Los laberintos de la vida cotidiana. Fina Sanz
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El sentido que adquiría el jardín en estas épocas era, además del estético, para estimular determinados estados anímicos. A veces se trataba de favorecer estados de reflexión, de meditación, de tranquilidad y sosiego; mientras que en otros casos se pretendía el efecto contrario: generar sorpresa, miedo o confusión.18
También, en algunos casos, tuvieron un sentido erótico, utilizándose ese espacio para encuentros y juegos amorosos.
Los laberintos se fueron incorporando también en los juegos de salón, de mesa, o infantiles, como “la rayuela” o como el juego de la oca, en donde se avanza y retrocede continuamente; o en ferias y parques de atracciones o como juegos gráficos de entretenimiento.
Actualmente algunas ciudades incorporan recorridos laberínticos como estímulo de diversión (Barcelona, Budapest). [FIGURA 8.]
El juego de la oca y tres en raya.
La rayuela.
Jardín de Coyoacán (México).
6. TIPOS DE LABERINTOS
Hay muchos tipos de laberintos:19 Los hay muy sencillos como por ejemplo las espirales, aunque hay quienes las consideran pseudolaberintos porque no hay opciones que tomar, sólo hay un sendero; simplemente es un camino largo. Pero hay otros más complejos en donde el sendero inicial de entrada se divide en varios senderos y hay que elegir. Es el debate entre lo racional y lo irracional: ¿cuál será el sendero adecuado?, ¿a dónde me llevará este camino: a la salvación o a la muerte?, ¿qué voy a encontrarme en este recorrido? ¿quién/quiénes puede/n aparecer?, ¿cuáles podrían ser los peligros?
Hay laberintos unidimensionales, bidimensionales, tridimensionales. Los hay hacia arriba, en dirección ascendente, como los zigurats, los hay hacia abajo en los subterráneos de ciertas construcciones o en los túneles y grutas. Los hay redondos, cuadrados... los hay simétricos (de ahí también su relación con los mandalas [FIGURA 9]: representación del cosmos que se utiliza para la meditación y el encuentro con el propio centro espiritual)20 y asimétricos; los hay con un centro que hay que alcanzar, o con varios centros –o pseudocentros que llevarían al principal–, o incluso sin centro (podría ser un laberinto como puro juego de entrada y salida). Podríamos decir que las variaciones de diseño son infinitas.
Generalmente, en los laberintos clásicos, a partir de una cruz van surgiendo círculos que acaban formando un camino entrelazado. Conduce hacia dentro y hacia fuera, siempre es de entrada y de salida y se dirige finalmente hacia el centro. Allí se encuentra el punto de regreso y el mismo camino conduce de nuevo al exterior.21
Humberto Eco22 agrupa los laberintos en tres modelos fundamentales:
a) Laberinto “univiario”: corresponde al laberinto clásico. Tiene una vía, un sendero y, aunque parezca muy complicado, es como un ovillo con dos cabos; se entra por una parte y se sale por la opuesta.
b) Laberinto “manierista”: es un laberinto difícil porque puede hacernos volver continuamente sobre nuestros pasos. Si pudiéramos deshacerlo no nos saldría un hilo, como en el univiario, sino una estructura de árbol con muchas ramificaciones, y solamente una lleva a la salida.
c) Laberinto “rizoma” o “red infinita”, donde cada punto se conecta con los demás, extendiéndose al infinito, como si fuera «un libro en el que tras cada lectura se altera el orden de las letras y se produce un texto nuevo».
7. EL SENDERO Y EL CENTRO
Los elementos más característicos del laberinto son: el sendero o camino que hay que recorrer y el centro, el lugar que hay que alcanzar, la meta que hay que conseguir y que supone aparentemente el objetivo del laberinto, adonde hay que llegar y desde donde habría que salir. Sin embargo, hay que destacar la importancia del sendero; es el recorrido que se hace, la actitud que se mantiene en el trayecto, lo que genera unas transformaciones internas, que culminan al llegar al centro y salir del laberinto. Llegar al centro supone que has tenido que hacer un viaje, haber realizado el difícil camino de transformación personal, de transformación de la conciencia.
Frecuentemente los laberintos –exceptuando los más simples o pseudolaberintos– son recorridos que tienen varios senderos, varios caminos, muchas opciones. Pero sólo uno de ellos será el adecuado, y no se sabe cuál. Eso es lo que genera confusión, desorientación. El laberinto es un recorrido que induce a la desorientación, a la confusión. Produce una sensación de locura («no tiene lógica»), vivencia de muerte («¿saldré viva/o de aquí?», «¿llegaré a encontrar el centro?»...).
Podría decirse que es un «enredo desorientador de caminos en los cuales puede perderse el incauto, pero que sin embargo tiene un auténtico camino hacia el centro».23
Incluso en los más simples, como veremos en el capítulo III, se generan también ciertas sensaciones y percepciones especiales al recorrerlos.
8. FASES DEL LABERINTO
a) El inicio
b) El desarrollo del viaje
c) La salida
a) ¿Por qué o para qué meternos en un laberinto? ¿Qué sentido tiene?
En algunas narraciones el viaje laberíntico se inicia porque en un momento concreto surge un problema y el héroe o heroína deben iniciar un viaje para encontrar la solución al problema. En la novela La historia interminable, de Michael Ende, el viaje se inicia porque el país sólo podrá salvarse de la “Nada” si Atreyu (el héroe) encuentra un nuevo nombre.
Se va en busca de algo extra-ordinario que tiene poderes sobrenaturales (vg.: el Grial). En algunos cuentos alguien se enferma o sufre un encantamiento y hay que iniciar un viaje para encontrar lo que le puede sanar.
¿Cómo nos preparamos para el viaje? ¿Tenemos conciencia de dónde estamos o dónde vamos a meternos? A veces sí, a veces no; sencillamente se inicia y eso no tiene vuelta atrás.
Cuando es posible preparar el viaje porque se es consciente de que se quiere iniciar, no hay que llevar mucho equipaje; pocas cosas, lo mínimo imprescindible. Una pesada mochila nos impediría caminar con la suficiente soltura.
b) Una vez dentro del laberinto ya hemos iniciado el viaje. Hay que recorrerlo.
El desarrollo del laberinto es lo que propiamente podríamos denominar “el viaje”, aunque éste también abarque el inicio y el final.
En ese proceso se generan acontecimientos que el héroe o la heroína tendrá que enfrentar. Es la «aventura» que aparece como la trama de cuentos, novelas o películas.
Ahí aparecerán personajes u objetos que funcionan como aliados/as, y otros que se manifiestan como monstruos o enemigos/as. ¿Cómo enfrentarse a ellos/as?