Orígenes sociales de los derechos humanos. Luis van Isschot
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Orígenes sociales de los derechos humanos - Luis van Isschot страница 8
Los movimientos cívicos cogieron una gran fuerza en Barrancabermeja, pero en los últimos momentos, hacia el año 1987, asesinaron a una niña, y eso despertó un fervor popular por la defensa de la vida, creó un ambiente muy propicio en Barrancabermeja para crear una organización que orientara en este sentido. Es decir que Credhos no nace tan en frío.
No, pues, absolutamente no nace en frío. Nace al calor de las mil cosas que se estaban dando: por un lado, la violencia; por otro lado, las necesidades, crear una infraestructura en Barrancabermeja, como la que se merece, por ser una ciudad rica; por otra parte, las organizaciones sociales en un auge de lucha muy grande.
RAFAEL GÓMEZ SERRANO, sindicalista, activista de derechos humanos.1
La guerra contra los derechos humanos
El asesinato el 2 de mayo de 1987, de la adolescente de 14 años, Sandra Rondón, por parte de presuntos paramilitares en Barrancabermeja, inspiró el primer paro general por los derechos humanos en la historia colombiana. Rondón iba camino a la iglesia un tranquilo domingo en el barrio central de Torcoroma cuando dos hombres se acercaron en una motocicleta. El hombre que iba en la parte de atrás abrió fuego a quemarropa con una pistola de nueve milímetros. Disparó varias veces y la niña murió instantáneamente.2 Rondón había sido identificada recientemente por los medios como una testigo clave de un ataque terrorista. Dos semanas antes, un artefacto explosivo había sido lanzado a una heladería que estaba llena de gente y ocho personas resultaron heridas, incluyendo el hermano menor de Rondón.3 Los aparentes objetivos del ataque eran tres miembros del partido político de izquierda Unión Patriótica. Sandra Rondón no fue la primera víctima de la guerra sucia en Barranca.4 Pero su asesinato estremeció a los lugareños como solo lo puede hacer la muerte de un niño inocente y ella se convirtió en un símbolo de la lucha de la ciudad por los derechos humanos básicos. Aunque los funcionarios locales y los movimientos sociales denunciaron con rapidez el asesinato de Rondón, de Bogotá no se recibió ninguna respuesta inmediata. En Barranca, católicos, comunistas, liberales, conservadores, sindicalistas y organizadores comunitarios llevaron a cabo una demostración masiva, tal como lo habían hecho decenas de veces anteriormente, para demandar que el gobierno nacional garantizara salarios justos y servicios públicos como el agua, la educación y la salud. Pero esta vez ellos pedían que los civiles fueran protegidos de la violencia.
La Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos) con sede en Barrancabermeja fue creada en una época en que la represión militar y paramilitar amenazaba con dar un vuelco a lo difícilmente ganado por los movimientos populares locales. Los campesinos habían sido los primeros en elevar su voz en contra de la violencia política en la región para principios de los años ochenta. Para finales de la década, a ellos se unieron activistas urbanos. En la ciudad, un movimiento cívico popular había logrado aunar las fuerzas de los partidos de los trabajadores, políticos progresistas y organizaciones comunitarias, incluyendo los grupos comunitarios de base, dirigidos por mujeres y campesinos desplazados. La confianza de los activistas de Barranca en que pronto lograrían un auténtico cambio político y social se vio afectada por la dinámica que estaba teniendo lugar a nivel nacional. Hasta mediados de los años ochenta, un número nunca antes vista de colombianos salieron a las calles a reclamar una amplia gama de derechos.5 En 1987, los colombianos organizaron 47 paros cívicos. Más del doble del promedio, ya de por sí notorio, de los paros cívicos realizados durante la década anterior.6 El año en que se fundó Credhos también fue el año más cruel en la historia de Colombia desde el final de La Violencia.7 Las autoridades colombianas calcularon que el conflicto armado había producido 2500 muertes y 200 desapariciones en lo que los medios nacionales llamaron “el año de la guerra sucia”.8 Solo en 1987 tendrían lugar aproximadamente 250 homicidios motivados políticamente en Barranca.9 En respuesta a los ataques en contra de los dirigentes laborales y sociales más prominentes de la ciudad, el activismo en pro de los derechos humanos surgió como el paradigma que encabezaría la protesta popular.
Fuente: elaborado por John Harmon.
Las luchas históricas en pro de la justicia social lideradas por trabajadores y campesinos organizados le proporcionaron al movimiento de derechos humanos de Barranca la base para movilizar grandes cantidades de ciudadanos. Al igual que las luchas anteriores por el agua, la lucha por los derechos humanos tocó la vida de todos los residentes de la zona. Según el historiador Mauricio Archila, “los movimientos cívicos de los años 60 y 70 demostrarían las implicaciones radicales de un pueblo que se va interesando por el destino de su municipio”.10 El paro cívico tal como fue practicado por los movimientos populares en Colombia en los años ochenta combinó las tácticas usadas durante las huelgas, las invasiones de tierras urbanas y las marchas campesinas de los trabajadores, colonos y campesinos pobres de las décadas anteriores. Los paros cívicos implicaron la interrupción de toda la actividad comercial, la ocupación de calles de la ciudad y la realización de manifestaciones masivas en plazas públicas. Los paros cívicos fueron, por lo tanto, distintos de las huelgas encabezadas por los trabajadores del petróleo que se enfocaron en detener las operaciones de explotación y refinación. Los movimientos campesinos fueron los primeros en usar de manera regular lo que el sociólogo Leon Zamosc ha denominado la negociación colectiva por la perturbación como instrumento de la participación popular.11 Mediante marchas, éxodos e invasiones organizadas desde los años sesenta, que a menudo incluyeron la toma de centros urbanos por parte de miles de manifestantes, organizaciones como la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) y otras demostraron que la movilización masiva de ciudadanos comunes y corrientes podía lograr que funcionarios del gobierno de alto nivel se sentaran a negociar con respecto a la titulación de tierras, el desarrollo económico y la represión militar. El influjo de campesinos politizados a Barranca, muchos de los cuales huían de zonas afectadas por la guerra, inspiró a muchos movimientos sociales urbanos en la misma dirección. Las campañas masivas por el agua potable y los servicios públicos en los años setenta se convertirían en un modelo para las campañas por los derechos humanos de los años ochenta y de ahí en adelante.
Durante los paros cívicos, los activistas