De Weimar a Ulm. Eugenio Vega Pindado

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De Weimar a Ulm - Eugenio Vega Pindado Theoria

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sistema académico” condicionado, como estaba, por la presencia de grupos de poder forjados en el nacionalismo (Laqueur, 1980, 182). En opinión de Peter Gay, antes de la guerra, la universidad era ya un germen de la contrarrevolución:

      “Las universidades, de las que los alemanes se jactaban, eran parvularios de un confuso idealismo militarista y centros de resistencia contra todo lo nuevo en arte o en ciencias sociales: judíos, demócratas, socialistas, outsiders en una palabra, eran mantenidos fuera del sagrado del conocimiento” (Gay, 1984, 13).

      El ambiente en las aulas universitarias era esencialmente antirrepublicano desde los principios del régimen constitucional, aunque tal cosa no implicaba un alineamiento con las fuerzas que impulsaron el nacionalsocialismo. Durante los años de Weimar todavía se celebraban en las universidades acontecimientos como la fundación del segundo Reich cada 18 de enero o la batalla de Sedán que supuso la derrota de Francia en la guerra franco-prusiana.

      Si la mayoría de los académicos eran simplemente reaccionarios, una pequeña parte eran vernunftsrepublikanisch, republicanos racionales o republicanos de conveniencia que aceptaban como un hecho consumado un régimen con el que debían convivir aunque no fuera muy de su agrado. Los enemigos activos del sistema eran una verdadera minoría, pero su continua denuncia de la deriva republicana dominaba el ambiente.

      Por otra parte, la universidad creció en esos años hasta doblar las cifras anteriores a la Gran Guerra. Curiosamente, los datos muestran un descenso de alumnos durante los años de la estabilización económica de Stressmann. Es necesario señalar que frente a la mayoría de estudiantes de familias acomodadas que llenaban las aulas universitarias, a partir de 1918 la proporción de alumnos de clase media creció de forma notable, y lo mismo sucedió con las mujeres cuyo número aumentó hasta llegar al 15% a principios de los años treinta. De todos modos, la presencia de estudiantes de clase obrera no llegó nunca a superar el 5% durante todo el periodo republicano.

      Para la mayoría de los alumnos universitarios la derrota y la paz de Versalles hicieron muy difícil su incorporación al sistema democrático. Por otra parte, los ataques a los estudiantes judíos eran algo corriente en las universidades a partir de 1919. “Incluso las organizaciones de estudiantes católicas decidieron adoptar la cláusula aria que sólo por la presión de parte del clero, fue revocada parcialmente” (Laqueur, 1980, 193). La radicalización antirrepublicana de una parte de los alumnos hizo que, cuando en 1922 activistas de extrema derecha asesinaron al ministro de Asuntos Exteriores, Walther Rathenau, muchos de ellos mostraran simpatía hacia los asesinos. En 1927, la Deutsche Studentenschaft (la Unión de Estudiantes Alemanes) fue ilegalizada por el comportamiento violento de que daba muestra en sus actos. A partir de 1929, los seguidores de Hitler se convertirían en la principal fuerza entre los estudiantes alemanes.

      Alumnos universitarios en las universidades alemanas en las primeras décadas del siglo XX.

AñoAlumnos
190763.000
191378.000
1919111.000
1923125.000
192589.000
1928112.000
1931138.000

      Fuente: Laqueur, Walter. Weimar. A Cultural History. 1918-1933. Perigee Books. Nueva York, 1980. p. 190.

      Un factor que debe tenerse en cuenta es el peculiar carácter del sistema educativo alemán. La necesidad de reforma en la enseñanza elemental no fue asumida por los gobiernos de la época guillermina y las escuelas llegaron al periodo republicano en una situación lamentable. A pesar de todo, surgieron propuestas pedagógicas de gran influencia posterior. Rudolf Steiner, un intelectual austriaco influido por las ideas de Goethe e fundador de la antroposofía, impulso una nueva concepción. Estas ideas se plasmaron en la creación de las escuelas Waldorf que daban una gran importancia a las actividades prácticas en los primeros años de formación. Steiner estaba convencido que la independencia de las instituciones docentes era indispensable para conseguir una educación de acuerdo a las necesidades de cada alumno. La primera escuela Waldorf se abrió en Stuttgart en 1919 y a ella siguieron otros centros hasta que la llegada de Hitler al poder obligó a muchos de ellos a adherirse a los principios del nacionalsocialismo o a cerrar sus puertas. Sería después de la Segunda Guerra Mundial cuando alcanzarían s difusión internacional.

      Siendo realistas, la reforma educativa sólo era posible al margen del sistema, y las experiencias más relevantes lo fueron como resultado de todo tipo de iniciativas, algunas de ellas privadas, otras, con el apoyo económico de las administraciones. Este fue el caso de la Bauhaus que necesitó de la ayuda económica de la administración, tanto en Weimar como en Dessau, para su apertura y mantenimiento, pero que nunca llegó a integrarse en el sistema educativo alemán.

      La Deutsche Hoschschule für Politik

      No resulta extraño que en aquel ambiente favorable apareciera en 1920 una institución privada, la Deutsche Hoschschule für Politik, con un ánimo completamente distinto al que imperaba en las universidades oficiales. La escuela estaba orientada a la enseñanza de las ciencias políticas desde una perspectiva menos institucional e impartía seminarios y clases abiertas al margen de la enseñanza oficial. (Gay, 1984, 48). Comenzó siendo una escuela nocturna y nunca dejó de atraer a quienes no habían disfrutado de una educación superior: trabajadores miembros de los sindicatos, empleados y periodistas, así como diplomáticos y estudiantes de países extranjeros. Como recordaba Gay, tan solo “un tercio de los estudiantes de la Hoschschule für Politik eran graduados del Gymnasium”, es decir, estaban en posesión del codiciado Abitur que certificaba la superación de la enseñanza secundaria. La parte restante sólo había pasado por las escuelas secundarias libres, las Volksschulen, cuyo menor nivel educativo cerraba todo acceso a la enseñanza universitaria (Gay, 1984, 49). Durante sus primeros años Theodor Heuss, quien más tarde fuera presidente de la República Federal, desempeñó el cargo de director de estudios de la Deutsche Hoschschule für Politik. En su afán de independencia, la institución fue capaz de resistir el ofrecimiento del magnate Alfred Hugenberg para financiar la escuela a cambio de controlar la gestión y su programa de estudios. Finalmente, en 1933 Josef Goebbels se haría cargo de la institución que dejaría de tener el papel relevante que desempeñó en los años de Weimar.

      El Institut für Sozialforschung de Fráncfort

      En cambio, el Institut für Sozialforschung, que con los años se conocería como Escuela de Fráncfort, tuvo un desarrollo algo más complejo. Aunque había nacido en circunstancias parecidas a las de la Deutsche Hoschschule für Politik, el instituto, “fundado en 1923 con abundantes aportaciones privadas, y afiliado a la universidad de Fráncfort, no comenzó realmente a funcionar hasta 1924, cuando el veterano socialista Carl Grünberg se hizo cargo de la dirección” (Gay, 1984, 50). En 1930 Mark Horkheimer lo sustituiría por entender que Grünberg partidario de posturas más radicales en un tiempo que se aventuraba muy conflictivo.

      El Instituto estaba integrado por personas de la izquierda radical más interesadas en la teoría que en la acción política. Max Horkheimer y Thedor Adorno fueron quizá sus miembros más destacados. Herbert Marcuse, Erich Fromm, Paul Felix Lazarsfeld o Walter Benjamin se situaban en una posición secundaria. Todos ellos se consideraban representantes de un marxismo humanista que formaba parte de la tradición ilustrada europea que recogía influencias tan diversas como las de Max Weber o las de Sigmund Freud. En muchos casos, su lenguaje era poco accesible aunque, como señala Laqueur, la lengua alemana tiene una tendencia natural a la vaguedad y la falta de precisión, aspectos que pueden encontrarse en todos ellos, incluso en Benjamin que pudiera ser el más literario. Con la llegada del nacionalsocialismo, sus miembros tuvieron que exiliarse, en la mayoría de los casos, a Estados Unidos. Sabido es que Walter Benjamin se suicidó en la localidad española de Port Bou ante la posibilidad de ser entregado a las autoridades militares alemanas.

      La denominada Escuela de Fráncfort sobrevivió (integrada en la Universidad de Columbia) en Estados Unidos donde

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