Breve historia de la Economía. Niall Kishtainy
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A lo largo del siglo XIX ocurrió algo más que ni Malthus ni los profetas del progreso previeron. Nuevas tecnologías elevaron los estándares de vida de tal forma que se podía ganar de manera permanente más que el mínimo necesario para sobrevivir. Gran Bretaña fue uno de los primeros países en incrementar la productividad de sus granjas para poder alimentar a más bocas. Posteriormente, una vez que los efectos del vapor, el hierro y las líneas de ferrocarril se unieron en la Revolución Industrial, otros elementos necesarios para la vida se produjeron de forma más barata y para un mayor número de personas. Si se trazan gráficas de la población y del ingreso promedio en Europa desde el inicio de nuestra historia hasta el presente, se puede apreciar cómo las dos líneas suben y bajan ligeramente a lo largo de los siglos, pero se mantienen más o menos planas durante la mayor parte del tiempo. Pasado el siglo XIX, las líneas se elevan extraordinariamente y siguen subiendo: había muchas más personas con ingresos cada vez mejores. Consideremos lo que los británicos tenían a mediados del siglo XX (bastante comida, ropa, quizá un automóvil) en comparación con lo que tenían en el siglo XVIII, cuando tenían que comer sobras y caminar por el lodo durante horas para llegar a cualquier lado. ¡A mediados del siglo XX ya había seis veces más! Por primera vez, las economías de Europa y de Estados Unidos mantuvieron a las grandes ciudades y a una población que crecía de modo constante. Esta fue una de las transformaciones más extraordinarias de la historia humana, sin duda la transformación económica más notoria. Después de una larga batalla de la humanidad contra la adversidad, el progreso material se había acelerado dramáticamente.
Sin embargo, antes de tal despegue, las economías eran muy parecidas a lo que había descrito Malthus. Los ingresos nunca crecían tanto y los campesinos solían luchar por sobrevivir. En ocasiones, parientes o la Iglesia los ayudaban en los tiempos de dificultad, pero una mala cosecha o el brote de una enfermedad podían desatar inanición y muerte. Muchas madres morían al dar a luz y muchos niños nunca sobrevivían más allá de la infancia. Si las ideas de Malthus eran tristes y lúgubres, también lo eran las condiciones en que las personas tenían que vivir. Él mostraba con una claridad sombría las restricciones a las que se enfrentaban las personas que vivían en esas sociedades incipientes. En nuestra época, este sigue siendo el destino de muchos de los países más pobres.
Actualmente, cuando se habla de una «explosión poblacional» se suelen tomar prestadas las ideas de Malthus. Muchos creen que simplemente hay demasiadas personas y que el mundo se está superpoblando incómodamente. No obstante, en algunas partes de sus escritos (las cuales se suelen olvidar) Malthus aclaraba que en ningún sentido estaba en contra de la población, y que creía que el hecho de que hubiera muchas personas era algo positivo mientras la sociedad tuviera los medios para alimentarlas. Quizá no se parecía tanto a Scrooge después de todo. Sus amigos lo recordaban como un hombre cálido y amigable, en absoluto cruel o avaro. Muchos economistas que actualmente estudian el crecimiento de la economía a largo plazo piensan que las grandes poblaciones se llevan bien con las economías eficaces. Los recursos se agotan, pero también se crean otros nuevos: más personas significan más cerebros y por consiguiente, mayor número de nuevas ideas en torno a cómo producir la riqueza de la sociedad.
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