Repertorio de la desesperación. Adriana María Alzate Echeverri
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Los días y las noches
Consideraciones finales
Fuentes y bibliografía
Debo mi gratitud a una gran cantidad de personas que sería imposible mencionar aquí. Estoy en deuda con los estudiantes y egresados que participan desde hace tiempo en el Semillero Crimen, Cuerpo y Muerte en el Mundo Colonial, de la Universidad del Rosario, por su generosidad al ayudarme con la transcripción de varios expedientes judiciales y por su serena gentileza y espíritu crítico cuando les solicitaba, una y otra vez, mirar los avances y las versiones diferentes de los textos que componen este libro. También con quienes tomaron cursos de Colombia Colonial conmigo durante varios semestres, por leer en forma aguda y analítica algunos capítulos. A los colegas del Programa de Historia y de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, por las amables sugerencias y comentarios que realizaron a ciertos capítulos, presentados en el marco del Coloquio de Profesores de la Escuela; encontrarán en estas páginas el registro de algunas de las lecturas y perspectivas que me aconsejaron.
Tuve también la fortuna de conversar sobre este problema y estos escritos en distintas ocasiones con profesores del Departamento de Historia de la Pontificia Universidad Javeriana, especialmente con Juana Marín Leoz y María Camila Díaz; agradezco su benévola, detallada y concienzuda lectura, que me permitió mejorar tanto el estilo como el contenido del texto. Asimismo, los estudiantes de la Maestría en Historia de la Universidad del Atlántico, los colegas y alumnos de la Maestría y el Doctorado en Historia de la Universidad Nacional de Tres de Febrero en Buenos Aires (Argentina), me aportaron preguntas y precisiones muy interesantes.
Una buena parte del tercer capítulo lo realicé durante un año sabático que me concedió la Universidad del Rosario, en el cual efectué una estancia de investigación en el Laboratorio de Historia Social de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil), donde conté con la atención entusiasta de Manolo Florentino y de Carlos Valencia Villa, de la Universidad Federal Fluminense.
Amigos y familiares me ayudaron de diferentes formas durante el proceso de investigación y escritura de este libro, en el transcurso del cual me volví insufriblemente monotemática; reconozco y valoro la tolerancia y el respaldo de mis hermanas, Paula y Claudia; de mis amigos de siempre Beira Aguilar, Carolina Galindo, Carlos Cardona, Wilson Herrera, Néstor Miranda y Juan Felipe Córdoba. Los aciertos y virtudes de este libro deben mucho al apoyo, consejos y recomendaciones de todos; el resto es de mi entera responsabilidad.
¿Qué angustiosos tormentos, qué ocultas desdichas, qué horribles desencantos convierten a esas personas […] en suicidas? Indagamos, presumimos al punto dramas pasionales, misterios de amor, desastres de intereses, y como no se descubre jamás una causa precisa, cubrimos con una palabra esas muertes inexplicables: “Misterio, misterio”.1 Guy de Maupassant
El suicidio ha sido objeto de reflexiones filosóficas, teológicas, sociológicas y médicas a lo largo de los tiempos, pero solo hasta hace poco la disciplina histórica se ha detenido en su estudio y en el análisis de los diversos contextos y prácticas vinculados con la autodestrucción.
Este libro examina un conjunto de casos de suicidio y de intento de suicidio (quince) sucedidos en el Nuevo Reino de Granada durante el siglo XVIII y parte del siglo XIX, para comprender a partir de su estudio no solo la percepción, las reacciones, las explicaciones, los castigos de los que la muerte voluntaria era objeto en esa época, sino también para develar las dinámicas sociales, los contextos religiosos, jurídicos y morales, así como las tramas de significación en que se inscribía el acto de autodestrucción. El análisis de este repertorio de casos ayuda a comprender las actitudes colectivas frente al fenómeno.
La exploración reflexiva de estos sucesos hace posible también conocer una serie de aspectos de la sociedad neogranadina que no aparecen muy a menudo en la historiografía colonial. Asimismo, indagar la historia del suicidio puede aportar elementos clave para comprender la actitud contemporánea frente a esta conducta y las sensibilidades que compromete y despierta.
El suicidio no solo es misterio, también es tabú. Es una conducta arcana, enigmática y de difícil comprensión, relacionada con la prohibición. El tabú se funda en una interdicción, es aquello (cosa, objeto, persona, palabra) que se sustrae al uso corriente porque está investido de una potencia sagrada o sobrenatural. Su transgresión genera consecuencias graves en quien la hace, es amenazado por un grave peligro o por una calamidad. El tabú lingüístico, la restricción de pronunciar una palabra, puede ser provocada por el miedo, el decoro o la delicadeza. El tabú del que es objeto la palabra “suicidio” (y la conducta) es producido por el temor a las fuerzas sobrenaturales que desata e incita a que la palabra se evite y se reemplace por otras (eufemismos) que desplazan esa conexión con el peligro que pondría en escena la pronunciación de la palabra tabú. Asimismo, el tabú es contagioso, por lo que es preciso un rito de purificación para conjurarlo. En el léxico de todas las sociedades, existen variados tabúes lingüísticos, cuya evasión o sustitución pretende atenuar la potencia negativa de las palabras que inspiran temor o rechazo.2 El pudor para hablar del suicidio tanto en el presente como en el pasado está enraizado en sistemas de valores y creencias remotos, complejos y profundos que se estudiarán en esta obra.
El suicidio conduce a una constelación intelectual enlazada, entre otras, con la percepción de un tipo de muerte (la muerte voluntaria), en una época y un lugar determinados, y con una manera de encontrarse, desde la historia, con el sufrimiento. Este asunto está relacionado con preocupaciones muy lejanas en el tiempo; los problemas que se han estudiado desde hace más de quince años están vinculados entre sí y unidos también a este nuevo trabajo. Una parte del libro Suciedad y orden (2007) trató sobre la muerte:3 se realizó el análisis del desplazamiento de los cementerios fuera de las iglesias y las ciudades en el Nuevo Reino de Granada. En ese contexto, se exploraron temas que volverán a aparecer en esta investigación desde otra perspectiva, pues para comprender la muerte voluntaria será necesario interrogarse también sobre la historicidad de la actitud ante este tipo de muerte y ante el cadáver, y sobre la transformación de algunas prácticas funerarias, entre otras. Posteriormente, Geografía de la lamentación (2012)4 exploró el mundo hospitalario neogranadino que estaba impregnado ineluctablemente de la naturaleza misma de la institución: ser un lugar donde se encontraban la pobreza, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. En este sentido, la pregunta por la muerte y por el sufrimiento vuelve a ser planteada aquí, pero desde un punto de vista distinto.
La investigación se inscribe dentro de la historia cultural y de las sensibilidades. Sondea el mundo de percepciones y de sentimientos de los hombres y de las mujeres del pasado frente a las conductas “suicidas”, lo que implica, de cierta forma, un esfuerzo de vinculación de la psicología con la historia; también aspira a poner en evidencia lo difícil que resulta interrogarse sobre el acto de autodestrucción. Se trata de un problema perturbador, que invade con insistencia tanto la conciencia como la vida cotidiana.
El fenómeno del suicidio ha sido estudiado desde diferentes ópticas y saberes, para distintas épocas y lugares, pero no ha gozado de la misma importancia en la historiografía neogranadina, ni hispanoamericana colonial. Se han realizado, sobre todo, investigaciones concisas y breves sobre el significado de la muerte voluntaria para algunos grupos étnicos en determinados periodos (diversas comunidades indígenas, ciertos grupos de africanos traídos como esclavos a la América española), durante los primeros tiempos de la Conquista y en el periodo de la trata de esclavos, pero hay muy pocas