Los laberintos de la vida cotidiana. Fina Sanz

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Los laberintos de la vida cotidiana - Fina Sanz Psicología

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de las interpretaciones que podemos darle es la relación con el cuerpo de la Madre Tierra. Las cavernas tuvieron una función religiosa en el paleolítico. La caverna «transformada ritualmente en laberinto, era a la vez teatro de las iniciaciones y lugar donde se enterraba a los muertos», por lo que entrar en un laberinto simbolizaba, en los rituales de iniciación o los funerarios, el retorno místico a la Madre.5

      El diseño del laberinto no es el de un camino recto ni directo. Implica vueltas y encrucijadas que favorecen la desorientación y el perderse.

      Rivera Dorado,6 citando a Plinio, hace hincapié en que el laberinto, en la época clásica, era considerado «emblema de un mundo al revés, donde están custodiados misterios y verdades superiores. Por lo tanto, según los casos, puede ser paradigma de los cielos o de los infiernos; expresión de una lógica opuesta a la humana».

      2. EL LENGUAJE

      El laberinto, como dice Gernot Candolini,7 puede considerarse como parte de un lenguaje oculto e incomprensible, que, sin embargo, todos conocemos.

      Muchas veces miramos lo que está a nuestro alrededor pero no lo vemos. No entendemos en qué nos puede ayudar, qué nos quieren decir quienes los construyeron y qué es lo que transmite el propio laberinto con su lenguaje enigmático y su energía a través de los tiempos.

      Una de las formas en que hemos podido mantener esa conexión es a través del lenguaje verbal. Con metáforas –«estoy en un callejón sin salida»– manifestamos, mediante la fuerza que tiene el símbolo del laberinto, determinados conflictos.

      ¿Por qué esa atracción por el tema a través de los siglos? ¿Por qué el ser humano ha sentido la necesidad de construir laberintos? ¿Quiénes en su vida cotidiana, desde edades tempranas, en momentos de confusión o de conflicto, o incluso como una especie de meditación, de mente en blanco, o hasta de aburrimiento, no han dibujado laberintos o representaciones laberínticas de este estilo?

      Si, el laberinto tiene una fuerza que atrae, es la fuerza de la imagen arquetípica que reside en el inconsciente de cada cual y en el inconsciente colectivo; es un un modelo que sirve para expresar o representar algo.

      Dibujos de laberintos espontáneos.

      3. EL ESPACIO SAGRADO

      El laberinto forma parte de los espacios sagrados; podríamos decir que en sí mismo constituye un espacio sagrado. Hablamos de espacio sagrado como opuesto a profano. Existen muchos lugares naturales de la Tierra que el ser humano ha identificado como sagrados. A este contacto o acercamiento a lo sagrado Mircea Eliade lo denomina “hierofanía”. Dice este autor: «al manifestar lo sagrado, un objeto cualquiera se convierte en otra cosa sin dejar de ser él mismo, pues continúa participando del medio cósmico circundante. Una piedra sagrada sigue siendo una piedra; aparentemente (con más exactitud desde un punto de vista profano) nada le distingue de las demás piedras. Para quienes aquella piedra se revela como sagrada, su realidad inmediata se transmuta, por el contrario, en realidad sobrenatural».8

      Ciertos lugares fueron considerados como sagrados a través de los tiempos: bosques, cuevas, montañas, ríos... Algunos de esos lugares, como las cuevas, formaban parte de túneles o subterráneos laberínticos que estaban en el interior de la Madre Tierra. La Madre Tierra ha simbolizado en la antigüedad la vida (la que permite nacer las semillas, alimentarnos), la muerte (cuando morimos volvemos a la tierra), la transformación (todo se recicla) y el conocimiento.

      Algunos de esos lugares eran sagrados porque parece ser que allí se experimentaba cierta energía –posiblemente había corrientes telúricas–, diversas sensaciones y percepciones que permitían un efecto “especial” sobre la persona,9 una apertura de la conciencia. Según Devereux10 «había en el pasado una actividad humana conspicua que reconocía el valor del lugar, del espacio sagrado: una preocupación por la interacción de la psique y el entorno». «Lo sagrado –continúa diciéndonos– es importante en los antiguos lugares sagrados porque lleva aparejadas zonas de la conciencia que han quedado anuladas en la conciencia contemporánea.»

      Los laberintos surgieron fundamentalmente como espacio sagrado donde se pudiera conectar con otras dimensiones espirituales o de la conciencia, como el contacto con sus dioses o como un lugar de iniciación, de experiencias difíciles que permitieran entender el proceso de vida y muerte.

      El espacio sagrado es el espacio del misterio. Algo ocurre en el laberinto que es misterioso. De ahí su fuerza, su atracción y su temor. No tiene una lógica racional. Hay que trabajar con la intuición. Hay una parte que podemos entender, y otra que no, que es misteriosa, por eso prevalece esa atracción y temor al mismo tiempo.

      4. LA DANZA SAGRADA

      El movimiento de búsqueda del laberinto tiene cierto paralelismo a una danza.

      Las danzas sagradas rituales tienen un simbolismo de unión con la divinidad. «Los místicos han sopesado la idea de que el final de la espiral es asimismo un comienzo, o la idea de que la espiral conduce fuera de este mundo.»11 Así podemos verlo en las danzas de los derviches giróvagos.

      Hay en el mundo danzas rituales para celebrar las cosechas, los matrimonios, o acontecimientos importantes de la comunidad.

      Las formas de danza más antiguas están muy relacionadas con el laberinto. «Las danzas circulares y en espiral constituyen el tipo más puro de las danzas de veneración, porque ponen un énfasis estricto en el centro y la creación del espacio interior.»12

      La espiral es una imagen de la evolución del universo y «simboliza el movimiento que describe el espíritu y muestra la relación del círculo y su centro. Todas las danzas laberínticas imitan el viaje de los muertos: el camino tortuoso representa el deambular del alma».13

      Una de las danzas más conocidas en relación al laberinto es la danza de Geranos o danza de la Grulla –ave acuática–. Rememora el recorrido que hizo Teseo a través del laberinto y nos ayuda a entender la relación que existe entre «el laberinto y su Señora, la Diosa Pájaro de la Prehistoria».14 El laberinto, que es una representación más compleja del doble meandro, debió haber sido un símbolo del culto a la diosa. Una tablilla de Knossos, descifrada por Palmar (1965), «nos informa que el laberinto debió de haber sido un símbolo de la morada o “palacio” de la “Señora del Laberinto”.15

      La danza griega de Geranos tuvo una gran influencia en las danzas eclesiásticas del cristianismo primitivo. Durante la Edad Media había danzas que se celebraban en los laberintos de las catedrales (vg. en la catedral de Auxerre).16

      5. JARDINES Y JUEGOS

      Frente a esa dimensión sagrada, misteriosa e iniciática, el laberinto se vulgarizó, se hizo profano, perdió su carácter de ritual sagrado y se empezó a utilizar en juegos y jardines.

      En la época romana, el tema del laberinto aparece en diversos lugares, como en los frescos, los suelos, o como motivo decorativo en la cerámica. En la Edad Media adquieren un sentido diferente –el camino que lleva a Jerusalén– y se representan en las entradas de algunas iglesias.

      A partir del Renacimiento se van diseñando en los jardines, adquiriendo un sentido más profano y estético. En Italia (s. XI), en Inglaterra (s. XVI) o en Francia, se diseñaban jardines laberínticos.

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