De Weimar a Ulm. Eugenio Vega Pindado

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De Weimar a Ulm - Eugenio Vega Pindado Theoria

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cada uno de aquellos grupos, para comprender la dificultad de poner de acuerdo a quienes estaban enfrentados por la disposición de la forma o el significado del color. No solo parecía difícil que alguien pudiera imponer su criterio en una escuela fundada en aquel maremágnum, sino que tampoco parecía deseable. Para quienes estudiaron en aquellos años, cuando muchos centros de enseñanza se debatían entre una especie de academicismo matissiano y la experimentación conceptual, la diversidad era, quizá, la única posibilidad de eludir ese absurdo dilema.

      II.

      Como se ha apuntado, la Bauhaus rebasó la frontera de la educación artística para convertirse en un fenómeno cultural. El alcalde de Dessau, Fritz Hesse, reconocía que en 1927 la ciudad recibía miles de visitantes al año para ver la escuela. Sin duda, la declaración que recibieron en 1996 los edificios de la escuela (y las casas de los maestros) como Patrimonio de la Humanidad, terminó por convertir ese conjunto arquitectónico en el parque temático de una modernidad a la que podría atribuirse cualquier virtud.

      La Bauhaus tiene quizá hoy más presencia en el debate académico y en los medios de comunicación que en las aulas. El primer día de abril de 2019 la ARD (la televisión pública alemana) estrenó Lotte am Bauhaus, una película dirigida por Gregor Schnitzler, que no despertó el entusiasmo de la crítica, pero que alcanzó niveles de audiencia aceptables en Internet. El telefilme se ocupaba del papel de la mujer en la escuela de Weimar aunque centraba su argumento en la aventura personal de la protagonista. Lotte am Bauhaus no fue la única referencia al centenario de la escuela. Aparte de una inusual presencia en los informativos, se incrementó el número de documentales y programas, tanto en las televisiones convencionales como en las plataformas digitales. Esta oferta da idea de la importancia mediática de la Bauhaus, un fenómeno que sigue despertando interés fuera del ámbito académico y que constituye, a día de hoy, un hito en la cultura alemana y europea.

      Del mismo modo, la República de Weimar (un periodo de gran inestabilidad política) también ha tenido su espacio en los medios de comunicación. No solo porque se cumplan ahora cien años de su primera constitución democrática, sino porque Weimar se ha convertido en un concepto asociado a la mayor crisis de la historia europea. Su sola mención se asocia a la incertidumbre de un continente atrapado entre la búsqueda de su identidad y la necesidad de afrontar nuevos retos (migratorios, medioambientales, sociales) que no fueron previstos por quienes impulsaron la unidad europea. La serie televisiva Babylon Berlin ha reproducido la complejidad de aquellos tiempos donde convivían la pujanza de los movimientos de la vanguardia, los nuevos modos de vida llegados de América y la continua intriga política. La capital del Reich se convirtió en una excepción cosmopolita en un tiempo de derrota, resentimiento y conspiración.

      Los años de Weimar fueron el escenario en que nació, creció y murió la escuela fundada por Gropius y, sin conocer ese contexto histórico, es difícil comprender mucho de lo que sucedió en aquella escuela.

      III.

      Uno de los aspectos más interesantes de la Bauhaus, desde la perspectiva que nos ocupa, es su vocación de continuidad y permanencia. Desde que Gropius inició su exilio, la idea de prolongar la experiencia iniciada en Weimar encontró eco suficiente dentro y fuera de Alemania. Del mismo modo, la precaria democracia iniciada en 1919 quiso revivir en aquella República Federal que nació de la tensión entre los dos bloques en que quedó dividido el mundo por la Guerra Fría.

      Esa continuidad fue también una forma de reducir el impacto de los años del nacionalsocialismo en la historia de Alemania. En Heimat, la serie de televisión dirigida por Edgar Reitz (profesor en la Hochschule für Gestaltung de Ulm) se narra la historia de una familia de Renania Palatinado desde 1919 hasta el final del siglo XX. Se criticó a su director por dar más relevancia a las peripecias personales de los protagonistas que al efecto que sobre ello pudieron tener los años del Tercer Reich. Pero Reitz explicó que, para muchos alemanes, aquellos años no tuvieron un gran significado. Para ellos, el nazismo no fue una época de terror y, cuando comenzaron a intuir su barbarie, hicieron todo lo posible por olvidarla. Que la Bauhaus fuese continuada por otra institución similar tras la derrota del nazismo fue la mejor forma de mostrar la continuidad de Alemania en el pasado siglo.

      IV.

      Este libro se ocupa de lo que la Bauhaus fue mientras estuvo abierta, pero también de lo que llegó a ser una vez clausurada. La actividad que llevó a cabo entre 1919 y 1933 constituyó un elaborado relato (sujeto a continuas modificaciones) que sirvió de modelo a miles de escuelas deseosas de arrinconar la vieja formación académica que pervivía en las aulas desde finales del siglo XIX.

      La primera parte trata de la realidad de la Bauhaus, de lo que sucedió en Weimar, Dessau y Berlín, con atención al contexto histórico y cultural en que nació y vivió. Describe el Vorkurs, la formación en los talleres y analiza el intento de convertir la Bauhaus en una factoría para el diseño. En tal sentido, hace referencia a los conflictos internos que vivió la escuela durante sus pocos años de existencia. Esas tensiones se debieron, en su mayor parte, a discrepancias pedagógicas de gran hondura y a diferentes concepciones sobre la función política y social que la Bauhaus debía desempeñar en el momento histórico que le tocó vivir. Lógicamente, parte de estos conflictos derivaron en luchas de poder que contribuyeron desde 1928 a un proceso de paulatina descomposición.

      La segunda parte comienza con la actividad de los profesores de la escuela exiliados en Estados Unidos. La New Bauhaus de Chicago fue un primer intento de continuidad institucional que hubo de adaptarse a la realidad norteamericana con la incorporación de prácticas ajenas a la tradición artística. Pero el interés de Gropius por hacer de la escuela un elemento esencial de su carrera profesional tuvo su consecuencia en la exposición del MoMA de Nueva York en 1938, una primera interpretación de la Bauhaus como hito de la modernidad.

      Los siguientes apartados tratan del renacimiento de la escuela en la República Federal de Alemania, un hecho que no puede desvincularse del marco político que supuso la Guerra Fría. En consecuencia, se dedica un amplio espacio a la Hochschule für Gestaltung de Ulm, la institución educativa que más claramente quiso prolongar el legado de la Bauhaus en la Alemania de la segunda postguerra. Establecer esta conexión entre ambas escuelas es un objetivo fundamental de estas páginas. Ulm materializó el mito que Gropius había contribuido a elaborar y rectificó en lo posible aquellos rasgos del pasado que habían perdido sentido con el paso del tiempo. En su breve existencia, Ulm dio forma en momentos diferentes a las distintas herencias de la Bauhaus (representadas por Gropius, Itten y Meyer) para terminar cerrando sus puertas en 1968 como su antecesora lo había hecho en 1933.

      Esta parte concluye con el análisis de dos ejemplos que muestran la influencia de la escuela de Weimar fuera de Alemania: el Institut de l’Enviroment que Claude Schnaidt (gran admirador de Meyer) dirigió en París durante un par de años; y el movimiento del Basic Design impulsado, entre otros, por Richard Hamilton que cambió el sistema de educación artística en el Reino Unido a partir de la adaptación de las ideas de Itten y Klee.

      V.

      La Bauhaus fue parte de la cultura de Weimar y una experiencia poco común por las razones que se exponen en los siguientes capítulos. Si en 1963 Tomás Maldonado ponía en duda la “actualidad de la Bauhaus”, hoy carece de sentido hacerse esa pregunta. La escuela fundada por Gropius es un fenómeno cultural y, como tal, extiende su influencia más allá del ámbito del diseño y la educación.

      No deja de sorprender que la Bauhaus no quedara en el olvido como sucedió con otras tantas experiencias parecidas. En la Alemania de la segunda postguerra llegó a ser considerada como parte de la herencia democrática y su prestigio estaba muy extendido entre grupos sociales vinculados con lo mejor de Weimar. La Bauhahus aumentó su presencia en los años de expansión económica que siguieron a la fundación de la República Federal, consiguió encajar en las necesidades políticas de la Guerra Fría, y

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