Políticas de la imagen y de la imaginación en el peronismo. Eduardo Galak

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Políticas de la imagen y de la imaginación en el peronismo - Eduardo Galak

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ocuparán destacados lugares en los futuros organismos cinematográficos estatales.

      La transición hacia la Nueva Argentina

      El 10 de abril de 1940 ya se había tratado de solucionar el problema creando la Comisión de Cinematografía Escolar, la cual aconsejó la adopción de películas de 16 mm y el Consejo se expidió favorablemente. Terminada la función de esta comisión, se nombró el 16 de noviembre de 1942 una segunda, con el cargo de estructurar la aplicación del cine en las escuelas (Argentina, 1946: 14). El diputado Reynes explica que en el momento de presentar su proyecto existían dos organismos creados previamente que tenían atribuciones sobre el cine educativo: la Oficina de Ilustraciones y Cinematografía Escolar y la Comisión Especial de Cinematografía y Cineteca. Vale la pena aclarar que el diputado no era un novato en la materia, ya que había publicado en 1937 una obra llamada El problema del cinematógrafo para los niños, en la cual expone sus postulados acerca del doble rol de la cinematografía escolar: por un lado, como auxiliar de la enseñanza y, por el otro, como factor relevante de la educación moral (Reynes, 1937: 5). Empero, para el legislador, periodista de profesión, lo hecho hasta el momento de la fundación de la Dirección fue “esporádico, inorgánico e incompleto”. Finalmente, el 28 de agosto de 1946 se creó la Dirección Nacional de Cinematografía Educativa, con el objetivo –según lo esgrime su artículo 1º– de abarcar todo lo relacionado con la utilización de la cinematografía como auxiliar didáctico en las tres ramas de la enseñanza –con referencia a la instrucción intelectual, moral y física–, en el territorio de la Nación, y de ocuparse en general de cuantos problemas se vinculen con el empleo del cinematógrafo como agente de educación y cultura (Argentina, 1946).

      En simultáneo, Reynes presentó los lineamientos de un proyecto de ley que abogaba por la creación de un departamento de cinematografía educativa, tendiente a recuperar “los atributos sublimes de la nacionalidad” (Argentina, 1946), en lo concerniente al cine pedagógico y sus funciones escolares. A partir de la fundamentación que esgrime, es posible interpretar dos caras de una misma moneda: la centralidad estaba hasta entonces en manos de la injerencia extranjera –en especial inglesa y estadounidense–, por intermedio de instituciones culturales que trabajaban asociadas a las embajadas de esos países, a la vez que, como anverso, puede pensarse que ello justificaba no solo el fomento estatal del cine educativo, sino también la intervención de los contenidos fílmicos, realzando lo nacional en las imágenes.

      No debemos olvidar que la enseñanza en nuestro país debe estar fundamentalmente a cargo de nuestros maestros quienes, con el auxilio de un cinematógrafo hecho con sentimiento y orientación argentinos, podrán modelar con más cariño el carácter nacional y mantener más vivo el culto de las mejores tradiciones de nuestra patria. (Argentina, 1946: 18)

      En lo que respecta al rol estatal en la radiofonía, cabe señalar que entre 1945 y 1948 se presentaron una serie de proyectos legislativos, algunos de los cuales llegaron a sancionarse, que procuraban que el Estado administrara los contenidos de lo que debía escucharse masivamente y los alcances técnicos radiales. Aunque había un consenso en la responsabilidad política que le cabía a lo público –a tono con los antecedentes y la coyuntura global, especialmente en un mundo que todavía no salía completamente de los totalitarismos–, también existieron voces contrarias a que el Estado gestionara los contenidos radiales por los riesgos de su centralización. En este sentido puede citarse el proyecto presentado por el opositor diputado radical Silvano Santander, en el cual solicita a las autoridades del Poder Ejecutivo que brinden explicaciones en el Congreso Nacional sobre determinadas cuestiones. Entre otras, se destaca, según el autor del proyecto, la demasiado reiterada interrupción de las programaciones radiales, que deben cortar su habitual desarrollo “varias veces al día, a cualquier hora y en cualquier circunstancia, conectando con Radio del Estado, para transmitir discursos o noticias intrascendentes, siempre de carácter político” (Argentina, 1947a: 3).

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