tanto, no existen emociones negativas, malas o que no sean útiles para el cerebro. Al contrario, todas sirven. Y es necesario aprender a experimentar cada una de ellas.

      Según las investigaciones, lo más exacto y oportuno es distinguir entre tres grupos fundamentales de emociones:

      1. Las emociones agradables, comúnmente conocidas como positivas, son aquellas que nos proporcionan placer y, por consiguiente, que nos encanta sentir. Nos gustaría experimentarlas siempre, durante mucho tiempo y con mucha intensidad. Sin embargo, las emociones agradables suelen ser más efímeras que las desagradables y debemos hacer un esfuerzo más grande por generarlas y conservarlas. La emoción estrella de este grupo de emociones es la alegría.

      2. Por el contrario, las emociones desagradables, comúnmente conocidas como negativas, son aquellas que no nos gusta experimentar, porque nos proporcionan disgusto, dolor. Normalmente deseamos que estas emociones pasen pronto o que no sean muy intensas porque su presencia en la mente nos produce sufrimiento. No obstante este componente negativo, las emociones desagradables son muy necesarias para la supervivencia de los seres humanos. Las reinas de este grupo son el miedo, la tristeza, la ira y el asco.

      3. Un tercer grupo son las emociones ambivalentes, las cuales nos apetece experimentar según las situaciones y estímulos que las generan y el tipo de emociones en el que pueden desembocar. La estrella de este grupo es la sorpresa.

      Tanto

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