Coatlicue Sanjuanita. José Gerardo Bohórquez Molina
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En la época colonial, desde el año de 1661, se registraron numerosos eventos que se refirieron como milagrosos. La imagen llevó a las fiestas de la Semana Santa a ángeles cantores, revivió a un niño mulato de alrededor de siete años que había sido muerto por un perro, sanó a la esposa de un vecino de Aguascalientes que después prometió ir a dar servicios al santuario, y al no hacerlo murió su mujer de un espanto, proveyó aceite para una lámpara de la capilla que ya no podía usarse, curó a un mulato de Aguascalientes tullido de ambas piernas, también a un capitán vecino de Jalostotitlán que había padecido por más de cuatro años un tremendo dolor de estómago para el que no encontraba remedio, revivió a un albañil que en la obra del santuario de la Virgen cayó de un andamio y murió, convirtió a la vida religiosa a un pintor español que, al ver una gran luz que brotó de la imagen, confesó sus pecados y se arrepintió, y le hizo recobrar la vista a un anciano creyente que después rogó escrupulosamente seguir viendo sólo si era para su propio bien y volvió a quedar ciego para conveniencia de su salvación. Así la Virgen intervino, según se refiere, para sanar a enfermos, convertir a pecadores y concretamente a ladrones de aquel santuario, revivir a muchos hombres, mujeres, niños y hasta perros, y cambiar así las condiciones de quienes sufrían una vida de padecimientos o una desgracia fatal. De Guadalajara, México, Puebla y demás ciudades de la Nueva España fueron a visitarla; de Filipinas, España y Perú llegaron a ver a la Santísima Virgen de San Juan para ser beneficiados por la milagrosa Señora.32
Desde el siglo XVII se han acompañado los milagros de esta imagen con agradecimiento expresados en exvotos, que describen de forma sencilla el favor recibido. Los también llamados “retablos” llevados a la Virgen pueden encontrarse hoy desde el siglo XIX, pues los anteriores fueron extraviados por alguna razón desconocida. Los exvotos del siglo XIX, provenientes de diversos puntos de la República mexicana, dan cuenta de que los creyentes vieron que la Virgen hizo por ellos milagros tales como el logro de un parto exitoso después de haber muerto la criatura dentro del vientre de la madre, la curación de un enfermo de pulmonía o la recuperación de tres bueyes. Para el siglo XX, los fieles a Nuestra Señora de San Juan de los Lagos le agradecieron, entre otras cosas, por evitar el fusilamiento de dos de ellos, por resultar ilesos en años de combate en la Revolución mexicana, por salvar sus vidas en una desastrosa inundación o en la caída de un rayo.33
En la actualidad, los exvotos siguen manifestando el agradecimiento de los creyentes por los beneficios recibidos. A la Virgen la creencia popular le reconoce, por ejemplo, el regreso con bien de un militar de la primera guerra de Irak en 1991, la terminación exitosa de estudios técnicos o universitarios, la adquisición de una casa o la recuperación de un pozo que se estaba secando. De migrantes se han encontrado exvotos que agradecen haber logrado pasar el río Bravo, estar bien después de caer en un barranco escapando de “la migra”, tras haberse perdido en el desierto o recibido una picadura de víbora.34
Parece cierto que en la religiosidad popular muchas situaciones que el pensamiento moderno atribuiría a cuestiones naturales han sido consideradas como fenómenos extraordinarios, lo que manifiesta claramente que, en este cristianismo popular, para el creyente siempre está presente lo divino dentro de la cotidianidad, fundiéndose así lo profano y lo sagrado.
Además de los relatados eventos milagrosos, la fe ha hecho que millones de personas caminen año tras año a ver a la Virgen de San Juan de los Lagos, en parte para pedir dichos favores o para pagar de algún modo los ya recibidos. En el año de 1666 se registraron dos mil peregrinos al santuario que alberga aquella imagen milagrosa.35 A finales del siglo XVII la concurrencia alcanzaba más de 10 mil personas.36 Alrededor de cinco millones de peregrinos acuden anualmente en un año a visitar a la Virgen en la Basílica de San Juan de los Lagos, según refiere un sacerdote de la diócesis.37 Algunos de ellos siguen después de llegar a la basílica al cercano pueblo de Mezquitic, y otros más continúan aún por más días hasta llegar al santuario del Santo Niño de Atocha, que viste de peregrino,38 en Plateros, Zacatecas.
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